Hoy morirá “Vulcano”
“Vulcano” es el nombre del toro que hoy será torturado a fondo y ejecutado en Tordesillas (Valladolid), si nadie lo impide; y no creo que lo haya, los de Tordesillas son muy suyos con las cosas de jugar. Puestos a ser mastuerzos, lo son como el que más, sin ningún género de dudas. “Vulcano” será este año el aciago protagonista del lamentable espectáculo del “Toro de la Vega”. El animal no ha hecho nada para merecer ese atroz castigo, salvo nacer en un país donde la extrema crueldad con los animales forma parte del día a día y de una negra tradición.
Los defensores de los animales, que también los hay aunque menos, llevan tiempo protestando para que se acabe de una vez por todas con esa reliquia de un pasado brutal e ignominioso. Divertirse con el escarnio a un toro indefenso no resulta ser muy humano, por mucho que lo quieran disfrazar de ritual antropológico los admiradores de este circo. En efecto, conscientes de la impopularidad de su deleznable fiesta, los de Tordesillas temen la posibilidad de que un día u otro les prohíban la matanza que tanto les divierte. Así pues, han pasado al contraataque. Un troglodita llamado Miguel Angel Quintana, profesor de ¡Etica! y otros licenciados de su jaez, han suscrito el “Manifiesto el Toro de la Vega” donde, además de otras enjundias, se afirma que ese siniestro ceremonial “saca lo mejor del ser humano”(sic).
Nada se habla del alcohol embrutecedor del “antes” y el “después”, por parte de los actores de la masacre. Antes para darse valor y después para celebrar la muerte de la res. Luego se comerán los 570 kilos del toro en forma de estofado. Y así se cierra el círculo de la ignominia.
Curiosamente, este Miguel Angel Quintana forma parte del núcleo duro del exótico partido político UPyD, que lidera la espasmódica diputada Rosa Díez. En un alarde de calambre dialéctico, Díez acaba de declarar, respecto del referéndum sobre la independencia de Catalunya, “que se apoya el referéndum como se apoya la pena de muerte”. Lo suyo no parecen ser las sutilezas sino la sal gorda en profusión. Si a lo anterior sumamos las célebres y reiteradas declaraciones del congresista Tony Cantó, respecto a los derechos de los animales, tendremos un compendio definitorio y humanista de los líderes de ese establo. Por de pronto, “Vulcano” no se ha pronunciado en el asunto del referéndum de marras, pero ha sido condenado a muerte en Tordesillas sin comerlo ni beberlo. El PP y el PSOE también están de acuerdo en esto.
Las calles de Tordesillas estarán cerradas con parapetos de madera, para que no escape el toro que les proporcionará la excitación tan necesitada por el aburrimiento de la normalidad agropecuaria. No nos engañemos con eufemismos antropológicos que buscan justificar los injustificable. El Toro de la Vega es un juego iniciático de cafres que consiste en que los mozos del pueblo deben matar el toro a lanzazos. Y así demostrar a la comunidad, y sobre todo a las mujeres disponibles, que el viril alanceador final “tiene más cojones que el toro”. Lo cual no quiere decir que ese alanceador definitivo no pueda ser un eyaculador precoz o cualquier cosa por el estilo; y por eso precise demostrar que no lo es con el duro revestimiento del héroe.
Y así llegamos a la esencia de las España profunda y carpetovetónica. Aquí siempre ha sido cosa de testículos y no de cerebro. Así nos va.
