Entrevista a Erik Valenčič

Entrevista a Erik Valenčič

Por Miguel A. Fernández*

Con el autor de Las sombras no arden, publicado por Descontrol ediciones, 2023

Erik Valenčič es periodista, reportero de guerra, autor de documentales, escritor y productor. En 2011 publicó su primer libro: El asedio de Gaza. Matando al pueblo palestino. Más tarde realizó dos películas documentales de gran repercusión: La coalición del odio (2014), que investigaba a los grupos neonazis y racistas, galardonada por la CIRCOM Regional; y Los frentes del Kurdistán (2015), que recibió el premio por logros especiales de la Asociación de Periodistas de Eslovenia. Estos días se encuentra en España para promocionar su libro Las sombras no arden, publicado por la Editorial Descontrol y aprovechamos para quedar con él en la sede madrileña de la Fundación Anselmo Lorenzo, un espacio que, según sus palabras, le encanta.

Has estado en Palestina hace algunos años y fuiste expulsado por Israel por intentar contar lo que estaba ocurriendo allí. La primera pregunta es evidente, pues Gaza vuelve a estar de actualidad: como periodista que conoce bien el terreno, ¿puedes contarnos cómo ves lo que está ocurriendo ahora mismo allí?

Si miramos a Palestina, Israel y los territorios ocupados, para mí, en realidad, eso es una especie de espejo del mundo, que nos muestra la hipocresía, la doble cara de todo occidente, de Israel, de los Estados Unidos, de la Unión Europea, de Rusia y China; también de todos los regímenes árabes… Los palestinos son un reflejo del mundo en el sentido de que son sacrificados delante de nuestros propios ojos y nadie hace nada. Yo, por ejemplo, ahora mismo no sé lo que está pasando allí con mis amigos, con mi familia, pero lo que más me duele de esta masacre de la que estamos siendo testigos en Europa, es que no hay voluntad política para llamar genocidio al genocidio y crímenes de guerra a los crímenes de guerra. Es una locura que nos va a acabar tragando.

Además de reportero y escritor te consideras, o te has considerado, anarquista y activista. En España tenemos muy poca información actual de los países surgidos de la antigua Yugoslavia. Sí, tenemos una ligera idea de cómo es Serbia, por supuesto; también algo de Kosovo, Bosnia o Croacia… pero no sabemos prácticamente nada de Eslovenia, poco más allá de esa idílica imagen del paraíso turístico, con sus montañas y tal… Y eso en cuanto a una idea básica del país, que si habláramos de los movimientos sociales o incluso de de aquellos relacionados con el anarquismo local, nuestro desconocimiento es ya supino. ¿Nos puedes aportar unas pinceladas acerca de la realidad social y del movimiento anarquista local, si es que existe? También si hay algún tipo de sindicalismo cercano a lo que entendemos aquí por anarcosindicalismo o sindicalismo revolucionario.

Si miramos a los países que rodean Eslovenia, podemos ver que todos tienen en el poder a partidos de derecha o extrema derecha. Ese no es el caso en Eslovenia, que tiene una tradición antifascista muy potente. Pienso que eso está muy metido en la cabeza de la gente y de algún modo nos define. Nosotros como sociedad no soportamos cualquier forma de fascismo. Por poner un ejemplo, en Eslovenia tenemos un partido de derechas, muy de derechas, el SDS, que en los últimos años ha estado dos veces en el poder, pero no como consecuencia de haber sido elegido en las elecciones, sino como consecuencia de crisis que se han producido en el país. Bien, las dos veces que este partido ha estado en el gobierno se han desarrollado manifestaciones multitudinarias que se han prolongado en el tiempo. La última vez, entre los años 2020 y 2022 hubo 105 viernes consecutivos de acciones en contra de este régimen de extrema derecha.

Es verdad que la eslovena es una sociedad muy pequeña, pero al mismo tiempo es bastante heterogénea y cuenta con muchos colectivos sociales de diferente tipo que normalmente se ponen las pilas si es necesario actuar frente a los intentos de implantar un autoritarismo local. Y los anarquistas, por supuesto existen y trabajan en y con estos colectivos, pero de anarcosindicalismo no se puede hablar en Eslovenia. No hay comparación posible, por ejemplo con la CNT, que forma parte de vuestra historia y nos inspira.

Un ejemplo reciente de la presencia de los anarquistas en nuestro país es la feria del libro anarquista de los Balcanes, que es rotatoria y cada año se realiza en un país de los Balcanes desde el 2003. La primera se celebró en Liubliana y este año, como 20 aniversario, ha vuelto a celebrarse en la capital eslovena siendo todo un éxito. Había colectivos de absolutamente todos los Balcanes, y no sólo, también de Austria, de Alemania, de Italia, de Bielorrusia, de EEUU, de Chile también, incluso de Barcelona había algún colectivo. Reunió cientos de personas.

«Las sombras no arden se puede leer como thriller, como advertencia o como manual de guerrilla urbana»

Metiéndonos ya en la novela, dices que, aunque la empezaste en el 2003 o 2004, pero que el impulso definitivo para ponerte con ella se produjo a raíz de la crisis mundial del 2008-2009, un período al que siguieron movilizaciones sociales en todo el planeta. Aquí en España, no sé si lo conoces, tuvimos el 15M, que luego se reprodujo en otros países con experiencias como las de los diferentes Occupy (Wall Street, London, etc). De alguna manera todo ese movimiento social, dices, te empuja a escribir el libro. Ahora la situación es muy diferente: si antes las plazas y calles estaban repletas de gente indignada, ahora nos encontramos precisamente en una fase de reflujo, de desmovilización. Si hubieras escrito la novela ahora, ¿habría sido diferente? Porque de alguna manera la chispa para escribirla surge de ahí ¿no? de la crisis financiera mundial y las revueltas inmediatamente posteriores.

Bueno, no sé, Seguramente si lo escribiese ahora, destacaría mucho más la lucha contra la extrema derecha, contra el neofascismo que crece por todas partes en Europa y los protagonistas de la novela se ocuparían mucho más de ello. Es verdad que los personajes del libro, por otra parte, atacan a elementos que, en realidad provocan la crisis y que sacan a la superficie este fascismo, así que, desde este punto de vista, el libro no está obsoleto, no creo que hubiera variado mucho.

Dices en algún lado, que no te consideras pacifista, y la novela es bastante explícita con el tema de la violencia: los propios protagonistas van pasando de una serie de acciones más espectaculares o de tipo situacionista a otras que se pueden considerar de guerrilla urbana. Y de hecho, cuentas que, para documentarte y hacer más realista el texto, has llegado a descargarte algunos manuales de ese tipo. ¿Qué opinas al respecto? ¿Crees que la violencia puede llegar a estar justificada?

Teniendo en cuenta que llevo 20 años yendo a territorios en conflicto o en guerra, sé cómo es este mundo, y aquí podemos relacionarlo otra vez con lo que hemos dicho antes de que todos somos Palestina. Entonces, no defiendo la violencia por sí misma, la violencia por el simple acto de la violencia, pero no soy pacifista porque me lo prohíben la historia y la lógica. Lo de si la violencia está justificada o no, en realidad no es una cuestión importante porque siempre ha existido, y mientras exista el contexto, las circunstancias la causan, seguirá existiendo violencia. Desde este punto de vista, este libro se puede entender de diferentes formas: como un thriller, como una advertencia de lo que puede llegar a ocurrir o también como un manual de guerrilla urbana. De todas formas, siempre me ha interesado mucho más la estrategia que la ideología. La ideología es realidad es sólo una plataforma con la que queremos construir un mundo mejor pero cómo hacerlo es una cuestión de estrategia y esa hay que analizar en cada caso concreto.

Afirmas también que el libro no está destinado al consumo masivo sino a las personas que valoran el pensamiento radical y conocen su historia, a quienes se identifican con los movimientos sociales radicales. Desde ese punto de vista, ¿qué crees que aporta tu libro a ese público objetivo?

Vengo de movimientos activistas y siempre destaco que estuve en Génova en el año 2021. Me di cuenta muy rápido de cómo funciona el mundo, de lo cruel que es. Mi historia activista me hizo darme cuenta de cómo funcionan las cosas. Aprendí cómo el sistema intenta arrebatarnos la historia de los movimientos sociales radicales y manipularla. Entiendo que lo que hay que hacer es utilizar las herramientas que tenemos a nuestro alcance: libros, documentales… y tratar de evadir la censura que existe para dejar plasmada esta historia silenciada. El objetivo del libro, o al menos uno de los objetivos principales, es ocuparse de que estas ideas radicales que aparecen en el libro, muchas de ellas en forma de citas, lleguen a la gente. Y el libro puede funcionar también como plataforma desde la que saltar y descubrir otros libros.

Por cierto, yo asistí un año a la facultad de ciencias sociales. Después de ese año, me quedó perfectamente claro qué era lo que quería el sistema de mí y dejé la facultad y, de alguna forma, podría decir que este libro es una especie de licenciatura en la universidad [Risas].

El libro Las sombras no arden finaliza con un “continuará”. Tenemos que esperar a la segunda parte para conocer el desenlace de las andanzas de este colectivo antisistema que campa por sus páginas. Bueno, en esloveno ya está publicado ¿no? Y parece que Descontrol trabaja ya también en su traducción al castellano, ¿Qué podemos esperar de esa segunda entrega? Eso sí, no nos destripes el final, eh [Risas].

Este libro se escribió con mucha ira, pero la segunda parte es mucho más intensa y en ella, los protagonistas van hasta las últimas consecuencias. En ella, hay un capítulo, por ejemplo, en el que se muestra cómo todo el sistema político gobernante aprovecha estas acciones de la guerrilla urbana en su provecho, para manipularlas y sacar beneficio político. Eso es algo de lo que tenemos una buena ristra de experiencias históricas, de cómo los gobiernos aprovechan situaciones similares para atacar a intelectuales, sindicatos, y cualquier cosa que tenga la etiqueta de izquierda. En fin, ni este libro, ni la segunda parte en realidad, dan respuestas completas. Son reflexiones personales acerca de los movimientos radicales, con las que, más que ofrecer respuestas, me cuestiono muchas cosas.

Venga, pues para acabar, me gustaría que nos contaras algo de esa afición peculiar que tienes en tu tiempo libre, la de consumir hongos alucinógenos. Tú cuéntame lo que quieras, luego ya veré si lo incluyo en la entrevista o no [Risas].

En realidad, eso lo puse al final de un currículum muy largo, a la editorial le pareció curioso y acabó incluyéndolo como algo importante [Risas]. Ahora en serio, en los últimos 20 años de mi vida, he pasado al menos cinco de ellos en situaciones de guerra. Como consecuencia, arrastro una serie de traumas que se han manifestado en conductas autodestructivas, como por ejemplo con el alcoholismo. Entonces, mi enfoque con los hongos alucinógenos es puramente curativo: he dejado de beber alcohol gracias a ellos y me acepto mucho mejor a mí mismo, me llevo mucho mejor, me soporto mucho más. De hecho, no soy el único que ha tenido este enfoque con los hongos o que los toma como forma de sanación.

En Eslovenia, también aquí, en España, está muy presente el problema de la ansiedad y la depresión, especialmente entre los jóvenes y parece que la única solución es empastillarse, tomar antidepresivos, tranquilizantes y demás. Es jodido. Por una parte, a los jóvenes se les dice que todos los problemas del mundo recaen sobre sus hombros, y al mismo tiempo les dan antidepresivos y tranquilizantes para sobrellevarlo. Yo prefiero los hongos, además son muy divertidos y eso es muy, muy importante en este mundo jodidamente loco [Risas].

* Fundación Anselmo Lorenzo

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