Felipe VI 2022 o cómo huir de Carmen Calvo

Felipe VI 2022 o cómo huir de Carmen Calvo

Por Domingo Sanz. LQSomos.

Aunque usted, que está leyendo, no se lo crea, no todo en el Reino de España es impunidad en la cima y corrupción por llanos y laderas.

Por tanto, comenzaré por los números del discurso porque creo que, si al menos en la Ley Electoral, los políticos respetaran la justicia aritmética, se habrían visto obligados a aprender la asignatura de negociar, esa tan necesaria y que tantas veces suspenden. Y, lo que es peor, si por casualidad consiguen enhebrar un Gobierno de Coalición Progresista, van los de la oposición y se dedican a gritar tan alto que Sánchez y los suyos solo se dan cuenta, pero demasiado tarde, de que han decidido romper la baraja empleando (esta vez) a togados caducados y sinvergüenzas.

Disculpe la incomodidad de este paréntesis, aunque es necesario para contextualizar el discurso. ¿Recuerda usted quienes gobernaban hace 86 años? Muy ilusionados, estaban practicando las primeras clases del curso de coaliciones de gobierno que les había tocado en el sorteo en el que ellos y sus adversarios habían decidido participar en buena lid un 16 de febrero y los perdedores, como no tenían togados indecentes y/o algunas leyes importantes eran mejores que las de hoy al no permitir ciertas aberraciones, decidieron borrar leyes vigentes y matar montones de vidas de manera tajante, con militares armados, que hablan menos, pero disparan mucho.

Porque, ya que estamos hablando de palabras, si quien lo hace pronuncia pocas podría estar anunciando peligro.

Entonces es cuando, no con cierta preocupación, compruebo que, aunque siguen venciendo por goleada en el campeonato de la brevedad amenazante las 661 palabras del único discurso pronunciado un 3 de octubre, las 1.444 del de ayer significan dos cosas: no solo 108 por debajo de la media de palabras de los otros 8 navideños, sino, además, que pase a ser el tercero más breve de los de este grupo.

¿Y sabe usted cuáles fueron los otros dos discursos más breves de Felipe VI?

Pues el de las navidades de 2017 (1.425 palabras), y el de las de 2018 (1.273), el primero con los líderes del Proces recién detenidos o exiliados y, el segundo, además, con el osado Quim Torra presidiendo la Generalitat.

¿A que ahora, a usted que está leyendo, ya no le parece tanta casualidad que el primer año en el que Felipe VI vuelve a ser breve, sea el mismo en el que el director medio “tapado” de los togados indecentes, un tal Núñez Feijóo, haya declarado que con Sánchez la democracia española está más en peligro que con aquellos catalanes rebeldes? ¿O fue también Lambán, hace unos días, mal hablando de aquellas Primarias de 2017 en el mismo PSOE de Sánchez?

¡¡Cuanto ruido, pero cuánta coincidencia!!

Lo dicho: las órdenes, ya se sabe, serán más tajantes cuantas menos palabras gasten, y aquella noche de octubre de 2017 muchos veíamos a un MASUFA*, por muy disfrazado de civil que apareciera en TV, y más ahora, tras habernos enterado de la que tenía montada el JEMAD Alejandre para reducir, incluso a cenizas, a toda persona que intentara resistirse a las órdenes de aquel orador breve y televisivo, el mismo que el de cada Nochebuena.

Sigamos con los números de las palabras.

Con una diferencia significativa, “democracia”, “Constitución” (aunque no “Tribunal Constitucional”, por supuesto) y “Europa” han sido las palabras que más veces ha pronunciado, si comparamos con los ocho navideños anteriores. Como lo de “Europa” tiene su explicación en el dinero que nos están enviando para salir de la crisis, me ceñiré a las otras dos.

“Democracia” la ha pronunciado 1 vez cada 206 palabras, mientras que la media en el resto de discursos navideños lo fue una 1 cada 828. Por tanto, al rey de España se le puede considerar casi un converso al sistema político más extendido por el mundo y del que ahora tanto presume. También lo hacen los dictadores, aunque añaden apellidos como “orgánica”, por ejemplo.

Volvamos a las coincidencias: si el número de veces que en un discurso del rey se pronuncian ciertas palabras fundamentales es un indicador del peligro que considera que corren, conviene recordar que, durante el discurso más breve, el de aquel 3-O de 2017, “democracia” salió de su boca solo 2 veces, y en el de anoche fueron 7, y eso que entonces ardía Catalunya y hoy tenemos comida familiar, pero la pregunta es obligada y directa al propio Felipe VI.

¿A quién está haciendo usted más caso cuando redacta sus discursos, al presidente del Gobierno o al líder del PP?

Con la palabra “Constitución” ocurre algo parecido: anoche la pronunció una vez cada 241 palabras y, en el resto de discursos navideños, una vez cada 776 también de media. Pero, “¡¡¡ver para creer!!!”, cuánto vuelven a coincidir las coincidencias, que quizás por eso “causalidad” y “casualidad” sean palabras mucho más parecidas fonéticamente de lo que significan.

Resulta que aquel 3 de octubre pronunció el rey la palabra “Constitución” una vez cada 220 palabras, récord absoluto, y quien podría negar que, en aquel momento, una Constitución que bate récords de inmovilismo textual entre los países de esta Europa de la que tanto presume Felipe VI, estaba corriendo el “gravísimo” peligro de tener que actualizarse.

Qué pena, una vez más, que en lugar de eso el presidente Rajoy, sin duda con la complicidad del rey y de un PSOE en la oposición que no hizo nada valiente para impedirlo**, encargaran la solución de un conflicto político a los intérpretes de una ley antigua, en lugar de a quienes, como personas que han convocado y convencido a la voluntad popular para gestionar y legislar, tienen la obligación de hacerlo. Si una empresa que no fuera un despacho de abogados lo judicializara todo, se arruinaría.

¿O es que acaso algunos políticos se meten de cuerpo entero en política para poder meter la mano en la caja? Es que he descubierto que entre 2000 y 2020 en España se ha “celebrado” con ocultación y alevosía un caso de corrupción política cada menos de dos días, y eso es mucho más una trama organizada que 3.743 casualidades.

Termino con lo de la “Constitución” y leo frases en el discurso real.

“Tampoco podemos renunciar a que las cosas puedan cambiar y mejorar”.

“La transformación y modernización de España de las últimas cuatro décadas”.

“Han pasado ya casi 45*** años desde la aprobación de las Constitución y claro que han cambiado y seguirán cambiando muchas cosas”.

“Debemos seguir compartiendo objetivos con un permanente espíritu de renovación y adaptación a los tiempos”.

Leídas las cuales, y teniendo en cuenta que este rey, por edad, no se puede sentir tan identificado con la Constitución como, por ejemplo, se sentía su padre (peligro, si ha llegado hasta aquí con la lectura, no se me rompa de risa) podría haber seguido con unas palabras también solemnes, como estas:

“Por tanto, animo a los portadores de la voluntad popular expresada en las urnas a que inicien los debates para actualizar su texto, sin limitaciones de ninguna clase, pues, además de que estamos a la cola de Europa en lo de actualizar y tanta pereza podría costarnos dinero, proclamo solemnemente que la sociedad española de hoy es tan capaz como lo fue la de ayer para dotarse de una nueva Constitución adaptada a los tiempos y que bla, bla, bla…y bla”.

Y me paro, porque no estoy ante el teclado para echar una mano a alguien que solo piensa en sí mismo, porque en cambio, lo que sí dijo fue que “el espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido”.

Desconfiando ante tal canto al inmovilismo legislativo, para salir de dudas traduzco en forma de preguntas:

¿A que es verdad, Felipe VI, que uno de los “principios” y/o “fundamentos” de la Constitución que tanto defiende es la Monarquía que usted y su familia disfrutan particularmente, para siempre, sin las impertinentes urnas de por medio, sin que les falte de nada y más que nadie, con diferencia infinita?

¿Y a que también es verdad, Felipe VI, que para usted no es ni tan de “principios” ni tan “fundamental” el artículo 14 de esa misma Constitución, porque usted sabe perfectamente que no hay ley que pueda llevarle a usted a la cárcel, aunque acabara usted con las vidas de diez españolas y diez españoles mañana mismo, delante de mil jueces y mil policías?

Eso sí, para que no podamos reírnos tanto de usted he podido comprobar que no se le ha colado en su discurso aquella frase del segundo de los delincuentes que le precedió en la jefatura de este mismo Estado español, su propio padre de usted, cuando dijo aquello de que “todos somos iguales ante la ley” y España se dividió en dos partes: la de los incautos y la de los incrédulos.

Ahora acabo de recordar porqué he escrito Carmen Calvo al principio, la exvicepresidenta que está disfrutando de un excelente otoño plagado de libertades personales el voto y la palabra.

Pero ya he hablado bastante por hoy, y a la exvicepresidenta se han referido otros de manera mucho más breve y, además, con mensaje al Gobierno.

Lo puede comprobar aquí mismo: https://www.diariodemallorca.es/mallorca/2022/12/24/profesionales-juridicos-baleares-proponen-rey-80368630.html

No se lo pierda y, si le gusta, no se lo quede todo para usted, pues puede compartirlo sin perder su parte.

*MASUFA: Mando Supremo de las Fuerzas Armadas. Título II de la Constitución “De la Corona”. Artículo 62. “Corresponde al Rey… h) El mando supremo de las Fuerzas Armadas. Es decir, MASUFA para abreviar.

**Nada hizo el PSOE por evitar el desastre durante el gobierno de Rajoy, como nada han hecho, que hubieran podido, los cinco magistrados “progresistas” del TC, ni un lunes ni un miércoles, por impedir el golpe a la democracia, ese sí, del que para siempre serán cómplices por omisión. Su simple ausencia, que no habría tenido consecuencias personales de ninguna clase, habría impedido el quórum y, con ello, mandado al traste la maniobra de los seis de la peor derecha, incluidos los dos caducados.

***Hasta el rey corrompe la aritmética en el Reino de España. Frente al “Han pasado ya casi 45 años…” resulta un 94% más correcto decir “Acaban de pasar 44 años…” pues es público y notorio que hace menos de 20 días que se ha celebrado ese aniversario y, por lo tanto, de esos “45 que ya casi” todavía nos falta por recorrer el 94% del camino. Hasta el punto de que, si quisiéramos, el de ayer podría convertirse en el último discurso de uno que, como Felipe VI, o no sabe contar, o le da igual lo que tiene que decir por la tele, o ambas cosas a la vez.

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