Keith Richards, la vida en el filo de la navaja

Keith Richards, la vida en el filo de la navaja

Por Mariano Muniesa

Se dice en el ámbito del periodismo político y deportivo que las hemerotecas son el peor enemigo de quienes están en el foco mediático en esas áreas por aquello tan viejo del “donde dije digo, digo Diego”. En el caso que nos ocupa, esto se podría aplicar exactamente igual a los periodistas musicales ingleses cuando a comienzos de los 70 hablaban o escribían sobre Keith Richards

80 cumpleaños de alguien sin quien no se podría no digo entender, sino sentir, sudar, amar, vivir, respirar el rock´n´roll

Me explicaré mejor: En 1973, una supuestamente prestigiosa publicación británica, de amplio eco en el rock business tanto en aquella época como en la actualidad, tras las muertes de Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison entre 1969 y 1971, se aventuró a publicar una “encuesta” para pronosticar quien sería la próxima celebridad del mundo del rock en morir. El nº1 indiscutible en esa lista de futuros bellos cadáveres para esta publicación fue Keith Richards. El pasado lunes, 18 de diciembre de 2023, el guitarrista y fundador de los Rolling Stones cumplia 80 años, listo para salir de gira con su grupo el año que viene por Estados Unidos. Miren debajo de la cama, a ver si aparece algún periodista musical inglés…

Keith, viejo zorro… el corazón, las tripas y el alma de los Rolling Stones junto a Mick Jagger. Alguien sin quien no se podría no digo entender, sino sentir, sudar, amar, vivir, respirar el rock´n´roll. Probablemente el espíritu libre, indomable y rebelde que mejor ha encarnado en toda su personalidad, desde su mirada, sus gestos, su forma de tocar la guitarra, su anillo en forma de calavera, su Jack Daniels, el humo de sus eternos cigarrillos pegados siempre a la boca, su voz nasal siempre ronca, lo que es el rock´n´roll. Incluso en algo que hemos descubierto con los años: su innato espíritu de superviviente.

Toda la trayectoria humana, artística y vital de Keith Richards es ya conocida y ha sido glosada en innumerables libros, artículos, documentales e incluso en su propia autobiografía, “Life” – publicada en España en 2011 por la editorial Global Rhythm con el título de “Vida”- de manera que hoy, que querría que este artículo fuera en cierta manera una felicitación de cumpleaños, no me detendré tanto en su historia sino en como esa historia también la han vivido, la hemos vivido sus seguidores, el mundo Stone, lo que a menudo se llama la nación Stone.

Un rasgo de ese carácter legendario de la figura de Keith Richards tiene mucho que ver con los años en los que fue heroinómano, de cómo se enfrentó por ello a una condena de cadena perpetua, de cómo a consecuencia de ello la policía de prácticamente todos los países del mundo le consideraron una grave amenaza para el orden público de sus respectivas sociedades y de cómo luchó, dejándose tiras de la piel en ello, por liberarse de esa adicción y poder seguir siendo un Rolling Stone y no un recluso en una penitenciaría canadiense o ese bello cadáver que la prensa inglesa contaba con tener para las portadas de sus revistas. Para ganar esa batalla, su principal apoyo, su combustible vital, algo mucho más fuerte que la heroína: La música. El blues. El rock.

Jane Rose, su asistente personal, secretaria, confidente, fotógrafa –llevo muchos años viéndola siempre en el foso de fotógrafos de los conciertos de los Stones con su pase de “Special Guest” y es de las que se queda todo el show- y persona de su más cercano entorno, que le conoció en 1977 justo cuando se enfrentaba al tristemente célebre juicio de Toronto por posesión de heroína, siempre ha recordado, tal y como hizo en el documental “25×5: The Continuing Adventures Of The Rolling Stones” que hablando con él, rompió el hielo que existía entre los dos y le dijo claramente: “Keith, solo hay dos alternativas. Si sigues metido en las drogas, quizá no podrás volver nunca a hacer música. Si quieres seguir tocando, componiendo, girando, tienes que dejar las drogas. ¿Qué vas a elegir? Por supuesto, eligió la música”.

Por supuesto en su ADN está el rock y el blues, tanto de Willie Dixon a Muddy Waters como de Chuck Berry a AC/DC y Guns N’Roses a Tom Waits, pero también disfruta del buen reggae; Mick Jagger y él entre 1978 y 1979 trataron de revitalizar su antiguo sello, la Rolling Stones Records lanzando a artistas de reggae como Peter Tosh, y ha colaborado a menudo con una leyenda del género como Toots & The Maytals. No olvidemos que pasa largas temporadas en Jamaica y en más de una ocasión ha declarado que se siente negro en lo más profundo de sí mismo y que por ello ha logrado tener gran amistad con muchos jamaicanos más allá de compartir unos buenos joints de hierba.

Algo similar le ocurre con el flamenco. Ese arte tan peculiar y tan propio del pueblo gitano, también está entre sus preferencias musicales, algo natural para alguien que es todo un hijo del blues, un lenguaje, un sentimiento, un corazón tan similar al del propio flamenco, el grito del dolor y el amor, el quejido de los que sufren, de los errantes, de los sin patria ni hogar.

Se le ha visto disfrutar, eso sí, de riguroso incógnito, de alguna juerga flamenca cuando ha pasado alguna noche en Madrid y cuando estuvo en Sevilla en el Festival Leyendas de la Guitarra de 1991, aquella mañana se le vio en el Corte Inglés de la capital andaluza comprando un buen lote de discos de Camarón de la Isla.

Conozco algunas personas que han tenido la oportunidad, como el antedicho Gay Mercader, de tener una relación estrecha con él y/o se mueven ocasionalmente en su círculo más cercano, que coinciden en varias cosas. Keith Richards es alguien con una personalidad muy fuerte, que protege su territorio, su intimidad de manera sumamente expeditiva, que con toda seguridad por las experiencias que le ha tocado vivir es alguien duro como una roca, con quien es muy poco recomendable tener problemas o pasarse de la raya, pero que al mismo tiempo es una persona muy familiar, muy buen amigo de sus amigos, y que con aquellos que de una o de otra forma entran en su ámbito, es alguien generoso, entrañable y muy divertido. De hecho es otro de los rasgos que quienes le conocen más destacan de él: su sentido del humor.

Pero por encima de todo, Keith Richards es los Rolling Stones. Es el riff venenoso y penetrante de “Jumpin´Jack Flash” en directo, es su imagen hierática y sólida con su guitarra emocionándonos con “You Got The Silver”, es su actitud, su historia, su música y su vida.

Celebro sus 80 años, como no puede ser de otra manera, brindando con un generoso trago de bourbon y escuchando “Hackney Diamonds” mientras escribo este artículo. Ojalá pueda seguir haciéndolo muchos años más. Keith, el rock te necesita, cabronazo.

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