Erase una vez un (supuesto) sinvergüenza con bigote: a (des)propósito de Aznar
Erase una vez un (supuesto) sinvergüenza con bigote, del que se cuenta demasiado poco, si lo comparamos con lo que se puede narrar. El supuesto sinvergüenza nació en la capital del reino submarino de España, llamado así desde hace unos años, precisamente relacionados con su “obra”, por hallarse sumergido bajo el mar de la miseria y el paro. De él y su bigote se rumorea (ya saben…rumore…rumore) una bonita historia, que muchos susurran y pocos expresan, que lo achacan no a un rasgo estiloso sino a un labio superior, partido por otro varón (sin bigote y sin “b”) ante la actitud pesada del susodicho con una fémina de vida distraída, hecho que sucedió, según los mismos rumores, en la nocturnidad de Valladolid.
Como la Wikipedia es muy sufrida, si buscamos información sobre este individuo (el supuesto sinvergüenza con bigote, no el partidor de labios) nos encontraremos un rancio pasado (lo de rancio nunca fue mejor empleado): poseedor de la desfasada y devaluada denominación de origen de “político español”, el sesudo ejemplar intelectual ostenta el título de padre de familia de tres hijos (y un yerno con cara de Mortadelo, sin Filemón, en versión te-lo-juro-por-snoopy, del que en la segunda entrega de este artículo relataremos andanzas y vinculación con supuestos delitos); licenciado en derecho por la Universidad Complutense de Madrid (que en realidad debería llamarse “Computense” ya que estudiar en ella, por lo que se ve, computa para obtener cargos vitalicios, muy bien remunerados y obtener un salvoconducto para hacer el ridículo social más allá de nuestras fronteras); presidente, entre 1990 y 2004, del partido popular (que es partido porque, aunque se empeñen en ocultarlo, hay tantas facciones/fracciones como escándalos, y es popular, mucho, pero en los top ten de imputados e impresentables con cargo y coche oficial); presidente del (des)gobierno del reino submarino (cuando aún navegaba por encima de la procelosa mar del pseudo estado del bienestar) entre 1996 y 2004; presidente de la Junta de Castilla León, en cuya época, cuentan los rumores, mostró su insistente intención de suplir su escasa y física estatura con gestos de divinidad y power-ranger del panorama político, llegándose a decir que, en las sobremesas de las comidas de empresa-política, llegó a creerse la reencarnación, con apéndice capilar, del rey Fernando III de Castilla y, en la actualidad, Wikipedia dixit, presidente de la Fundación para el análisis y los estudios sociales (tan gran nombre es para referirse a un emporio de intrincados entresijos, la FAES, nido acogedor de políticos con aspiración a eternizar sus sueldos y primas, injerto casero, al más puro estilo spanglish, con pretensiones de ser la versión “olé mi spain” de un think-thank.
La misma fuente cibernética nos ofrece una reseña de su vida que no tiene desperdicio: “Nieto de Manuel Aznar Zubigaray, periodista, político y diplomático navarro e hijo del también periodista Manuel Aznar Acedo, que durante la dictadura ocupó diversos cargos en organismos de radiodifusión y propaganda. Durante su juventud, militó en el Frente de Estudiantes Sindicalistas (FES), sindicato estudiantil que fue embrión de Falange Española Independiente (FEI). Aznar fue uno de los muchos responsables del FES que dirigieron una actitud crítica hacia el franquismo postrero y su fachada política, el Movimiento Nacional, y que reivindicaban el pensamiento original del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Esta afiliación juvenil dejó paso a un pensamiento demócrata y conservador”. Hay que tener valor, cibernético, para catalogar de “demócrata y conservador” el (supuesto) pensamiento, más bien la ausencia de ello, y el talante del señor en cuestión.
Lo que imagino que no cabe en la Wikipedia, por muy sufrida que sea, es la información que ni ella ni las memorias con las que el señor del bigote nos viene amenazando y que saldrán en unos días a la luz pública (una luz oscura y manipulada, por cierto) en forma de primer volumen (¿con cuántos nos castigará?) editado por sus amigos de Planeta. Las memorias del señor del bigote no son el primer intento, perpetrado por él mismo, para darse el autobombo que necesitan los políticos mediocres que, careciendo totalmente de cualquier carisma y liderazgo, necesitan buscar peso y proyección en la política exterior (lo que, en su caso, le llevo a injertarse un sobrero tejano en la extremidad supuestamente pensante); practicar hasta la extenuación (no de él sino de quienes le sufrimos en su “reinado”) el autoritarismo y el yo-mi-me-conmigo y, como colofón, el control más tendencioso de los poderes mediáticos. Antes de este intento (¿por qué le llaman memorias cuando quieren decir manual de incertezas y egocentrismo?) hubo otro realmente curioso. Cuentan, otra vez los rumores, que hace un año, una señora con nombre de duquesa con medias de rejilla, gesto de muñeca barriguitas crecida y manoletinas de brocado, Cayetana Álvarez de Toledo, se disponía a redactar la biografía del señor del bigote. Los amigos del señor (es decir, los deudores de sus numerosos favores, pólizas de seguro que él fue fabricando para, cuando abandonase la presidencia del gobierno, obtener réditos vitalicios) le llamaron una biografía imparcial, hecho sospechoso ya que de una biografía, a no ser que se dé por supuesto su tanto por ciento elevado de mentiras, no se dice imparcial porque es un rasgo que se le supone.
Pero, en este caso, el adjetivo era indispensable: la imparcial biógrafa había hecho carretón político en el pp, recomendada por el ppeppero de cara afable, flequillo a un lado y sonrisa profident, Acebes, quien, a su vez, recogió la tarjeta de recomendación emitida por otro espécimen, una especia a “des”-proteger: Pedro J. Ramírez. Extrañamente, la imparcial biógrafa, por arte de la magia que solo la varita mágica del pp atesora, iba en el lugar décimo de la candidatura, por Madrid, al congreso de los diputados. La improvisada escritora, cuentan los rumores, aterrizó en el top-ten no por sus habilidades sino porque fue directa y explícitamente rechazada por el pp de Ávila, donde querían colocarla. Para darnos una idea de la imparcialidad y la calidad escritoril de la descrita, baste decir que el señor del bigote, así lo afirman algunos autores [1], era quien tenía que llamar a las víctimas-fuentes que debían ser entrevistadas para loar al futuro biografiado, para rogar encarecidamente que estos le abrieran la puerta y la escuchasen. Finalmente, y como prueba de que existe la fortuna, la biografía imparcial del señor imparcial no vio ni la luz ni la oscuridad pública.
Si bien el intento hace un año fracasó, el empeño del señor del bigote, con mucho tiempo libre dado su trabajo de consultor y sesudo ideante de estrategias (¿?), ha dado fruto (en mi opinión el fruto debe ser un melón de varios tomos) y, si una catástrofe editorial no lo remedia, el día 26 de los presentes (día nacional del “porque yo lo valgo”) habrá una mesa enorme, con contertulios que se emocionarán mientras loan al del bigote y releen pasajes, escogidos “al aznar”, digo “al azar”, donde se narran con imparcialidad las grande dotes del señor-no-muy-alto.
Y por si creíamos que en pleno 2012 los secretos editoriales no pueden ser sospechosamente revelados, nos llegan, a través de los medios de (des)información, entre ellos EL MUNDO, algunas perlas que aparecerán en la inverazgrafia MEMORIAS I:
“La decisión más difícil que he tomado en mi vida fue la de mantener mi compromiso de no presentarme a un tercer mandato”
Sin comentarios. Resulta gravísimo reconocer, por escrito y sin vergüenza, que la decisión más difícil de una vida es iniciar el “mono” de la abstinencia del poder. Ni que decir tiene que tras el “poder”, el que le dio su cargo y el que él se procuró, debía haber algo muy tentador como para que la abstinencia fuera tan difícil, ¿verdad?
“La historia demuestra que, pasado un tiempo, uno se acaba convirtiendo más en un mecanismo de resistencia que en un factor de innovación”
Y dale. Y dale. Uno lo que se acaba convirtiendo, en su caso, no es en un mecanismo, sino en un mecano y no de resistencia, sino de obediencia, a Bush (a quien hizo la pelota más que un alumno con un 4,90 a su profesor de matemáticas) y a otros “poderosos”. No crea que olvidamos que hace años usted escribió un artículo (insufrible, por cierto) en LE FIGARO para mostrar su tristeza ante el fin del mandato de ese político-muestra de lo que no ha de ser un político, Bush, con un título pelota y tendencioso: LO QUE DEBEMOS A BUSH. Usted se lo debería, y mucho, no el mundo, que acabó bastante peor en general como consecuencia de los despropósitos del yanki en cuestión. Hay que ser miope y pelota para decir sobre él, y por escrito, que “trazó el camino que debemos seguir en estos tiempos oscuros y difíciles” o que ““la Historia rendirá justicia” al republicano, aunque ahora no se reconozcan sus contribuciones a “defender la causa de la libertad”. Sin comentarios.
“Por encima de la gestión de mi propia pasión política, me preguntaba si la idea de dejar el gobierno después de ocho años sería una decisión acertada para España”
Y dale. Y dale. En lugar de hacerse auto-preguntas, ¿por qué no se molestó en preguntarnos a nosotros, a esa España a la que usted creía estar salvando? Le hubiéramos respondido con un “váyase, señor del bigote, váyase de una puñetera vez, a Texas o a Pernambuco.
TO BE CONTINUED, antes del día de publicación de la gran obra de las MEMORIAS DE AZNAR, en la segunda parte de este artículo.
* Publicado en La Mosca Roja