En el mundo continúa en latencia un pueblo partisano

En el mundo continúa en latencia un pueblo partisano

Por Daniel Alberto Chiarenza*

“[…] En Italia conocemos al régimen fascista, y en cabeza del fascismo está Benito Mussolini, y hay una ideología oficial en la cual se definía al «jefe», declarándolo infalible [con] la máscara endurecida de un rostro que [antes] le conocimos. Conocemos ese rostro. Conocemos el movimiento de esos ojos en las órbitas, que en el pasado se proponían aterrar a la burguesía con su mecánica ferocidad, y hoy aterrar al proletariado. Conocemos ese puño siempre cerrado en amenaza.
“[…] Ya entonces era, como lo es hoy, el tipo concentrado del pequeño burgués italiano, rabioso, feroz mezcla de todos los detritus dejados en el suelo nacional por los varios siglos de dominio de los extranjeros y del clero: no podía ser el jefe del proletariado; se convirtió en el dictador de la burguesía, que ama los rostros feroces […], que espera ver en la clase obrera el mismo terror que ella sentía por el giro de aquellos ojos y por aquel puño amenazador.
“[…] Benito Mussolini ha conquistado el gobierno y lo mantiene con la represión más violenta y arbitraria. No ha tenido que organizar una clase, sino sólo el personal de una administración. […] Su doctrina está enteramente contenida en la máscara física, en el rodar de los ojos en las órbitas, en el puño siempre dispuesto a la amenaza…
“Estos espectáculos no son nuevos para Roma. Roma ha visto a Rómulo, ha visto a César Augusto y ha visto, en su ocaso, a Rómulo Augusto”
Antonio Gramsci: “Jefe”, L´Ordine Nuovo, 1 de marzo de 1924.

29 de abril de 1945: ejecución y posterior escarnio del “duce” Benito Mussolini. Anuncio para los neofascismos contemporáneos

Inmediatamente después de ser detenido el “Duce” (1), Benito Mussolini, en el monte Gran Sasso –configurado orográficamente como un macizo de los Apeninos, en la sierra de los montes Abruzos-, fue rescatado por paracaidistas alemanes de las SS.

SS son las siglas de las Schutzstaffel, organización paramilitar, policial, política, penitenciaria y de seguridad, al servicio de Adolf Hitler y del Partido Nacionalsocialista en la Alemania nazi, después trasladadas a toda la Europa ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Estas fuerzas especiales fueron las que liberaron a Mussolini llevándoselo a Münich, donde se entrevistó con el Führer (2) nazi Adolf Hitler. Éste repuso, casi inmediatamente, al “Duce” en una localización limitada de Italia.

Mussolini anunció la constitución de la República Social instalada en Saló –provincia de Brescia, en Lombardía, en la orilla occidental del lago de Garda, norte de Italia-. Esto fue el fantasmagórico espectro de una ilusión de poder. Mientras tanto, toda Italia se debatía en una guerra civil. En el Norte, los “neofascistas” perseguían a los antifascistas y a los que consideraban “fascistas traidores”, y en el Sur los antifascistas combatían a todos los fascistas.

En un gesto que más que nada denota venganza política, un renovado y, a su vez alicaído, Duce ordenó el apresamiento de los miembros del Gran Consejo Fascista que habían votado en contra suya y lo había destituido, alojándolo, como se dijo, en el Gran Sasso. Hizo comparecer a los miembros del Gran Consejo, que lo quiso desplazar, ante un tribunal militar en Verona. Decidió el fusilamiento, entre otros, de su yerno Galeazzo Ciano –quien se hacía llamar, ampulosamente e invocando prosapia nobiliaria, “Conde”-, el excuadrunviro Emilio de Bono, Luciano Gottardi, Giovanni Marinelli y Carlo Pareschi (11 de enero de 1944).

Los aliados, sin prisa y sin pausa, seguían avanzando después de los desembarcos en las ciudades costeras de la región del Lacio de Anzio y Nettuno. Se entablaron algunas de las batallas más cruentas y duraderas de la gran contienda: Montecassino, también llamadas batalla de Roma y batalla de Cassino. Fueron, en realidad, una serie de cuatro batallas encaradas por los aliados con la intención de atravesar la Línea Gustav y tomar Roma. Triunfaron los aliados, y comenzó el repliegue forzado del ejército alemán.

Celebrando la liberación de Roma del fascismo

El 4 de junio de 1944 los aliados ocuparon Roma.

En abril de 1945, observando la inminencia de la catástrofe final, Mussolini convocó a su desgreñado gabinete para comunicarle su decisión de marchar hacia Milán para, posteriormente, dirigirse a Suiza.

En primera instancia el Duce se instala en la prefectura milanesa, pero al darse cuenta de lo comprometido de la situación, pretendió entregarles el poder a los socialistas o a los democristianos.

Mientras los aliados entraban en Bolonia, la capital histórica de la región Emilio-Romaña, norte de Italia. El 25 de abril, el Comité de Liberación Nacional asumía todos los poderes civiles y militares, organizando consejos de guerra y tribunales populares.

Mussolini y Claretta Petacci

Mussolini quiso gestionar, en términos aceptables, su rendición. La respuesta fue: rendición incondicional. A partir de allí la huida despavorida. Había que alcanzar, a cualquier costo -como única tabla de salvación- Suiza. Encontró la frontera cerrada; entonces, Mussolini retrocedió y se unió con su amante: Claretta Petacci.

Los guerrilleros italianos, que controlaban la situación, dejaban salir de Italia a los alemanes, no así a los italianos. El 28 de abril, uno de los partigiani italianos –castellanizado partisano, es un combatiente organizado en guerrillas que, generalmente, se opuso a un ejército de ocupación y un resistente contra el fascismo-, reconoció a Mussolini en uno de los camiones que intentaba trasponer la frontera y estaba siendo requisado. Mussolini permaneció inmóvil dentro de su ridículo disfraz de soldado.

Partisanos

Los guerrilleros trataron de evitar que Mussolini fuera juzgado por los triunfantes aliados. A las 16:00 llega al caserío de Bonzanigo en el Lago Como, Lombardía, el llamado “coronel Valerio” (el futuro diputado y senador comunista Walter Audisio). Éste entra a la habitación donde estaban capturados el Duce y Claretta, los engaña presentándose como libertador y los introduce en un automóvil. Junto con otros dos Partigiani, Pietro Gatti y Aldo Lampredi, emprenden el camino hacia Dongo, también un pueblo de la provincia de Como, en la Lombardía. Pero en un momento dado, tras recorrer medio kilómetro, Valerio ordena detener el vehículo frente a la verja de un jardín donde han brotado las primeras flores de aquella primavera tardía. Empuja a Mussolini y a Claretta hasta la tapia, junto a la verja. Les comunicó que “por orden de la jefatura del Cuerpo de Voluntarios de la Libertad debía hacer justicia en nombre del pueblo italiano”. Dispara con la metralleta, que se encasquilla. Echa mano a la pistola que lleva al cinto. Son las 16:10. Claretta se había abrazado a su amante y ambos cayeron abatidos.

Al día siguiente, en Dongo se ejecutaron otros jerarcas: Starace, Scorza y Pavolini, últimos secretarios generales del partido Fascista. Los cadáveres de Mussolini y Claretta son llevados a Milán y expuestos, colgados por los pies para que resulte más macabro el espectáculo, en una gasolinera, en Piazzale Loreto, lugar simbólico donde el 14 de agosto de 1944 habían sido asesinados, por represalia y como muestra de impotencia, quince partigiani. La mano de una mujer recoge la falda de la Petacci, para cubrirla. Un solo gesto piadoso de una anónima pueblerina. De todos modos, fueron objeto de la más morbosa o satisfecha curiosidad popular.

Notas:
1.- Duce (aprox. Caudillo): es una derivación de la voz latina clásica dux / duce, denotaba el rango militar de general, donde dux, a su vez, deriva su semántica del verbo duco: guiar desde adelante, en oposición a ago: guiar desde atrás. De esta manera “el que guía adelante” denotaría originalmente a un guía militar o caudillo. Los máximos dirigentes de Venecia, Génova y otras repúblicas renacentistas italianas eran llamados dux (en latín), doge (en véneto o ligur). El término duce volvió a utilizarse en Italia como parte del reavivamiento nacionalista del siglo XIX para referirse a los grandes caudillos nacionales como Giuseppe Garibaldi y, poco más tarde, el poeta Gabriele D´Annuncio. Luego, hasta el rey Víctor Manuel era conocido como el duce supremo, en referencia a su cargo de comandante en jefe de las fuerzas armadas italianas.
2.- Führer: es una palabra alemana que significa guía, dirigente, caudillo o conductor. Políticamente fue el cargo gubernamental en reemplazo al de presidente del Reich de Alemania en 1933, tras la llegada de Adolf Hitler al poder el 2 de agosto de 1934. También fue traducido como “líder”.

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