IV. Pich al aparato
Pich tendrá sus defectos, pero le pone toda la voluntad del mundo al cumplimiento de su misión, que como saben es justamente cargarse el mundo. No sé muy bien cómo transmite información y recibe órdenes de la nave nodriza, pero sé que están en comunicación. Tal vez sea en la ducha, porque allí siempre cierra la puerta y le oigo hablar solo, como si cantase. Y lo más sospechoso es que sale completamente seco y oliendo como cuando entró: mal.
La semana pasada me dijo que necesitaba una buena botella de coñac, Yo pensé que íbamos a celebrar su cumpleaños o algo así, pero, cuando se la di, me preguntó que qué hacía con lo de dentro. Me quedé sin palabras. Él tiró el coñac y colocó la botella vacía justo donde yo tenía la foto de mi futura esposa, que a su vez tiró también en la bolsa de desechos orgánicos. Djjo que acababa de salvarme la vida. Sospecho que fue un ataque de celos.
El domingo sonó el teléfono y Pich, contraviniendo mis órdenes, lo cogió. Era una señorita con acento meloso que le preguntaba en qué compañía telefónica estaba. A Pich le gustó la voz y le dió carrete.
-Mi amo no tiene teléfono -otra de sus ocurrencias.
-Señor, si está hablando conmigo por teléfono.
-Sí, me recuerda usted a mi madre.
-¿Pero con qué compañía opera usted? ¿Tiene usted algún ordenador en casa? ¿Dispone de ADSL? ¿Tiene teléfono móvil? ¿No le interesaría cambiarlo por un nesus uan esmart ultratuch? ¿No le interesaría navegar sin límite de tiempo, a 20 MB, gratis los tres primeros meses, con ruter güifi de regalo? ¿Tiene asistencia técnica 24 horas? ¿Tiene usted resueltos sus problemas de comunicación?
-Perfectamente, aunque a ratos se me corta.
Ahí fue cuando confirmé que se comunicaba con la nave. Las cojo al vuelo.
-Pues entonces tengo una oferta que le puede interesar, señor.
-Señorita, lo único que me interesa es cómo llegar al centro de la Tierra.
-Anda, yo nací alli, en Ecuador. Pero le estaba preguntando sobre su compañía telefónica.
-Me interesa lo de Ecuador, ¿qué es eso?
-Mi país, señor.
-¿Y está justo, justo, en el centro de la Tierra?
-Sí, señor, está incluso marcado el sitio. Van muchos turistas…
-¿Y ha puesto alguien una bomba allí alguna vez?
-¡Señor, por Dios, está usted loco!
Yo dije: “Pich, cuelga el teléfono que la lías”. Ni caso me hizo.
-Señorita, me gustaría que me contase más cosas de su país…
-Bueno, pero a cambio tendría usted que aceptar la oferta que yo le hago, señor. Esto es mi trabajo…
-Sí, para mí es también sólo trabajo. Creo que podré convencer a mi amo…
Me miró y me dijo: “Tenemos que cambiar de compañía telefónica”. Yo traté de contestarle de la manera más enérgica, clara y contundente que pude:
-¡Vale!
Total, que me ha jodido la ecuatoriana. Tanta inmigración me está haciendo mucho, mucho daño.