Inconsistencias de una inédita agresión

Inconsistencias de una inédita agresión

Por Claudio Katz*

La guerra contra el pueblo que intenta Milei no tiene precedentes. Incentiva una superinflación que destruye los ingresos para favorecer a las grandes empresas. Privilegia al capital financiero, apuntala el agronegocio y afecta parcialmente a los industriales. No logra aún retribuciones por su sometimiento a Estados Unidos. Propicia el miedo y el autoritarismo, pero debutó con cuestionados decretos, fracasos represivos y orfandad callejera. Ha comenzado la resistencia y los desenlaces están abiertos

Primera parte…

En las primeras semanas de gobierno, Milei ha transparentado el descomunal atropello que pretende implementar. Ninguna denominación exagera esa ofensiva. Es ¨un plan de guerra contra la clase trabajadora¨, una ¨motosierra contra los desposeídos¨ y una ¨contrarreforma integral de la sociedad argentina¨. Aplica la doctrina neoliberal del shock con una virulencia nunca vista. Martínez de Hoz, el Rodrigazo, Menem o Macri son tibios antecedentes de la brutalidad en curso.

Milei espera consumar en un año, la cirugía del gasto público que el FMI propuso efectivizar a lo largo de un quinquenio. Proclama la conveniencia del sufrimiento y pronostica un desplome aún mayor de los ingresos populares, antes de lograr la prometida recuperación económica. Omite que esos padecimientos no se extenderán al puñado de poderosos que enriquece su gestión. También oculta el carácter innecesario y premeditado del daño que está provocando a toda la población.

El libertario presenta su mazazo como la única contención posible a una inminente catástrofe de la economía. Pero fundamenta ese diagnóstico con cifras disparatadas. Inventa una hiperinflación del 15 mil por ciento, déficits gemelos del 17% del PBI y advierte contra un encarecimiento del litro de leche de 400 a 60 mil pesos. Exagera alocadamente los desequilibrios de la herencia recibida para disimular la atrocidad de sus medidas.

En pocos días ha desmentido todos los mensajes de la campaña electoral. Sus decretos penalizan al grueso de la población y no a un puñado de políticos. Ya sustituyó las menciones de la ¨casta¨ por todo el Estado como destinatario del recorte. Ahora confiesa que su tijera se extenderá al sector privado, pero omite que los grandes grupos capitalistas quedan eximidos de ese ajuste.

Empobrecimiento general

Con el cuento de evitar una hiperinflación futura, Milei genera una superinflación inmediata. Comenzó con una mega devaluación del 100% que escaló la carestía al 25-30% mensual. Remediar con más inflación el peligro de ese flagelo es el primer absurdo de su programa.

Los precios de los alimentos se han disparado nuevamente por encima del promedio, amenazando la supervivencia de los sectores más humildes. Milei motoriza esa degradación, anulando todos los obstáculos legales al salvajismo del mercado (ley de abastecimiento y de góndolas). Eliminó las restricciones a la exportación de carne, para situar el precio de ese alimento en su impagable cotización internacional.

Ya se avizora un dramático salto en la pobreza, que en el primer trimestre del 2024 afectaría al 55-60% de la población. La irrelevante compensación que dispuso al recorte de los planes sociales desembocará en situaciones de subalimentación.

Los jubilados son nuevamente el segmento más golpeado. Milei soslayó el otorgamiento de los bonos, que periódicamente alivian a los perceptores del haber mínimo. Prepara, además, otro cambio en la fórmula de movilidad para castigar al sector más vulnerable de la sociedad. Ese ensañamiento apunta a recrear el fallido régimen de las AFJP (jubilación privada), alegando insuficiencia de fondos en la Seguridad Social. Omite que bastaría con restaurar las cargas patronales (que eliminó el menemismo y no repusieron sus sucesores) para equilibrar ese sistema.

La prioridad de Milei es precarizar el trabajo, aprovechando la demolición del costo laboral que impone la inflación. Con ese objetivo motoriza una reforma laboral que pulveriza las indemnizaciones, elimina la ultra actividad de los convenios y extiende los períodos de prueba.
La clase media será atropellada con tarifazos que duplicarán en el AMBA el precio del transporte. Sin apartarse del principio de nivelar para abajo, Milei argumenta que en el resto del país esas erogaciones son más elevadas. También apuntala la campaña de las empresas de medicina prepaga para apropiarse de la crema del mercado. Su decretazo les permitirá capturar a los afiliados de mayores ingresos de las obras sociales, para expulsar a los empobrecidos al infierno de hospitales públicos sin recursos. Esas compañías preparan su nuevo negocio con incrementos de cuotas del 40 o 50%.

La guadaña para los empleados públicos transita por congelar los sueldos en pleno aluvión inflacionario. Está en marcha el despido de los contratados y una purga posterior en numerosos organismos. También avanza la destrucción de la estructura científica, acorralando al CONICET a sobrevivir con seis meses de presupuesto.

El libertario promociona esta sangría denigrando el trabajo estatal y propiciando una confrontación con los asalariados del sector privado formal. Con ese objetivo autorizará para este segmento, la vigencia de las paritarias cortas con cláusulas gatillo, que proscribe en el universo público.

Aventuras y apropiaciones

Milei pretende consolidar la demolición del nivel de vida popular, con una recesión que genere altas tasas de desempleo. Espera disuadir la resistencia social con esa masa de desocupados. Menem recurrió a esa receta y su émulo la recrea, paralizando la obra pública y reduciendo las transferencias a las provincias. Ese vendaval provocaría, además, un masivo quebranto de las pequeñas empresas a favor de los grupos concentrados nacionales, que el libertario favorece anulando la ley de góndolas. Las compañías foráneas son premiadas con la eliminación de la ley de Compre argentino.

El ocupante de la Casa Rosada supone, que con esa topadora la economía encontrará un punto de inflexión, cuando la depresión pulverice el consumo interno. Prevé que la estabilidad monetaria inducirá en ese momento un ciclo de reactivación, manejado por los poderosos que sobrevivan al hundimiento del resto. Pero no computa la posibilidad de una estanflación perdurable por los desequilibrios que introduce su ajuste.

Si, por ejemplo, la recaudación decrece junto al declive del nivel de actividad más que el recorte del gasto público, la economía quedará entrampada en un círculo vicioso de sucesivas regresiones. También la inflación puede carcomer la devaluación y forzar en poco tiempo otro ajuste del tipo de cambio, con el consiguiente rebrote de los precios.

Estas eventualidades son conocidas, pero omitidas por el grueso de las clases dominantes. Todas sus fracciones sostienen la feroz arremetida del nuevo mandatario. Celebran la fenomenal transferencia regresiva de los ingresos que ha impuesto la remarcación de los precios.
Milei no disimula su convocatoria a reforzar la primacía económica de un grupo de empresas. El eje de su mega decreto son los cambios en el Código Civil y Comercial, que otorgan a esas compañías la última palabra en cualquier controversia jurídica. Para estabilizar un modelo neoliberal parecido al que impera en Chile, Colombia o Perú propicia el fulminante predominio del gran capital.

El libertario ya tiene preestablecidos a los ganadores de su partida. Diseña las privatizaciones a medida de esas firmas, mediante la conversión de las empresas públicas en sociedades anónimas. Cada capítulo de su mega decreto favorece a un grupo predeterminado.
La anulación de la ley de góndolas es para Coto, los cambios en los clubs de fútbol son para Macri, la remodelación del azúcar para Blaquier, la desregulación financiera para Galperín, el desmembramiento de YPF para Rocca y el descontrol de los alimentos para Arcor, Danone y Molinos.

También pone fin a las normas de los alquileres por pedido de la Cámara Inmobiliaria, Airbnb y Booking, avanza en la demolición de las obras sociales a favor de Osde, Swiss Medical, Galeno y Omint. La derogación de la Ley de Tierras es un presente para Joe Lewis y Luciano Benetton y las modificaciones del régimen farmacéutico se amoldan a Farmacity. La desregulación satelital ha sido explícitamente concebida a medida de Starlink.
En los grandes negocios irresueltos del extractivismo minero, el libertario hará lobby para sus candidatos mediante la desfinanciación de las provincias. Existe, además, una larga lista de empresas sin compradores que serán recortadas o cerradas (ferrocarriles, Aerolíneas, YCF, medios públicos). Ya se vislumbran también los conflictos entre apropiadores por las compañías más apetecidas (fondos buitres versus Techint por YPF).

La primacía de los financistas

El capital financiero tiene total preeminencia en un gabinete bendecido por el FMI. Los bancos festejan la desregulación de las tarjetas de crédito y la eliminación del tope a los intereses punitorios que pagan sus clientes.

Ese protagonismo financiero quedó explicitado, con la emisión de un nuevo bono para saldar la deuda del Estado con los importadores. Ese título (Bopreal) pretende resarcir a las empresas que adquirieron bienes del exterior, sin contar con las divisas que Massa rehuyó entregarles ante la forzosa carencia de reservas. Para remediar ese impago, los adalides de la austeridad fiscal vuelven a endeudar el Estado, con un bono por 30 mil millones de dólares, que cotiza en divisas y ofrece elevados rendimientos.

Pero el pasivo alegado para justificar esta nueva deuda pública no está documentado y su envergadura es un enigma. Los importadores proclaman distintas sumas para compensar operaciones muy dudosas. Es evidente que los montos están inflados e incluyen todo tipo de fraudes (autopréstamos con las casas matrices, sobrefacturación de precios de transferencia). Por simple petición de los capitalistas, el Estado asume nuevamente un compromiso que pagará toda la población. Aunque la estatización de esas deudas privadas no es aún explícita, se están creando las condiciones para ese traspaso.

Caputo no solo busca socorrer a sus amigos. También intenta iniciar la paulatina sustitución de la deuda pública en pesos por otra nominada en dólares. Gran parte del pasivo reclamado por los importadores está reciclado en el sistema bancario y quedó atado a la montaña de títulos públicos que acumulan las entidades (Leliqs). El ministro aspira a reconvertir esos papeles en bonos en dólares para priorizar las transacciones en divisas. Sustituiría los dólares frescos que no consiguió en el exterior por títulos estatales nominados en esa moneda.
Hasta ahora, el bono que emitió para los importadores no cuenta garantías significativas y tampoco puede ser objeto de litigio en tribunales internacionales. Su emisión es otra aventura del timbero que hundió al país durante la gestión de Macri.

Con esa colocación pretende iniciar un lanzamiento general de títulos en divisas, para contraer la masa total de pesos en circulación y dejar abierto un curso de eventual dolarización. Ese desemboque es concebido como coronación del proyecto neoliberal o como un recurso de emergencia, frente a corridas cambiarias o colapsos bancarios. Las señales de esa intención dolarizadora se verifican también en el desaliento a los depósitos en pesos (tasas de interés decrecientes) y en las nuevas normas de contratos en dólares (alquileres) o en sus equivalentes virtuales (bitcoins).

Pero Caputo juega con fuego al coquetear con una dolarización sin respaldo. No consiguió hasta ahora el auxilio externo de los fondos de inversión o del FMI, para atenuar el agujero de 10.000 millones en las reservas. Tan sólo espera inflar una burbuja con sus cómplices de la City, hasta que en abril ingresen las divisas de la cosecha.

Lo más insólito es el fundamento de su jugada en el saneamiento de las finanzas públicas. Un gobierno que destruye la economía en nombre de reducir el déficit fiscal, está montando un gigantesco agujero en el erario público. Sus voceros omiten que la mitad de los 5,5 puntos del PBI que pretenden recortar corresponde a intereses de la deuda. Ese pasivo volverá a escalar en forma incontrolable con las nuevas andanzas de un endeudador serial, que promete cuidar el gasto público, mientras despilfarra el dinero de todos los argentinos.

Guiños del agronegocio y la industria

Milei inauguró su mandato con la mega devaluación que exigían los exportadores del agro. Ya tenían el dólar soja que les otorgó Massa y ahora obtuvieron la cotización que ambicionan para sus ventas. Ese beneficio es solventado con el empobrecimiento de la población, que sufrió el inmediato traslado a los precios internos de la duplicada cotización del dólar. Nunca el país soportó un encarecimiento tan descontrolado de la comida para engordar a los terratenientes, los contratistas y los comercializadores de granos.

Con ese zarpazo comenzó el alineamiento estratégico de las cotizaciones internas de los alimentos y los combustibles con los promedios internacionales. Un territorio inmensamente rico en nutrientes y energía quedará habitado por pobladores subnutridos, que no pueden refrigerar o calefaccionar sus hogares.

Lo más chocante de este ajuste es su implementación en un año de cosecha récord, con novedoso excedente energético. Esos lucros serán embolsados por el puñado de privilegiados, que Milei defiende con elogios a la oligarquía que exterminó a los pueblos originarios. De esa devastación surgieron los latifundios que obstruyeron el desarrollo de Argentina.

Milei apuntala el agronegocio anulando la ley de fuego que limita el extractivismo. Como descree del cambio climático, fomenta la expansión de la frontera sojera a costa de los bosques. Auspicia esa primarización, promoviendo, además, el pernicioso acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea.

Ese favoritismo hacia el agro no está exento de conflictos, porque Milei es un servidor del capital financiero. Por eso sugirió un incremento de las retenciones, que la agroexportación eludió con maniobras de evasión (anotaron las ventas antes de la sanción de los nuevos impuestos). Paradójicamente, los entusiastas agrarios del ajuste ajeno, están molestos con el corte de las obras públicas que apuntalan sus negocios.

Con el sector industrial Milei afronta mayores tensiones. Su mega devaluación encareció las importaciones de insumos, sin favorecer las exportaciones fabriles. Introdujo, además, un llamativo incremento de los impuestos a esas ventas.

Gran parte de las regulaciones anuladas con el mega decreto presidencial, afectan a los regímenes de promoción industrial de las provincias. El anunciado encarecimiento de la energía erosionará la rentabilidad fabril y la abrupta apertura comercial podría generar una invasión de mercancías baratas. Mientras despotrica contra China, Milei crea las condiciones para esa mortífera llegada de importaciones asiáticas.

Pero las cúpulas de las Cámaras Industriales apoyan en forma abierta o silenciosa al gobierno por su fomento de la reforma laboral contra los trabajadores y por su aval a la remarcación de precios. Al igual que otras fracciones de la clase capitalista, los industriales privilegian el atropello contra los asalariados a la propia marcha de sus negocios.

Tres endebles pilares

Milei intenta reconfigurar la Argentina a puro decreto. Sin explicar cuál es la necesidad y la urgencia de modificar 300 leyes, enunció un paquetazo que usurpa las atribuciones del Congreso, avasalla la división de poderes y concentra la suma del poder público. Ha sido el primer tanteo del presidencialismo autoritario, que el libertario adelantó asumiendo la presidencia a espaldas del Parlamento. Ese simbólico ninguneo de los legisladores anticipó el expeditivo uso de la lapicera presidencial.

En su debut mezcla las leyes con los decretos como si fueran normas equivalentes. Apuesta a la docilidad de la justicia, al desconcierto de la oposición y al sostén de gobernadores, que facilitaron su captura de las comisiones del Senado. Espera concertar con la derecha peronista la gestación de un segundo menemato.

Milei retoma todos los enjuagues de la casta política para dilatar el tratamiento de su mega decreto. Por eso manipula el envío de ese proyecto al Parlamento y socava la formación de la comisión bicameral que tratará el tema. Busca empantanar el tema hasta marzo para imponer la vigencia del decretazo, recordando que el Congreso nunca rechazó un DNU relevante. Si esa maniobra falla, ya anunció que subirá la apuesta con la convocatoria a un plebiscito.

El libertario pretende repetir la trayectoria que siguió Yeltsin para destruir la Unión Soviética. Busca imponer una remodelación total de la sociedad, aprovechando el estupor, la pasividad y el rechazo al sistema político.

Pero en sus primeras semanas de gestión afronta múltiples adversidades. Los bloques de la oposición debaten estrategias para rechazar un decreto, que en los primeros sondeos es mayoritariamente objetado por la población.

Milei espera contrarrestar esa hostilidad con intimidaciones represivas. Es el segundo pilar de su andanada. Desplegó un gran operativo de amenazas para disuadir la realización de marchas opositoras, con un protocolo antipiquete concebido para prohibir las protestas, vulnerando todos los derechos constitucionales. Esa campaña de criminalización incluyó multas millonarias a los organizadores de las movilizaciones (y a otras agrupaciones que ni siquiera participaron de esos actos).

El nuevo mandatario se calzó también un patético disfraz de militar, para anunciar en Bahía Blanca que el Estado no puede socorrer a las víctimas de la tormenta. Olvidó esas carencias, cuando dispuso regalar a Ucrania dos helicópteros que se utilizan para emergencias climáticas.

El desbocado presidente no oculta su prioridad represiva. Su decretazo incluye fuertes restricciones al derecho de huelga en múltiples actividades. Espera contar con la cobertura de los medios y el sostén de la justicia para esa agresión. Como opción complementaria, imagina la repetición del modelo fujimorista de autoritarismo presidencial, con presencia callejera de la gendarmería. Pero los primeros tanteos de esa provocación han fallado. El protocolo antipiquete quedó anulado de hecho, en las protestas que ignoraron las directivas de Bullrich.

Como el dominio de las calles definirá quién gana la partida, Milei construye su tercer pilar en este último terreno. A diferencia de sus pares de otras latitudes, no cuenta con una fuerza derechista propia para confrontar con los sindicatos, los movimientos sociales, el kirchnerismo y la izquierda. Por eso intenta construir esas legiones con los recursos públicos desde el timón del Estado.

Su primer ensayo fue la ceremonia de asunción. La acotada masa de concurrentes entonó cánticos a favor del policía, con poco entusiasmo por el ajuste. Los votantes del libertario siguen imaginando que ese sacrificio lo pagará otro. Otro intento de gestar una marcha oficialista, en respuesta al debut de las protestas fue directamente desactivado, ante los indicios de apatía. Muy poca gente quiere vitorear por ahora a un demoledor del nivel vida.

Milei tampoco suma alianzas. Sus socios de la derecha esperan resultados antes de adoptar compromisos. El libertario forjó un gabinete con personajes impresentables, que desconocen el funcionamiento del Estado e improvisan directivas desde insólitos organismos, como el nuevo ministerio de Capital Humano. El presidente acompaña ese cambalache con enunciados místicos y esotéricos mensajes de conversión al judaísmo medieval… Continuará

* Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI

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