Epistolo a los Morronchos
Me dirijo a vosotros, bobalicones, simples, sin malicia, desde este montecillo de tierra que en el siglo XI fue cabeza de uno de los muchos reinos que se formaron de las ruinas del califato de Córdoba, Morón.
Al final del texto, os pasaré y haré besar como personas devotas y fundamentalistas que sois, un poco de madera del garrote vil que se hizo famoso en tiempo cercano, y hoy, ya santo, y que en la cárcel de Carabanchel, en Madrid, se pasaban los presos de la Política, la galería de maricones y comunes, para quitarse las lombrices del culo.
Los presos políticos eran de los pocos que tenían separada la cabeza con el tronco; y la vida se movía mientras lloraban los ojos de los comunes y los maricones.
Ahora, que vemos que el pueblo solícito en votar mayoría suplica látigo corto como el de las caballerías, y no aborto para las domingas y ferias del sexo, tendremos que ir despetalando la rosa de los vientos en cada una de las treinta y dos partes en que está dividida.
Mientras, los decretos se van cagando en intervalos como la cuarta anterior o posterior de la escala musical, como bestias enganchadas inmediatamente del tronco cuando hay en el tiro o gobierno otra delante de ellos; un rocín de medio cuerpo, guíando los destinos de tanto hombre corto, necio.
La vida chochea, caducan los viejos. Que “hay que cocer polla, Amada”, como dijo el Amado a la Amada en la noche de los sentidos, de vacaciones en Las Moradas de Teresa .Que el Amado se acostó desnudo, la Amada tenía vergüenza y no quería acostar; el Amado llama con testo místico: “vente a acostar, Amada”; la Amada dice: “no me quiero acostar”; hasta que a él se le levantó, diciendo: “elevada la tengo, Amada mía”, y la Amada maravillada la asió por la mano, guiándola hasta los labihendidos de sus posaderas, o parte hueca del candelero donde entra la vela, cubriéndose de polvo, echándose el ave sobre los huevos, como Angélica a Medoro.
Ya sabéis. Ya veis: Que hay morondanga en las actuaciones sociales y culturales ( premios nacionales de morondanga, leyes de morondanga, noveluchas y cuentos de morondanga, música y teatro de morondanga), para dogos, perros caseros y chuchos a quienes se trata con regalo y con cariño como a las mancebas y los hijoputas.
Que sabemos que os encanta el golpe dado con la mano de canto en la nuca, sobre todo cuando cada una de las cuatro partes en que se divide la noche copula entre cada dos lunas nuevas, y más especialmente la segunda y cuarta de ellas, en cuarteto de sexo mayor con postura erótica para cuatro labios, besando la parte media entre la primera articulación y la corona del rabo.
Si ponéis atención, escuchareis de vosotros mismos el borborigmo, ruido sordo que se produce en los intestinos, que os dice:
“-Cuarterón, hijo de mestiza y blanco; cuarterona, hija de blanca y mestizo, sois”
“Que tenemos que volver, como los herejes, a fijar la Pascua en la luna de marzo, aunque no caiga en domingo; como nos dice Domingo Cuasimodo, paisano, “Cuclillo”, marido de adúltera, que en orden del tiempo ocupa un cuarto lugar familiar, y aserra en cruz una enteriza de madera, dedicándose a la medición de toneles, cubos, etc.”
Hermanos momios, cucarros, escarabajas, seguid e imitad a vuestros hermanos vestidos de cura o de fraile que doblan el cuerpo y las piernas de manera que las nalgas descansen en los calcañares. Cuchichiad como canta la perdiz pollierguida, tiesa y levantada de polla en las hojas y ramitas de los árboles que parecen navajitas o cortaplumas cortando cudría, o soguilla de esparto crudo con que se ensogan los serones y espuertas.
Que ya sabéis, como cuenta el refrán y la anécdota, de aquel gran don Alonso Gregorio, arzobispo, que convidó a su mesa a los jurados de Andorra, villa de Aragón, y en toda la comida no pidieron de beber, de cortedad y vergüenza; después, sedientos, se fueron al río Guadalquivir, sobre el que pasaba un cucharal, bolso de piel de cabrito en que los pastores guardan las cucharas, y se echaron de bruces y de pechos al agua para beber y matar su sed, como cuchareteando, metiendo y sacando su lengua cuchara.
Rebuznad, hermanas y hermanos, como lo hacen los Asnos de don Quijote y Sancho Panza, con un rabo con cuarta parte del volumen y peso que la hogaza bajo el brazo. Azotaos con la manta del Burro y dirigid vuestros pasos alternativamente hacia uno y otro lado, como en política, para vencer más fácilmente la pendiente, o evitar que os atolléis en los caminos de vía muerta.
Rebuznad mientras lleváis el tabaco a la mortaja, papel en que se envuelve el cigarro. Sois un pueblo boquera, boqueado que abrís la boca como abertura en las heredades cercadas para que entren los ganados que nos gobiernan. Y vosotras, boquiconejunas, de boca parecida a la del conejo, que sois como un frescor de boca, obedientes a la mano que os da tocino en morral de rastrojo en popa de vahído, dad un euro por el ajo, aunque no seáis amigas de él.
Y no olvidéis, vosotros y vosotras todos, que la Libertad es la que sana, y no el palo de la Estaca.
Cuadro de Agostino Carracci.