Hacia la 55 Bienal de Venecia: el puente cubano
Falta menos de un mes para la apertura del Palacio enciclopédico de Venecia. El proyecto inconcluso de museo de Maurino Auriti en el siglo XX ha sido retomado por el curador Massimiliano, para la presentación de unos 150 artistas de 37 países en la ciudad italiana de los canales. Al desempolvar esta idea de 1955, justo en la 55 edición de la Bienal de las artes en ese país, descartó la construcción del edificio de 136 pisos que había proyectado Auriti para la ciudad de Washington, y rápidamente fabricó la metáfora de una colección imaginaria del saber conformada a partir de una visión universal y totalizadora del arte y de la humanidad.
El director de la muestra, a quien se le recuerda como organizador del espacio “La Zona” en el aniversario 50 del evento veneciano, y como curador de la exposición itinerante de arte contemporáneo Manifiesta 5 y la IV Bienal de Berlín, busca que el centro histórico de la ciudad italiana se convierta, de junio a noviembre, en un espacio para “soñar con una imagen del mundo capaz de sintetizar su infinita variedad y riqueza” (1) . El imperativo, según argumenta, surge en medio del diluvio de información circulante entre una región y otra del planeta y, en consecuencia, de la necesidad de estructurar la conciencia en sistemas omnicomprensivos e interconectados.
Así, en el Arsenale, una de las dos sedes más importantes de la Bienal, las obras quedarán dispuestas siguiendo un orden progresivo, de las formas naturales a las artificiales, en un principio combinatorio de objetos e imágenes heterogéneas que intenta esbozar aquellas “nuevas representaciones” en función de una arquitectura del pensamiento “tan fantástica como delirante”. El curador de la mostra, consciente de que esta armazón enciclopédica puede terminar siendo espléndida y compleja en la misma medida que frágil —un inventario del arte y el conocimiento de la humanidad es hoy, a todas luces, inviable—, profundiza en los terrenos de la imaginación y de los imaginarios, desde un punto de vista antropológico.
Está por comprobarse si, al menos en este espacio, la Bienal de Venecia—que en total acogerá a creadores de unos 88 países— logrará superar las críticas que ha venido recibiendo en los últimos años, respecto a la extensísima selección de los proyectos participantes y la frecuente desarticulación de las obras que se reúnen en torno a una misma línea conceptual. Sin embargo, en el stament de un evento que, por añadidura, se considera uno de los más conservadores de los de su clase, salta a la vista la mención reiterada del carácter inclusivo que tendrá la edición 55.
En este contexto, aparece por primera vez el nombre de Cuba dentro de la lista de países que ocuparán espacios privilegiados en el área de los Giardini, muy próxima a la basílica de San Marco. Si recordamos que desde hace más de medio siglo un grupo de naciones como EE.UU., Gran Bretaña, España y Austria, exhiben permanentemente en los locales más importantes de la Bienal; y si tomamos en cuenta que hasta ahora la Isla ha sido representada allí por un número reducido de artistas en algunas ediciones, podríamos esperar que las diferencias entre outsider e insider mencionadas también por Goini para aludir a lo que se promueve o no en el arte, no se revelen del modo acostumbrado.
En el Museo de Arqueología, ubicado en uno de los corredores de los edificios conocidos como las Procuradurías Nuevas (a la izquierda de la iglesia bizantina), se presentarán los trabajos de seis artistas contemporáneos cubanos. Las obras de los nacionales se insertarán en el hábitat “natural” de sarcófagos egipcios, mármoles griegos e imágenes de generales romanos, como respuesta al interés de la Bienal por hacer evidentes los rizomas que convierten al arte del presente en una continuidad del arte del pasado. Para la selección de obras de los cubanos, Jorge Fernández, director del Centro Wifredo Lam de La Habana, tuvo en cuenta, además, lo que Paolo Baratta, presidente del evento italiano, denomina “el deseo de poner a los creadores en perspectiva histórica y de encontrar afinidades recíprocas”.
La perversión de lo clásico: anarquía de los relatos, título con que se ha identificado el conjunto donde estará representada Cuba, asume, al decir de Fernández, el reto de convivir con la atmósfera, las estructuras y el peso simbólico de la colección del Museo. Al parecer, la estrategia diseñada para ello recae fundamentalmente en el cuestionamiento de paradigmas clásicos de la historia, el arte, la política y el conocimiento.
El busto de Karl Marx manchado con tinta roja, que Lázaro Saavedra exhibiera por primera vez a finales de la década de los 80 en la Galería Habana, sobresale entre las piezas de esta selección. Ahora moldeado en resina, el rostro del filósofo alemán será puesto al nivel de otras cabezas de emperadores y militares romanos que se muestran en el Museo de Arqueología. Asimismo, “Detector de ideologías”, otra conocidísima pieza del artista, será transformada para simular una tarja de mármol. La tercera obra de Saavedra, que se presentará en la Sala Didáctica de la institución italiana, es un video-instalación donde el autor reflexiona sobre el sentido de la propia Bienal, la función de las grandes instituciones de arte y su condición de creador.
Aun cuando toman como punto de partida sus experiencias de vida en Cuba, la universalidad que alcanzan las piezas de Liudmila y Nelson, Sandra Ramos, María Magdalena Campos, Antonio Eligio Fernández (Tonel) y Glenda León, determinó su incorporación a La perversión de lo clásico. Los primeros, llevan a Venecia una pieza de la serie Absolut Revolution, en la cual la Plaza de la Revoluciónde La Habana aparece circundada por agua de mar. La representación de una isla dentro de otra isla, donde solo permanece en pie la elevada torre de la Plaza y la estatua de José Martí, puede leerse, tanto en Cuba como en la ciudad italiana de la Bienal, en las mismas claves del poema virgiliano (2) que reza en sus primeros versos: “Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer/ hubiera podido dormir a pierna suelta”.
Como la obra de Liudmila y Nelson, uno de los trabajos de Sandra Ramos que se expondrá en Venecia ha sido exhibido antes en Cuba (3). En 2012, el Museo Nacional de Bellas Artes acogió la muestra Puentes: entre cercanías y lejanías llevadas a cabo, que incluía una pasarela con cajas de luz alegórica al espacio que separa las costas de la Isla y las de la Florida. Además de aquella obra, otro puente que enlaza imaginariamente a Italia con la península balcánica, ha sido diseñado para repensar el fenómeno migratorio en el paisaje de la 55 Bienal. Con toda intención, Ramos decidió que nuevos puentes en una ciudad donde este tipo de estructura arquitectónica constituye un elemento esencial, remitirían a la importancia de la comunicación en la solución de conflictos y tensiones histórico-políticas.
María Magdalena y su esposo Neil Leonard colocarán la instalación “54+1=55” en la Sala de los Emperadores Romanos del Museo. Desde el título, los artistas anuncian que la propia Bienal de Venecia será objeto de atención en su proyecto. En este caso, jaulas de pájaros encierran imágenes diversas: desde turistas que visitan la ciudad italiana, hasta las propias esculturas romanas con las que su obra comparte espacio. Valiéndose de pantallas y sonido, Campos y Leonard exhortan a pensar el fenómeno de la transterritorialidad, asunto que también saltará a la Plaza San Marco cuando tenga lugar el performance “FeFa”, protagonizado por la propia María Magdalena.
Jorge Fernández ha decidido sustituir una de las esculturas que permanecen habitualmente en las escaleras del Museo de Arqueología por un ladrillo desnudo sobre el cual fue pintada en colores la bandera cubana. Se trata de “Constructivo”, una obra de Tonel (4) que remite al panorama inacabado de las ciudades en la Isla, cuyo valor fundamental radica en el ejercicio de síntesis. De este artista también se mostrarán en Venecia “Autorretrato a los 50 años” e “Iluminación”. La elección de esta última pieza manifiesta abiertamente el interés por dialogar con el tema central de la Bienal, pues el libro, como objeto y símbolo de la cultura, sirve aquí para poner en tela de juicio la perennidad de los receptáculos del saber tradicionales.
“Música de las esferas”, pieza con la cual asistirá Glenda León a Venecia, intenta demostrar, por su parte, cómo las problemáticas y realidades de entornos locales pueden trascender hacia el escenario global. La caja de música de esta artista, del mismo modo que el resto de las piezas de La perversión de lo clásico, responde a lo que Tonel llamaría: un viaje del cuerpo individual y del cuerpo de la nación hacia lo universal y lo cósmico.
En el Museo de Arqueología, además de las obras de los cubanos, se exhibirán trabajos de otra decena de artistas, entre los que sobresalen el austriaco Herman Nitsch y los portugueses Pedro Costa y Rui Chafes.
Dentro del Pabellón Latinoamericano (zona del Arsenale), e invitado por el curador Alfons Hug (Bienal de Sao Pablo, 2002 y 2004; Bienal del Fin del Mundo, 2009, etc.), el joven Humberto Díaz completará la representación de la Isla en Venecia, poniendo a consideración del público su gigantesca instalación 150 metros de soga.
Notas:
1. Massimiliano : “Il Palazzo enciclopédico”. Disponible en http://www.labiennale.org/it/arte/esposizione//
2. Virgilio Piñera: “La isla en peso”, 1943.
3. Estos artistas participaron en las muestras oficiales de la 11 Bienal de La Habana.
4. La pieza fue exhibida en la galería Factoría Habana, como parte de la exposición El viaje (paredes que hablan), que concluyó en marzo de 2013.