¿Dialogo o debate?
El presidente Nicolás Maduro ha llamado a todos los sectores al diálogo. En reiteradas ocasiones se ha reunido con la oposición, empresarios, autoridades electas en la Asamblea Nacional, gobernaciones o alcaldías, así como gremios, federaciones o asociaciones.
Encuentros en Miraflores y Conferencias de Paz se han dado en diferentes estados. Todo, con el fin de profundizar un diálogo en los temas más importantes de la actualidad, sin condiciones, con amplitud y propiciado principalmente por el Gobierno Bolivariano.
Ahora bien, ante todo este panorama nos hemos enfrentado a un guarimbeo que ya se convierte en terrorismo jamás antes visto en Venezuela, un saboteo que atenta directamente contra el propio pueblo con atroces técnicas ya conocidas, apoyado por autoridades locales y regionales como el señor Henrique Capriles Radonski en Miranda.
Capriles ha ignorado y tratado de ridiculizar los llamados a diálogo del Presidente, sin embargo ahora tras la derrota inminente de la guarimba gracias al Pueblo y la gloriosa Fuerza Armada Nacional Bolivariana, viene con su prepotencia característica y como el propio niño malcriado, a pedir un debate.
¿Por qué dice que están las condiciones dadas para un debate? La razón es sencilla, él en su disociación psicótica omite que este año no es electoral, que el debate no es entre él y Maduro, que en fin, no se trata de un debate que lo haga protagonista, tal como lo desea un Capriles en decadencia.
El diálogo por el contrario, es con las fuerzas que mueven el país, con las organizaciones populares, con el pueblo y sus voceros, con la Patria.
Aunque parezca cuestión de semántica, no lo es: Aquí hay dos sistemas en pugna, pero también hay un gobierno constitucional que ha ganado las elecciones y un Plan de la Patria, legado del Comandante Chávez, que ya es Ley. Un Gobierno con tanta amplitud que llama al diálogo; pero que no se confundan.
El diálogo además, debe estar acompañado obligatoriamente con justicia y ante ella, el señor Capriles también tendrá que entregar cuentas.
San Carlos, Cojedes