Homínidas
Nònimo Lustre*. LQS. Enero 2021
El poste sobre la jibarización de las Diosas Madres fue un tributo a la irritante moda occidental de comenzar la casa por el tejado. Es decir, a inaugurar un relato sobre la evolución del Homo sapiens comenzando por la mitología -léase, religión de los pueblos subalternos. Para ser sincero, todo ello, lo cónsono y lo irritante, se inscribe en mi preocupación por la influencia del marco cultural en el desarrollo de las investigaciones aparentemente más alejadas de la actualidad (o moda) del momento, así este momento dure medio siglo. Aunque, a priori, ello no signifique ninguna ventaja ni desventaja investigativa, mi hipótesis es sencilla: la mujer ha aparecido en los papers paleontológico-arqueológicos gracias a que la cultura contemporánea ha ‘descubierto’ que la mujer existe y que tuvo/tiene una existencia primigenia.
Para avanzar en esta hipótesis, hay muchas aproximaciones. La que hemos escogido hoy es la iconográfica. Por ello, nos preguntamos: en la plástica y, sobre todo, en la gráfica contemporánea, ¿cómo se ha descrito a la mujer ‘más primitiva’? Un somero escrutinio sobre las imágenes de los homínidos nos señala que la mujer homínida está siempre infra-representada. Es más, encontrar las ilustraciones de este poste no ha sido fácil, pese a que los dibujos sobre los homínidos son muy abundantes y muy fáciles de encontrar. Por esta dificultad no sobrevenida sino temida de antemano, comenzaremos repitiendo una imagen (a la izquierda) proveniente del antecitado poste.
Es probable que esta imagen perturbe al espectador contemporáneo por la depilación de los senos. ¿Estamos ante una convención moderna deudora de la corrección politica o los senos pelados son una realidad anatómica? No es fácil responder, en especial cuando ambas opciones pueden ser complementarias pero, mayormente, porque con semejante disquisición anatómica caemos en uno de los inconvenientes que planean sobre la cuestión femenina; a saber, su excesiva vision biologización. La pequeña historia del feminismo parece señalarnos que el énfasis recurrente en la sexualidad, la maternidad y la reproducción en general no han sido eficaces a la hora de plantear la igualdad entre los géneros.
En Bad Hair Days in the Paleolithic: Modern (Re)Constructions of the Cave Man (1999), la antropóloga Judith C. Herman estudia las variantes que las imágenes de las pilosidades de los ‘cavernícolas’ han experimentado a lo largo del siglo XX y nos recuerda que el pelo de los tejidos blandos está ausente de los registros arqueológicos. Como no sabemos con absoluta certeza si las homínidas eran tan peludas como los homínidos, todas sus representaciones son necesariamente arbitrarias -las de las hembras y las de los machos-.
Si son raras las imágenes de las homínidas, aún más lo son aquellas en las que aparece lactante o con bebés. No obstante, algunas hemos encontrado. Por ejemplo, la “imagen de cabecera” de este poste.
Por el contrario, abundan las ‘reconstrucciones’ de homínidas como parejas de sus machos. ¿Huelga añadir que en ellas predomina un paternalismo explícito? Véase en la imagen de la izquierda.
Aunque hay curiosas excepciones, como la de abajo, en la que una señora con extremidades, abdomen y senos ‘modernos’ y sin apenas caderas, vigila a los carroñeros al mismo tiempo que se apresta a la defensa de su botín… y de su partenaire de cacería. Fijémonos en un detalle: el macho lleva el pelo corto y la hembra, largo. Ridículo, sexista, anacrónico y arbitrario.
No obstante, es frecuente encontrar imágenes de madres lampiñas, una incongruencia en el mundo homínido demasiado deudora de la adaptación a la modernidad. Y un disparate por su genuflexión ante lo anatómicamente moderno.
Finalmente, un cuadro en el que ambos, hembra y macho, comparten peinado y barba facial pero en el que el macho marcha delante armado mientras que la hembra bastante tiene con llevar su prominente barriga -para no repetirnos, olvidemos que las extremidades de ambos, piernas largas y brazos nada simiescos, son absurdamente modernas-. Al igual que en el ejemplo anterior, no hay evidencias de que ese fuera el comportamiento habitual en las marchas (o nomadeos) de los homínidos.
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