En el laboratorio
El predicador Obama también ha caído en esa tentación. Y le ha dolido mucho que Edward Snowden le haya desenmascarado y haya dejado su aura demócrata con el culo al aire. Se trata de espiar, algo tan viejo como la humanidad. Por eso han desatado ese "Reward" de caza al hombre. Los confesionarios de la iglesia católica son un perfecto sistema de información.
La diferencia hoy es que se acabó el tiempo romántico, y forzosamente limitado, del espionaje por la vía del riesgo personal y la seducción, a nivel estatal y geoestratégico. Si acaso, aún podría subsistir en el mundo de las empresas. Los espías al viejo estilo han muerto. Han sido barridos por la tecnología digital.
Todo gobernante, y sobremanera un mal gobierno, aspira a tener a su disposición una sociedad "transparente". A ello van con bastante descaro e impunidad. Ello eliminaría los sobresaltos y las disidencias; los ciudadanos estarían bajo control y podría ser posible la programación absoluta y hormiguera o robótica de la existencia. Pero esta proyección fascistoide ya la describió perfectamente el talento anticipatorio de Aldous Huxley.