Keynesianos, sindicalistas y políticos de izquierda
Cuando se vislumbró la actual crisis, hice público mi desacuerdo teórico con mis compañeros de partido y de sindicato y les animé a no repetir los errores que habíamos cometido durante la crisis de los años setenta. Consideraba que debíamos recuperar la explicación clásica de la crisis capitalista que se empezó a desarrollar con Karl Marx. Añadí que se cometía un grave error al pretender analizar la crisis a partir de las ideas académicas de determinados profesores universitario -algunos de ellos de ESADE– y que no nos podíamos limitar a hablar de financiarización o de economía de casino, sin tener en cuenta lo que había pasado, y sobre todo, lo que iba a pasar, en la esfera de la producción.
Karl Marx nos dejó herramientas para comprender que las relaciones de producción determinan las ideas de la clase propietaria que controla esas relaciones. Dentro de la clase capitalista hay una amplia gama ideológica, pero ninguna de sus escuelas es contraria al sistema capitalista.
El sector más progresista de estas escuelas es el keynesiano y sus ideas han ido cogiendo mucha fuerza en la izquierda y en el movimiento sindical. Sin embargo, los teóricos keynesianos no ven nada fundamentalmente malo en el sistema capitalista siempre y cuando éste se gestione adecuadamente. Consideran que el capitalismo es como una un coche que cuenta con un buen motor pero que de vez en cuando necesita sustituir su correa de distribución, llenar el depósito, disponer de líquido de frenos o cargar la batería. Como que el motor del capitalismo es sólida , los problemas suelen provenir de sus engranajes o se deben a los errores de aquellos que tienen que conducirlo y tratarlo adecuadamente.
La idea central de los Keynesianos es que la crisis capitalista en curso ha sido causada por una mezcla entre ideología retorcida , incremento de la desigualdad y pérdida de control de las finanzas. Si se reparan estos problemas externos la economía puede funcionar de nuevo sin problemas superando la depresión e inaugurando una nueva era de crecimiento económico sostenido.
Desde este punto de vista, la actual política de austeridad responde a impulsos ideológicos; además, no funciona y no beneficia a nadie. Pero si esto fuese cierto deberíamos llegar a la conclusión que el ala derecha de los capitalistas se ha vuelto suicida.
¿Cuál es, entonces la alternativa que proponen?
En primer lugar, se trataría de arrinconar la austeridad con la finalidad de garantizar un crecimiento económico armónico que permitiera garantizar la prosperidad. En segundo lugar, se podría aprovechar esta prosperidad para mejorar el nivel de vida garantizando la paz social.
Estas ideas, precisamente, son las que han cuajado en los sindicatos mayoritarios y se han convertido en la columna vertebrar de su ideario, o al menos esto es lo que se deduce de los documentos aprobados en sus congresos.
Pero además, estas ideas han enraizado en las organizaciones políticas de izquierdas, difundidas en muchos casos, por los sindicalistas que militan en ellas y que acostumbran a ser escuchados con devoción por aquellos y aquellas que las lideran.