La compresa que reinó (Cuento de asco)

La compresa que reinó (Cuento de asco)

Por Arturo del Villar. LQSomos.

En esta sociedad de las comunicaciones, los medios informativos obedecen a sus intereses económicos para distribuir unas noticias y silenciar otras. Quienes siguen su muy parcial sistema deben de estar pensando que el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (anexionada a la fuerza) es un país de imbéciles drogados con el anuncio de la coronación de su nuevo rey Carlos III. En parte es cierto, porque existe una población idiotizada por la propaganda monárquica en todas partes, incluida España, pero también hay muchos vasallos que quieren dejar de serlo y alcanzar su independencia.

A estas personas sensatas que piensan no les prestan atención las agencias informativas internacionales, porque ellas mismas se han encargado de crear una opinión pública favorable a las pocas monarquías supervivientes en el siglo XXI. Esas revistas que semanalmente infectan las mentes españolas han anunciado ya que preparan ediciones especiales para desplegar ante sus humildes lectores los fastos de la coronación, conocidos porque las cadenas de televisión los han mostrado incansablemente.

Pero en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (conquistada por las armas) hay personas inteligentes, que reconocen la inutilidad de la monarquía, una institución primitiva absurda en el siglo XXI. Se preguntan para que sirve la monarquía, y no encuentran más respuesta que para gastar dinero inútilmente.

Por ejemplo, en los fastos de la coronación de Carlos III este 6 de mayo de 2023. Aunque los organizadores del dispendio no han facilitado la suma dilapidada, los forzosos vasallos disconformes han calculado que todos sus vasallos deberán gastar unos cien millones de su moneda oficial, la libra esterlina, correspondientes a unos 114 millones de euros a la mayor honra y gloria de su monarca. Pese a que el rey es uno de los hombres más ricos del mundo, no pone ni un penique en su coronación, todo lo sufragan sus vasallos, unos con gusto, otros por obligación.

Carrozas a pares

Para demostrar la grandiosidad y boato del acontecimiento, se dispuso la utilización de dos carrozas, no les bastaba una sola. La primera, utilizada para trasladar a la pareja irreal desde su residencia en el fastuoso Buckingham Palace a la abadía de Westminster, que mide más de cinco metros de largo y pesa más de tres toneladas, tirada por seis caballos, y la segunda para realizar el trayecto a la inversa de los ya coronados, de madera recubierta con una capa de panes de oro, que mide siete metros de largo y pesa cuatro toneladas, tirada por ocho caballos.

Algunos vasallos británicos, de los que no se acuerdan las agencias informativas, se preguntan para qué sirve una familia irreal en cualquier país que la tolere, y la única respuesta es que para ocasionar grandes gastos a sus vasallos. La familia irreal británica recibió en 2021—2022 una subvención por valor de 51,8 millones de libras esterlinas para uso de la familia, y 34,5 millones más para el sostenimiento del palacio. No se contabilizan ahí los gastos derivados de varios imprevistos, como los viajes oficiales. Los diversos títulos acumulados por la familia les permiten obtener otros beneficio económicos. El monarca es propietario de palacios y haciendas, libres de impuestos. No tuvo que pagar nada por recibir la espléndida herencia de su madre la reina Isabel.

Y todo eso a cambio del oficio de reinar, el más cómodo del mundo, porque consiste en leer los discursos escritos por secretarios y firmar decretos y acuerdos logrados por otros. De modo que para no aburrirse los reyes se dedican a incrementar su fortuna y gozar de juegos sexuales. En los dos aspectos Carlos demostró ser fabuloso mientras fue príncipe de Gales.

Llegó más lejos de lo alcanzado por ningún otro príncipe de la realidad o la ficción, al postularse para ser el primero en el mundo que se convertiría en compresa higiénica de la que fue su querida mientras estaba casado con Diana Spencer, muerta en muy extrañas circunstancias nunca aclaradas por tratarse de quien se trataba, la madre de sus dos hijos, que se hallaba embarazada de un egipcio. Los británicos, tan conservadores en todo, en especial lo relacionado con la casa irreal, estaban horrorizados.

Hermanos o no

Sobre los hijos ahora se está comentando en el Reino Unido la extrañeza de que los dos hermanos sean tan diferentes que no lo parecen: William, el mayor, príncipe de Gales por ello y presunto heredero del trono, es muy modosito y está calvo pese a ser muy joven, y en cambio Harry, duque de Sussex, apodado El Sucio por haber sido retratado desnudo en una orgía con prostitutas, luce una buena mata de pelo rojizo, detesta a la familia y no se corta al hacer declaraciones sobre su comportamiento, y hasta publicar un libro firmado por él para ajustar cuentas, considerado por los lectores su venganza personal contra el presunto padre.

Realmente la conocida como Lady Di tenía sobradas razones para ser infiel a su infidelísimo marido, que llegó al matrimonio siendo amante de Camilla Shand, casada con el oficial de Caballería Parker Bowles, cuyos apellidos lucía pese a cornearlo enfáticamente, y sigue haciéndolo. Muerta la esposa legítima y divorciada la querida, los amantes pudieron casarse, pese a la oposición de la Iglesia anglicana, que no encontraba claro aquel asunto, pero a los reyes y príncipes no se les opone nadie que quiera seguir vivo. Así que lograron casarse y ahora además ser coronados. Pues que sean felices si les dura el trono.

El ahora monarca del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (por derecho de conquista) acaparó los titulares de los medios de comunicación de todo el mundo el 12 de enero de 1993: reprodujeron regocijadamente una conversación telefónica mantenida entre el príncipe Carlos y su querida Camilla, grabada en diciembre de 1989, cuando ambos se hallaban legalmente casados con sus respectivos cónyuges. Su alteza real el príncipe de Gales le confesaba a su querida que ansiaba ser su compresa higiénica (Tampax), y ella se ponía en forma al escucharlo.

Ésta es la exclusiva gesta que se le conoce al ya rey Carlos III, en la cama, por supuesto, que ha logrado la heroicidad de llegar al trono siendo una compresa higiénica. Una gesta que no parece ser merecedora de esa gran cantidad de condecoraciones que se cuelga en las casacas. Lo único que tiene demostrado es ser un guarro tan real como despreciable.

¿Necesitan las sociedades actuales reyes y príncipes herederos? Puesto que la gran mayoría de las naciones existentes no sufragan a la presunta realeza, la respuesta es que no. Y si no son necesarios, ¿por qué sus vasallos los mantienen? Eso resulta un misterio inexplicable.

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