El “Valle de los Caídos” o cómo seguir pagando a los franquistas
Pablo Mayoral*. LQSomos. Agosto 2016
Recientemente el Tribunal de Cuentas ha realizado un Informe Preliminar en el que señala que el Consejo de Administración de Patrimonio Nacional subvenciona todos los años con 340.000 euros a la Abadía Benedictina del Valle de los Caídos. Ochenta años después del inicio del golpe de estado fascista contra la República, se sigue dando dinero público (1) para el mantenimiento de “rezos y misas” para los “mártires de la Cruzada”.
Dicha subvención es anual y directa (sin concurrencia ni publicidad) para “levantar las cargas espirituales impuestas por el fundador y atender a la finalidad social”.
El Convenio por el que se rige esta subvención a la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos data de 1958, año en que se terminó de construir dicho “Monumento”; esto es, en los más negros años del franquismo. Muchas de las leyes franquistas, y este convenio en particular, no sólo no se han derogado, sino que siguen costando dinero al erario público.
El estado paga el mantenimiento del centro público de encuentro por excelencia de las hordas fascistas que todavía campan a sus anchas en todos los rincones del estado. Cada 20 de noviembre hacen allí su botellón, y el estado, con el dinero de todos, les mantiene limpia y en condiciones la plaza y la estampita.
Conviene recordar que dicho monumento no es un monumento cualquiera y que se construyó por un decreto directo del genocida Franco, de fecha 1 de abril de 1940. En dicho decreto se decía que “la dimensión de nuestra cruzada… no puede quedar perpetuada por los sencillos monumentos” y que habría de hacerse un “templo grandioso en el que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria”, para finalizar definiéndolo como “lugar perenne de Peregrinación… en el que reposen los héroes y mártires de la Cruzada”.
Además, ese mismo día, el dictador genocida Franco fue al valle de Cuelgamuros para, después del primer desfile conmemorativo de la victoria fascista, enseñar a los embajadores de la Alemania nazi y de la Italia fascista el enclave elegido para dicho monumento. La II Guerra Mundial había comenzado ocho meses antes. Un mes más tarde, la Alemania de Hitler invadiría Francia. Así pues, la Cruz y la Basílica son el “Monumento” por excelencia a la culminación del golpe de estado militar de las fuerzas y potencias fascistas y nazis de Europa contra el Gobierno legítimamente constituido de la II República Española. Aborrecible título: el único monumento al fascismo en pie en toda Europa.
Para mayor escarnio, más de 20.000 presos republicanos fueron obligados a trabajar, durante 18 años, en la construcción de dicho monumento. En estos trabajos forzados murieron, en accidentes, decenas de ellos y un número nunca esclarecido falleció después por contraer silicosis y otras enfermedades durante las obras.
Dicho sea de paso, no es de extrañar que haya mucha gente, cada vez más, que quiera dejar de formar parte de esta España, y que, cuando pasan cerca del Valle de Cuelgamuros y ven su ostentosa cruz, sienten el escalofrío de verse aún en la España franquista.
No está de más recordar cómo se destruyó totalmente la Cárcel de Carabanchel en Octubre de 2008. No se dejó piedra sobre piedra. Ni siquiera un mínimo recuerdo de los miles y miles de antifranquistas que dejaron entre sus muros lo mejor de su vida por luchar contra la dictadura. Ni siquiera una mención a los anarquistas allí ajusticiados por garrote vil, Francisco Granados Gata y Joaquín Delgado Martínez. Ni un homenaje a Xosé Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez-Bravo y Ramón García Sanz, que, como recuerda incluso la Wikipedia, pasaron allí sus últimas horas, antes de ser ejecutados en Hoyo de Manzanares, en las que serían las últimas ejecuciones del franquismo.
Cuando lo que se propone es acabar con un monumento o lápida o calle o plaza de homenaje a los sublevados fascistas, presentes en lugares principales de toda España desde hace casi 80 años, se levantan voces airadas que dicen: “¡Eso es historia, no se puede tocar…!” Cuando lo que se pretende es homenajear públicamente a los resistentes al franquismo, esas mismas voces dicen: “¡Eso no se puede hacer, eso es espíritu de revancha!”. Es mucho más sencillo: es justicia democrática.
Recientemente ha aparecido un contundente artículo de Jon Lee Anderson, suscrito por los periodistas Martín Caparrós, Gumersindo Lafuente e Ignacio Escolar, de muy recomendable lectura. Su título no deja lugar a dudas: “Dinamitar el Valle de los Caídos” (2). Suscribo plenamente su contenido y me adhiero a él. La reacción de la derecha (todas las muchas derechas, aun las que dicen no serlo) ha sido visceral en contra del autor del artículo y del medio en el que se ha publicado. Su rabia nos dice que estamos en el buen camino.
Liquidar este Monumento de “la Cruzada” sería acabar con la exaltación que todavía hoy se sigue haciendo de la dictadura franquista. Dinamitarlo sería lo menos que podría hacer cualquier gobierno democrático para empezar a poner fin a la Impunidad de los crímenes de la dictadura y sus responsables directos. Sus ruinas podrían dejarse, eso sí, como testimonio histórico y simbólico de la liquidación definitiva de tan odioso régimen. (3)
Por supuesto previamente habría que exhumar los restos de los republicanos allí enterrados. Algunos familiares han tenido que recurrir a la Justicia para recuperar los restos de sus familiares antifascistas, y aún con sentencias a favor, los responsables de este momunento fascista se niegan, por ahora, a hacerlo. (4)
A la vista de los hechos, parece que tanto los gobiernos del PP como del PSOE se dan toda la prisa del mundo por acabar con los vestigios de la resistencia y lucha contra el franquismo, y a su vez mantienen con todos los parabienes, dinero incluido, muchos de los monumentos franquistas para mayor escarnio de los demócratas y luchadores antifascistas.
Notas:
1.- Estos 340.000 euros suponen quitar unos 2.000 euros (a cada uno), de las nóminas de más de 170 trabajadores mileuristas (el 19% de IRPF a quien gane 12.450 euros al año)
2.- Dinamitar el Valle de los Caídos
3.- Desde el Foro Social de la Sierra de Guadarrama se viene reclamando la desacralización de la basílica, la voladura (eso sí controlada y por el Ministerio de Fomento) de la Cruz y la conversión del feísimo momumento en un memorial de la lucha antifranquista. Desde hace nueve años, gentes de la Sierra hacen una concentración frente al recinto del Valle de Cuelgamuros el sabado más cercano al 20N, para reivindicar estas exigencias.
4.- Parece que están enterrados unos 12.000 republicanos. Sus restos fueron trasladados allí de manera forzosa, sin autorización de descendientes, e ilegalmente.
– Ilustración de J. Kalvellido
* Publicado originalmente en “Verdad, Justicia, Reparación”
– Pablo Mayoral en LQSomos
Lugar siniestro, sin duda, pero podría dejarse ahí, tal cuál, para celebrar algún que otro “botellón antifascista”, por el 20N. Si se abandona, como las ruinas del pueblo oscense de Ainielle (La lluvia amarilla), podría ser un lugar donde la maleza lo invadiera y lo devorase, que es su destino el olvido y la devastación, sin más gastos, que ya costó bastante dinero y sufrimiento en el pasado. Concurso de ideas y referéndum, ¡ya!
Muy buen artículo. ¿No os habéis fijado que, formalmente, el Valle de los Caídos no es sino una tumba clásica de cementerio pero a tamaño descomunal? Es la megalomanía de un enano que se mandó construir una tumba de gigante. Enano para la vida, gigante para la muerte. El superasesino.
DINAMITARLO Y RESTAURAR EL PAISAJe!!!!!
Además es un monumento de mal gusto, intentar razonar el darle otro uso no tiene sentido. Y no es historia, esexaltación del fascismo y la muerte.