La corrupción, el dinero en negro y el capitalismo neoliberal
La corrupción y las actividades mafiosas suelen estar vinculadas al dinero en negro, es decir, a un dinero que se obtiene o se desvía de manera ilegal.
Las actividades ilegales, en general, se pagan en efectivo y el dinero de este tipo de actividades no tributan, ya que oficialmente no ha existido.
Las actividades ilegales, en general, se pagan en efectivo y el dinero de este tipo de actividades no tributan, ya que oficialmente no ha existido.
Por eso, los receptores de dinero en negro lo tienen que ocultar, destinar de nuevo a la economía sumergida, o lavarlo para tratar de darle apariencia legal.
El más normal es imaginar que las personas vinculadas con el dinero en negro, disponen de grandes fardos de billetes y / o tienen abiertas cuentas corrientes en paraísos fiscales o en lugares que permiten despistar este dinero.
Pero, ¿por qué hay gente que transitoriamente acumula dinero en negro? Por la sencilla razón que no los pueden depositar en un banco, invertirlos, o utilizarlos en operaciones legales sin levantar sospechas.
Esto lleva a las personas que mueven dinero en negro a tener una conducta similar a la del avaro, hecho, este último, que en una economía capitalista no deja de ser una irracionalidad. Digo que es una irracionalidad, porque la forma correcta de obtener y acumular dinero bajo el capitalismo es poner el dinero propio y / o ajenos en circulación a través de la compra y venta de mercancías.
Sin embargo, los objetivos que persigue el avaro son los mismos que el capitalista: disponer cada vez de una cantidad más grande de dinero. Pero el avaro actúa bajo la falsa ilusión, que la mejor manera de aumentar su riqueza es retirando dinero de la circulación y acumulando debajo del colchón, debajo de una baldosa o en una caja fuerte. El capitalista, en cambio, entiende que la mejor manera de aumentar su dinero en una economía mercantil es invirtiéndolo.
Empleando otras palabras, podríamos decir que el avaro persigue los mismos objetivos que el capitalista, pero actúa de una manera irracional mientras que el capitalista, que como el avaro también pretende acumular más y más riqueza, lo hace de manera racional.
¿Esto quiere decir que los corruptos son igual de irracionales que los avaros?
No. En este caso la conducta es tan racional como la de los capitalistas, dado que su situación peculiar los obliga a comportarse temporalmente como avaros. Es decir, al igual que el capitalista, los corruptos analizan correctamente todas sus alternativas, y en este caso, la alternativa aconsejable es atesorar. Incluso cuando optan por lavar su dinero, lo que comporta poner sumas importantes de dinero en circulación, no lo hacen del mismo modo que los capitalistas. Con esta operación, no persiguen incrementar su dinero, sino limpiarlo. Pero un una vez el dinero queda limpio, por norma general ya no se comportan como avaros sino que empiezan a hacerlo como capitalistas.
La corrupción, por lo tanto, está íntimamente vinculada con la acumulación de dinero. Esto pasa porque el dinero nos permiten mejorar el estatus social. Con dinero podemos comprar casi todas las cosas, pero el dinero también pueden acabar comprándonos a nosotros mismos. Así el dinero es a la vez, nuestra fortaleza y nuestra debilidad.
Ahora bien, la manera como el dinero nos compra puede ser muy diferente. Los trabajadores, por ejemplo, vendemos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario, que no deja de ser otra cosa que una suma de dinero, pero esta venta se hace de manera legal y comporta liquidar puntualmente los impuestos. Los corruptos, en cambio, venden su conciencia, su moral, la información privilegiada, …, o traicionan a los que han confiado en ellos, y todo esto lo hace de forma ilegal.
Por esta razón, a diferencia del lo que pasa con la ganancia capitalista, el dinero obtenido con la corrupción, cuando se descubre, dejan a la vista la conducta perversa de los que los han atesorado. Entonces el dinero, es el signo tangible de una actividad ilícita: cuanto más grande es la cantidad de dinero obtenida, mayor es la dimensión de la ilegalidad o del crimen cometido. Precisamente por eso los poseedores del dinero en negro lo tienen que esconder.
Cómo decíamos más arriba, la conducta racional de los capitalistas consiste a dirigir su dinero hacia la circulación, a pesar de que esto sólo lo hacen cuando se dan condiciones idóneas para llevar a cabo sus inversiones. Estas inversiones comportan comprar un número determinado de mercancías (medios de producción y fuerza de trabajo) que permiten producir una mercancía nueva con un valor superior a la del capital consumido para producirla. Este milagro sucede gracias a la extracción de plusvalía. Luego, la venta y cobro de estas mercancías permite obtener una cuantía incrementada de dinero.
El corrupto, en cambio, obtiene dinero a través de una actividad ilícita. Sólo cuando consigue limpiarlo, como ya hemos visto, puede empezar a actuar como capitalista.
Aun así, a pesar de que la conducta del corrupto y la conducta del capitalista no coinciden, la corrupción también forma parte del capitalismo y este tipo de conductas se han incrementado en el periodo neoliberal puesto que se ha creado un marco más favorable para llevarlas a cabo.
Antes de la aparición de los regímenes neoliberales, la corrupción se denunciaba a menudo para justificar la privatización y la mercantilización de las empresas públicas, y se nos quería hacer creer que el libre mercado y la competencia no permitirían los trapicheos que según decían, este tipos de empresas fomentaba.
Pero ahora ya podemos ver que hay una relación intensa entre el neoliberalismo y la corrupción. Por un lado, la corrupción en la empresa pública, no está vinculada precisamente a su carácter público. La causa radica en que estas empresas han adoptado una estructura similar a la de una empresa privada, lo cual ha permitido poner todo el poder en un número reducido de directivos. Los directivos, por su parte, han contado con mucha información, no han sido sometidos a un control efectivo y se han atribuido unas remuneraciones astronómicas. Por otro lado, la relación entre las empresas públicas y las empresas privadas, ha permitido a estas últimas, colocar a sus hombres de confianza en las primeras, han procurado obtener beneficios y prebendas, cueste el que cueste, y han destinado enormes cuantías de dinero para conseguirlo. Todo esto, tiene mucho que ver con el giro conservador de la década de 1970 y me lleva a la conclusión que, a diferencia de lo que nos quisieron hacer creer en un primer momento, el neoliberalismo no representa un paso adelante en la lucha contra la corrupción sino un gran salto atrás.