En el Abril de la Respública

Según veamos el color del cristal con que miramos la realidad, en el fondo somos unos privilegiados. Tenemos la suerte de vivir un momento histórico donde el dinero se ha quitado sus múltiples máscaras, se muestra tal cual es y ha escogido sus representantes y sus bolsillos particulares y paraísos fiscales de bancos suizos.

Tenemos la suerte de contar con los medios para saber lo que está pasando. Aún y cuando no se vea clara una salida de la situación. Pero estamos enterados.

A esos tramoyistas de la democracia digestiva podemos verlos, sentirlos y padecerlos porque son como un mal de ojo vudú. Bárcenas, Urdangarines, Feijóos, Camps, Matas, ladrillos, dinero negro, contrabando, maletines, cocaína, financiaciones ilegales del partido en el gobierno de esta descoyuntada farsa de cortijo y tresillo.
No hay lugar a dudas, lo que circula por las alfombras del poder es franquismo ideológico. Un trasunto cutre del gaullismo francés de posguerra (Pompidou, Giscard D' Estaing, Chirac…) pero mucho menos ilustrado. O, mejor dicho, directamente sin Ilustración. Sin luces. No hay que olvidar que procedemos de las páginas gloriosas de un Fernando VII de Bourbon.

En uso de plena desfachatez, su sucesor actual no dudó en acudir a Cádiz para conmemorar, a base de marisco saharaui, la abolición de las Cortes y la Constitución liberal. La Pepa abolida por el absolutismo.

Aunque ellos reniegan de su fundamento guerracivilista. Quieren ser modernos, homologables, democristianos. Pero son católicos Hay una diferencia notable ente la Inquisición y el humanismo de Erasmo de Rotterdam.

Lo cierto es que, ahora y aquí, no prosperan los partidos de ultraderecha como tales porque la extrema derecha está integrada en el Partido Popular. Es su savia y su tronco.

Y están ética y estéticamente, en la cresta de la ola, orgullosos de su exhibicionista poderío. Esos representantes de la legalidad, del presunto Estado de Derecho, no son fantasmas que arrastran cadenas imaginarias. Son concretos, cuadriculados, tienen cuerpo y pasaporte nacional de identidad. Somos los amos del eufemismo. Aquí la censura se llama libertad responsable, los suicidios desahuciados son cosas del azar, el inocente escrache es terrorismo, la usurera banca es benéfica y Arnaldo Otegi no es un preso político sino un peligroso atracador que ataca los fundamentos del Estado.

Cada día podemos constatar el encanallamiento político, sus dislates y excesos reales y subalternos. El abuso de poder no es una excepción. Es una moneda común y corriente. Se ha rebañado a fondo la perola: la hez de la sociedad está encaramada en la "política" institucional.

Supongamos, por ejemplo, un país que se tenga por europeo y que suceda, grosso modo, lo siguiente:

Un jugador de balonmano pega braguetazo onírico y se casa con una princesa. La siembra de hijos y él se dedica a business diversos y a multiplicar sus ligues. Su apellido se convierte en una máquina de recaudar euros de más que dudosa legalidad. Esas actividades diversas dan tanto el cante que interviene la justicia. El duque, la duquesa y el socio tonto están imputados por graves delitos. Corren riesgo serio de ser embargados y tener que trabajar. Demasiado para el cuerpo.

El rey de ese país, su suegro, es una especie de dios intocable, como así lo consagra la mundialmente célebre Constitución hecha por listos acojonados y para mentecatos de chupete cívico.

Sabiendo que a ese rey le gusta más la pasta que a un tonto un spray, y dada su oficial impunidad, NO podemos suponer que el monarca no intervenga y se beneficie de las cuantiosas cifras de euros que recauda el Instituto benéfico de su yerno, el duque empalmado. Tampoco podemos pensar que, en realidad, el jefe del cotarro recaudatorio fuera el propio rey y que el yerno rampante fuera un instrumento que se aprovechó del desmadre, como un Bárcenas cualquiera.

Algunos jueces de ese país de opereta bufa, por misteriosos motivos, les gusta trabajar. Y entonces descubren que el mismo Ubú tiene una cuantiosa fortuna en la banca Suiza, producto de la herencia de su padre.

Por su parte, la Prensa, tan soñolienta habitualmente, se pone las pilas y denuncia, día tras día, algún escándalo nuevo. Uno que llama la atención es el de una tragasables de lujo llamada Cortinna, beneficiada por el susodicho rey en viaje de caza mayor en país hermano de África. Mismo nivel de corrupción que el nuestro, según organizaciones de transparencia internacional. Ellos son merienda de negros y nosotros paraíso de escraches.

Al hijo del fangoso desmadre, hay fácticos que estarían preparando, con las barras y estrellas, la abdicación del senior real

Cortinna de la Corte es corredora de altura a comisión y, gracias a los largos rejos y contactos del rey, interviene activamente en asuntos de Estado. Por ejemplo, en la compraventa de tanques “Leopard” a los moros petroleros del Golfo.

Visto el empecinamiento del juez que lleva el caso del duque Empalmado, la Casa Real lo ha visto negro. El rey Nabo levanta el teléfono y llama al monarca medieval de Qatar. En Qatar no hay tratado de extradición con el país del tembleque. Convence a su yerno de que lo mejor es que se vaya al desierto a currar como entrenador de un equipo de balonmano. Es la mejor manera de no tener que acatar la posible condena por chorizo de cantimpalos.

Los lectores de la Prensa internacional tienen el labio partido de tanto reír, cuando se habla de este país de reinados. Que es un día sí y otro también. Pero por más acá de la frontera de Irún la cosa es como para sollozar o cortarse (metafóricamente) las venas.