Es coja la poesía
Un muchacho guardaba unos originales de Poesía, para, llegado el día, publicarles. El muchacho, poco versado, y a quien visité un día que estaba enfermo, me contó que los poetas encumbrados son unos insolentes; que a los que empezamos, estos ermitaños del verso nos hacen tirar de las yeguas del verbo, y así descalabrarnos o perniquebrarnos; que por eso para él no había más género poético que el de las coplas de pie quebrado, que son las que se forman con versos largos en combinación con otros pequeños a capricho del poeta; y que por eso me decía “Es coja la Poesía”.
Me decía, también, que muchos poetas famosos, aun con el llavero del Nobel en el bolsillo, habían pacido en muchos sembrados y siempre seguían la huella del Asno institucionalizado; huella que, por otra parte, les llevaba a alcanzar una lentejuela o porreta del Poema.
Yo, para consolarle, le dije que había otra métrica, otro metro; el verso libre y el Haiku. Este elemento artístico que ayuda a la memoria del Tao: camino, vía, método y doctrina; y cuyo significado depende del contexto.
El muchacho se mostró complaciente y me dijo:
-De estos versos dame hartos.
Yo le hice esta gracia, dejándole estos Haikus:
El peló un gallo
Hechura de la muerte.
Muerte quebrada.
El: ¿Quieres venir?
Ella le dijo que sí.
Burro de albarda.
Un haz de leña
Y el viejo cansado.
Luna lunera.
Facinerosos
Y gente de mal vivir.
Rucia es la patria.
En olla, polla.
En el suelo la lanza.
Cabeza hueca.
Reímos. Y , casi sin terminar el destornille, le prometí buscarle un buen editor que le sacase de esta vida de afán poético.