En el 75 aniversario de los refugiados republicanos del “Stanbrook”
Javier Coria*. LQSomos. Abril 2014
Un 28 de marzo de 1939, hace ahora 75 años, el barco carbonero británico “Stanbrook” embarcó a parte de los 14.000 refugiados republicanos que llegaron al puerto de Alicante con destino a Orán. Las autoridades franquistas no permitieron que el barco zarpara, miles de republicanos fueron llevados a campos de concentración, solamente 3.028 personas, en su mayoría mujeres y niños, pudieron seguir el viaje, todo ello gracias a la valerosa actitud del capitán Archibald Dickson. El escritor Max Aud (1903-1972) escribió en su exilio de México, seis novelas sobre la guerra civil española con el título genérico de El laberinto mágico. De una de estas novelas, Campo de los almendros (1968), es este fragmento que relata su visión emocionada del hecho:
“Estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, sin afeitar, sin lavar, cochinos, sucios, cansados, mordiéndose, hechos un asco, destrozados, son, sin embargo, no lo olvides nunca pase lo que pase, son lo mejor de España, los únicos que, de verdad, se han alzado, sin nada, con sus manos, contra el fascismo, contra los militares, contra los poderosos, por la sola justicia; cada uno a su modo, a su manera, como han podido, sin que les importara su comodidad, su familia, su dinero. Estos que ves, españoles rotos, derrotados, hacinados, heridos, soñolientos, medio muertos, esperanzados todavía en escapar, son, no lo olvides, lo mejor del mundo. No es hermoso. Pero es lo mejor del mundo. No lo olvides nunca, hijo, no lo olvides.”
El campo de concentración de Los Almendros se construyó a los pocos días de terminada la Guerra Civil, y estaba en el término municipal de Alicante, a tres kilómetros del casco urbano de la ciudad. Unas 18.000 personas pasaron por el campo, entre ellos militares republicanos, combatientes y civiles. Los presos eran conducidos al campo andando, desde los distintos lugares de la comarca; una columna de republicanos presos, antes de llegar, fue ametrallada desde las laderas del Castillo de Santa Bárbara. La custodia del campo estaba a cargo de soldados marroquíes y soldados italianos de la División Littorio. Hoy, cuando las alambradas de la vergüenza recorren Melilla es un buen día para recordar nuestra historia, recuerdos y memoria que nos quieren robar, a poco que nos dejemos.