Galicia y los esclavos republicanos del franquismo
Maryssa Ruiz*. LQSomos. Agosto 2017
Galicia fue uno de los lugares donde el franquismo más campos de concentración instaló y aunque en 1947 fueron la mayoría desmantelados, lo cierto es que hasta bien entrada la década de los sesenta se utilizaban a esclavos del Régimen para importantes construcciones que Franco creyó pertinente realizar.
Fueron nueve los campos de concentración instalados en Galicia (Lavacolla, Cedeira, Ferrol, Camposancos, Muros, Rianxo, Ribadeo, Santa María de Oia y Celanova) pero fue Lavacolla el que acogió a un mayor número de represaliados llegando a superar los 3.000 hombres, quienes participaron en la construcción de una escuela de aviación y futuro aeropuerto, así como diversas edificaciones más.
En 1935 se había inaugurado en este lugar un campo de vuelo, lo que supuso después el deseo de las autoridades franquistas de crear una academia de aviación. El campo de Lavacolla se cerró en 1939 pero a los pocos meses se crearon centros de batallones de trabajos forzados en los que los prisioneros pasaban verdaderas calamidades y eran tratados prácticamente como ganado careciendo de cualquier comida decente así como de los derechos que tanto les pertenecían.
Desde 1940 varios batallones de esclavos trabajaron muy duro en las instalaciones con el objetivo de convertir Lavacolla en un aeropuerto transoceánico. Las autoridades franquistas instalaron a los trabajadores en una fábrica de encurtidos en los que las condiciones de vida eran realmente pésimas ya que el hacinamiento y la falta de higiene fueron los causantes de diversas enfermedades y posterior muerte de muchos de los valientes que allí se encontraban y cuyo único delito había sido luchar por la libertad y la justicia.
Según el testimonio de uno de los prisioneros destinados a la creación del aeropuerto de Santiago, el batallón de la mañana tenía que estar formado a las 5 de la madrugada, habiendo tomado nada más que un cazo de café que bien podía ser agua estancada, y tenían que andar hasta llegar al tajo unos tres kilómetros aproximadamente. El segundo batallón entraba a la una del medio día hasta las nueve de la noche recibiendo como cena unas simples coles cocidas que habían entrado en estado de putrefacción. El trabajo era realmente agobiante ya que había que cavar y cargar de ocho a diez vagonetas de metro y medio de tierra para llevarlas por una vía allanando diversos cerros, sufrían las condiciones meteorológicas y apenas les daban ropas con las cuales protegerse además de ser brutalmente torturados o golpeados si intentaban escapar. Las palizas eran continuas y el abuso de autoridad se hacía presente cuando sin motivo los guardias franquistas escogían a varios trabajadores y les obligaban a quitarse la ropa y cantar `el cara al sol´ delante de todos sus compañeros alegando que podían hacer con ellos lo que querían porque eran los `ganadores de una guerra necesaria´.
Otras de las muchas obras gallegas construidas por esclavos republicanos son El obispado de Ourense o el Pazo de Adai (Lugo), ambas fueron testigos mudos de cómo un Régimen demoledor se encargó de humillar y obligar a humildes hombres a trabajar sin descanso para cumplir los deseos de un criminal acomplejado que solo sabía acabar con todo aquel que defendía la democracia.
Son muchas las edificaciones en este país construidas con el sudor y la sangre de nobles hombres que fueron masacrados, y muchos asesinados, por complacer los deseos de una dictadura que a fecha de hoy sigue más viva que nunca bajo el manto de una falsa democracia que se refugia dentro de una constitución cuya mayoría de artículos son vulnerados a diario por las autoridades que nos gobiernan.
¡NI OLVIDO, NI PERDÓN!
Hace unos días estuve en Santiestevo en la Ribera Sacra y subí al barco turístico Del Río Sil, me gusto que la guía informará “que la presa fue construida por más de dos mil esclavos franquistas, republicanos de la zona y otros” Es importante hacerlo saber.