La banca rescatada con dinero público ha de ser pública
Xavier Caño Tamayo*. LQSomos. Enero 2015
Según los peritos del Banco de España, enviados por el juez Fernando Andreu de la Audiencia Nacional para investigar a Bankia bajo sospecha, Rodrigo Rato infló artificialmente en 544 millones de euros los recursos propios y el patrimonio neto, y un año después ocultó pérdidas de 2.000 millones de euros. La Plataforma por la Banca Pública, integrada por 38 organizaciones y entidades sociales, económicas, cívicas, políticas y sindicales de España, ya denunciaba documentadamente hace casi cuatro años que los balances de Bankia no reflejaban las cifras reales ni su verdadero patrimonio. A partir de los informes del Banco de España.
Pero, la presunta estafa que haya habido en Bankia para salir a Bolsa, que no eran las reales, no es el principal problema de esta entidad. El principal problema es que tiene los pies de barro. Más allá de las actuaciones que sean delito, lo más preocupante es la verdadera situación de Bankia. Como la del sector financiero español, por cierto.
El Gobierno aportó 22.424 millones de euros de capital a Bankia en 2012 para que no quebrara. Y otras ayudas públicas a Bankia han sido cuantiosas. Desde ese capital inyectado hasta avales, garantías, compra de activos tóxicos por el Sareb (el “banco malo”), títulos, créditos fiscales y préstamos del Banco Central Europeo. En total, 147.810 millones de euros.
En Bankia niegan que las cosas vayan mal y pretenden que ya tienen beneficios. Pero no son tales, pues los pretendidos beneficios no suponen más patrimonio para la entidad. Son ayudas públicas, ingresos por ventas irrepetibles, lo estafado a los preferentistas y la rebaja de provisiones contra la morosidad. No son beneficios reales, sino recursos y trucos contables.
Economistas críticos aseguran que no solo Bankia sino el sector financiero español es insolvente. Carlos Sánchez Mato lo demuestra con cifras de los informes del Banco de España. La banca española, que ha costado muchísimo dinero a la ciudadanía a través de los regalos de los gobiernos de Zapatero y Rajoy, no está hoy mejor que cuando estalló la crisis. Las diversas ayudas públicas a la banca española, igual que a Bankia (el largo etcétera de ayudas públicas, incluidos los baratísimos préstamos del BCE, también ayuda pública), suman 1 billón y 400.000 millones de euros. Pero los bancos no han recuperado la solvencia.
De lo acaecido con la banca, su actuación y situación actual cabe deducir que, sin las ayudas públicas, la banca privada española se hubiera hundido. Como le hubiera pasado a Bankia.
¿Por qué sostener con dinero público un negocio privado que no es capaz de funcionar por sí solo? En el paradigmático caso de Bankia, si no es viable sin apoyo público, que sea pública. Lo es en la medida que el 92,5% de acciones son del Estado a través del FROB, pero amenazan con privatizarlo y ya han vendido muy barato un 7,5% de acciones a un banco sudamericano.
Bankia ha de ser pública con las características de la banca pública. Es decir, prioridad de inversión en beneficio de la economía productiva, a favor de la ciudadanía y apoyo a la pequeña y mediana empresa. Y, por supuesto, control ciudadano. No como el simulacro que hubo en la formación y funcionamiento de los consejos de administración de las cajas de ahorros en sus últimos años sino verdadero control social con participación ciudadana. Y una transparencia que deslumbre.
La ciudadanía ha de exigir la nacionalización definitiva y completa de Bankia. Porque es de justicia al salvarse con capital y ayudas públicas. Se le debe a la ciudadanía.
Puesto que la banca privada no se derrumba por las enormes ayudas públicas, lo justo es que la banca privada se convierta en pública, porque los impuestos que paga la ciudadanía ya han aportado a los bancos privados lo suficiente como para tener mayoría o gran presencia en los consejos de administración de casi todos al bancos rescatados con ayudas públicas.
Una banca pública controlada democráticamente por la ciudadanía contribuiría de modo decisivo a recuperar una economía real marcada por la voluntad social.
Por cierto, la mayor parte de aseveraciones de este escrito en cuanto a solvencia, son aplicables en esencia a la banca europea.
* Periodista y escritor, @xcanotamayo (CCS)
– Ilustración de “Malagón”