Israel se viste de Prada o ética para Ícaro

Israel se viste de Prada o ética para Ícaro

Israel se viste de Prada o ética para Ícaro

Por Jorge Izquierdo*

Ícaro tiene 21 años, es la autentica definición de  millennial. Cursa 3º  de Derecho, trabaja por las tardes, actualmente en una cómoda gestoría pero anteriormente lo hizo en el turno de noche de Mercabarna, de 12 de la noche a 7:00 de la mañana. Sin contrato, sin inspectores de trabajo.  Ícaro pese a estudiar derecho y saber lo que es un inspector de trabajo también sabe que no existen.   Ni están, ni se les espera. Permanente conectado a las redes sociales puede acceder en cualquier momento a cualquier tipo de información pero difícilmente leerá la prensa a la que considera un amasijo de publicidad que además no le interesa. De votar, que no lo hace, votaría al PP.

Una noche, no hace mucho, Ícaro entabla una conversación en la red social más potente y versátil del mundo: una  sobremesa. Uno de los  adultos habla, con pesar,  de lo que está sucediendo en Gaza. Ícaro responde veloz que es lo mismo que está sucediendo en otros países. Ni más ni menos. Recita a la guerra de Siria y también Ucrania. Uno podría pensar que Ícaro no sabe situar en el mapa a Siria, o incluso Israel pero lo sabe perfectamente. Es más, conoce perfectamente la situación de países como Rusia y Ucrania.  Así, habla con aburrimiento fingido sobre la duración del servicio militar en Rusia pues un ex-compañero suyo de instituto tuvo que ir a hacer el servicio miliar cuando le expulsaron del país. No, su excompañero, no estuvo destinado en Ucrania, lo mandaron a una ciudad de Siberia, no recuerda el nombre y muestra a los comensales algunas fotos de su amigo conduciendo una camioneta. Ícaro también tiene una amiga ucraniana que llegó a España huyendo de la guerra hace años. Alguien, otro adulto,  apunta que seguramente se trata de la Guerra del Dombás de 2014 que fue iniciada precisamente por Ucrania contra los “prorusos”, esto es, ciudadanos ucranianos. Ícaro zanja: una guerra en definitiva. Cuando se le señala que Europa, Estados Unidos, la OTAN y por tanto España están ayudando militarmente a Ucrania pero no a Palestina, se encoje de hombros y pregunta ¿Quién comenzó la guerra? Llegados a este punto, Ícaro intuye una respuesta larga y con su mano derecha aparta una cortina imaginaria para dejar claro, muy claro, que se trataba de una pregunta retorica. Los palestinos atacaron a Israel y ahora hay guerra.

Inútil intentar explicar la historia. La historia se conoce o no, igual que las matemáticas. Las matemáticas, la física o el inglés no se explican en una sobremesa. Uno de los primeros fakes fue hacernos creer que la Historia no es una ciencia. Ícaro y los  millennial, pero también generaciones pasadas, han estudiado historia de aquella manera: donde un siglo entero cabe en un máximo de cinco hojas de un libro de texto y donde nunca hay conclusiones y si las hay son geopolíticas. No hay ciencia, solamente pasado. Historia es igual a pasado. Cosas del pasado. Lo sé porque a mí me ocurrió lo mismo.

La conversación corre el peligro de convertirse en un frontón.  Ícaro no quiere saber lo que ocurrió en Palestina, no quiere saber que Israel cometió el primer atentado terrorista de la Historia y que ese atentado fue precisamente el detonante, nunca mejor dicho, de la declaración del Estado de Israel. Es historia, pero Ícaro la desconoce. De la misma forma que yo también la desconocía. Mi primera memoria arranca con los acuerdos de Camp David que yo me tragaba semanalmente. Nunca supe del atentado sionista hasta bien entrados los cuarenta años.

Israel se viste de Prada 

Mira esta foto, le dice alguien a Ícaro mientras le muestra la imagen en su móvil.  Se trata de unos hombres armados hasta los dientes y  vestidos con ropas de mujer. Los hombres se muestran sonrientes. Ícaro duda al ver la imagen pero al instante deja con desdén el móvil sobre la mesa. De alguna forma intuye que se trata de una trampa, una argucia para hacerle ver hasta que punto el terrorista es alguien que provoca muerte y dolor se vista como se vista. Son soldados israelís, dice el adulto, se sienten tan impunes que publican fotos en redes sociales a cara descubierta. Llevan medio año arrasando Palestina o lo que queda de ella, matando a diestro y siniestro. ¿Qué quieres que haga Israel? responde Ícaro y añade que en Palestina hay terroristas. Hamas es te-rro-rista, concluye mientras indisimuladamente mira el móvil para saber la hora.

Nelson Mandela también fue considerado terrorista por el gobierno sudafricano en los años 80. Pero Ícaro no ha oído nunca hablar de Sudáfrica ni del apartheid. Es mejor volver al presente, a la vestimenta de los soldados, al travestismo de unos hombres que podría parecer que acaban de jugar al airsfot pero van extrañamente vestidos. De repente el militarismo hollywoodense queda en suspenso para Ícaro. Las armas son de película y hasta el decorado lo parece. “Buenos contra malos”. Pero ¿Dónde están las ropas militares? ¿Dónde van estos tíos vestidos así? Hay algo soez en la imagen. ¿Han robado esas ropas a mujeres palestinas? ¿Se vistieron de mujer para llevar acabo un ataque?

A Israel hace tiempo que se la viste de Prada, dice la madre del chico mientras le acaricia el antebrazo. Nos han contado demasiadas veces que es la única democracia de Oriente y que prácticamente son europeos. Y quizás, ahí está el problema. Es una democracia y son europeos, como tú. Nunca me gustó.

Ícaro se gira hacía su madre. ¿Si? ¿Es malo ser una democracia y ser europeo? La mujer, sin inmutarse, mira a su hijo igual que siempre, como si no hubieran pasado dieciocho años desde que le pasaba la esponja por su cuerpecito blanco en una bañera de color azul. Cariño, la democracia al igual que Europa, está llena de cráteres. Democracia nueva, llena o menguante, está repleta de agujeros negros. ¿Te suena el islamismo? Bueno, pues  cuando cobra fuerza es especialmente  en los años 70 del siglo XX y no antes. Te hablarán de Arafat, de la OLP, y hasta de Fatah. Pues bien, todos ellos han sido movimientos seculares. Cuando yo tenía tu edad no había nada de ese islamismo terrorista del que te hablan y no lo podía haber porque eran y siguen siendo partidos seculares.  Cuando apareció Hamas en Gaza mi cabello ya tenía canas. ¿Fue en 2007 cuando expulsó a Fatah de Gaza? Pregunta la madre de Ícaro a la mesa. Ícaro se levanta y se dirige a su habitación aprovechando que no parece haber acuerdo sobre la fecha de aparición.

La batalla está perdida, un grupo de adultos no son capaces de convencer a un joven de veinte años protegido con el mejor de los escudos: la ignorancia de la historia. Ícaro representa a una generación que ha crecido desconectada de los sucesos del pasado, formada en una educación que simplifica y trivializa la complejidad de los conflictos geopolíticos. Sin un conocimiento profundo de los orígenes y evolución de los problemas, se limita a repetir lugares comunes y a atrincherarse en posturas simplistas.

Para Ícaro, Israel es la democracia europea asediada por terroristas, sin matices ni contexto histórico. Sus convicciones se han forjado más en las redes sociales y la información fragmentada que en el estudio riguroso de los hechos. Y esta actitud no es exclusiva de los millennials, sino que se extiende a generaciones anteriores que también han sido víctimas de una educación que ha priorizado la memorización sobre el análisis crítico. Para mal de males está la tecnología política, los partidos, que ha percutido y percutido  hasta lograr narcotizar al ciudadano en un estado de sopor acerca de lo correcto y lo incorrecto, ​​ lo bueno y lo malo, ​ la moral, ​ el buen vivir, ​ la virtud, la felicidad e incluso el  deber.

Recuperar la enseñanza de la historia como una disciplina científica, con sus complejidades y debates, se vuelve esencial para formar ciudadanos capaces de comprender la realidad más allá de los titulares y los discursos simplistas. Solo así podremos evitar que conflictos como el de Paleste-Israel se perpetúen en el imaginario colectivo, alimentados por la ignorancia y la desinformación.

Colofón

Israel puede vestirse de Prada, puede encubrirse como un lobo con piel de cordero, pero la ética, como Ícaro, siempre tiene la capacidad de volar más alto, incluso si en el camino se derrite algún que otro penacho.

* Bracero de la tecnología, obrero del software y mecánico cualificado en esta Web, miembro y parte del Colectivo LoQueSomos. Creador en Wikimedia. Autor del ensayo “Inteligencia Artificial. Etcétera”

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Jorge Izquierdo

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