La democracia de Estados Unidos a dos meses de las elecciones
Por Paula Giménez y Matías Caciabue*
A dos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el panorama político sigue siendo incierto. Con un aumento de la violencia política y una contienda reñida entre Kamala Harris y Donald Trump, el sistema democrático estadounidense enfrenta desafíos internos que podrían tener un impacto global.
Kamala Harris toma la delantera en las encuestas de voto popular y Donald Trump parece tener una ligera ventaja en el Colegio Electoral. La violencia política y el dominio de las elites cuestionan la democracia en Estados Unidos.
Estamos ya a casi dos meses de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos, El 5 de noviembre transcurrirá la pelea “doméstica” más importante de la geopolítica mundial. La ventaja en las encuestas que Donald Trump construyó entre la senilidad pública de Joe Biden y el atentado sobre su vida el pasado mes de julio, que llegó a mostrar un abrumador pico de 66% en la intención de votos, parece haberse difuminado.
Con la candidatura de Kamala Harris, la imagen del Partido Demócrata ha crecido en popularidad. Incluso hoy los republicanos están perdiendo en las intenciones del voto ciudadano por poco más de dos puntos. Sin embargo, y al igual que en 2016, el triunfo en las urnas puede ser escamoteado por el Colegio Electoral y poner en la Casa Blanca al perdedor en los sufragios.
Una democracia violenta
Según un estudio de Reuters, publicado en agosto de 2023, Estados Unidos está experimentando actualmente el mayor aumento sostenido de la violencia política desde la década de 1970. A diferencia de entonces, según el estudio, la mayoría de los ataques no están dirigidos contra propiedades, sino contra personas.
De igual manera, la creciente violencia política de este tiempo no está vinculada a la lucha por los derechos civiles de las poblaciones afroamericanas. Todo lo contrario, gran parte de la violencia tiene el registro neofascista de supremacistas blancos, de la violencia institucional contra migrantes ilegales, y de la histórica criminalización de la población negra, que dió surgimiento al movimiento antirracista Black Lives Meters.
Según informa Reuters, se han registrado 213 casos de violencia política desde el asalto al Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero de 2021, por parte de organizaciones neofascistas movilizadas en apoyo a Trump. Dos tercios de ellos involucraron violencia física y enfrentamientos, donde 18 de ellos tuvieron víctimas fatales.
La llegada de Trump a la presidencia es coincidente con el auge de la violencia que, muy por el contrario, no cesó en los cuatro años de mandato de Biden y los demócratas.
Entre los hechos de violencia política más importantes se incluyen el secuestro planificado de la gobernadora demócrata Gretchen Whitmer, de Michigan, que fue frustrado por el FBI en octubre de 2020, y el ataque al marido de Nancy Pelosi, a pocos días de las elecciones estadounidenses de medio término, en octubre de 2022. El propio Trump fue víctima de esa violencia política creciente, con el intento de asesinato durante el mitin en Butler, Pensilvania, el 13 de julio pasado.
Por otro lado, un recuento de The Associated Press de mayo de este año señaló que al menos 2.900 personas han sido arrestadas en las protestas contra el genocidio en Palestina en universidades estadounidenses, en 60 Universidades del país, con escenas muy violentas en algunas de las más afamadas, como no ocurría desde los años setenta por las protestas en relación a la guerra de Vietnam (France 24, 19/05/2024).
Una democracia capturada
El pretendido modelo de democracia para el mundo es, en realidad, un amañado mecanismo de selección de elites dirigentes. En relación a la política partidaria, tanto el Republicano como el Demócrata son maquinarias electorales controladas por los llamados “Superdelegados”, que obtienen su participación en las Convenciones partidarias no por participar de elecciones internas, sino por pertenecer a una minoría de burócratas a sueldo. Estos se insertan en la vida partidaria a instancias de la colaboración política de grandes conglomerados empresarios, de think tanks, y/o de los clanes familiares que se hacen dueños de los mismos.
Durante años, el Partido Republicano fue controlado por el bushismo y su proyecto estratégico neoconservador, que finalmente fue desplazado por el trumpismo, entre 2020 y 2022. En el lado demócrata, la vida partidaria depende de las pretensiones del Clan Clinton y el Clan Obama, globalistas en sus concepciones estratégicas, con raíces políticas en el movimiento universitario y en el mundo de als ONG´s”, que lograron desplazar al Clan Kennedy, con lazos históricos con el industrialismo, el catolicismo y el movimiento sindical estadounidense.
Por otro lado, la lógica del cabildeo legaliza al lobby y a los grupos de presión. Estos grupos realizan acciones que en otros países serían tomados como hechos de corrupción y tráfico de influencias. La Asociación Nacional del Rifle (NRA), con sus 5 millones de socios, es la protagonista de la franca desregulación en la tenencia de armas en los EEUU, con una matriz ideológica ultralibertaria, racista y clasista. De igual manera, el lobby sionista mueve ingentes recursos en la política norteamericana. El tradicional AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), con 100 mil miembros, tiene tanto dinero que su Director Político, que dirige al grupo en Washington y coordina las labores de los 17 subdirectores regionales en todo el país cobra un jugoso sueldo anual de U$S 450.000 (The Nation, 14/02/2019).
El 26 de agosto, el diario The Washington Post publicó una nómina de los 50 mayores donantes de esta campaña presidencial, en base a los datos proporcionados por la Comisión Federal Electoral de los EEUU. Esas cinco decenas de aportantes inyectaron, colectivamente, 1.500 millones de dólares a candidatos, comités políticos y otros grupos de acción política vinculados, conocidos como PAC´s. que compiten en las elecciones, según un análisis del Washington Post.
La gran mayoría del dinero de los principales donantes ha ido a parar a los súper PAC, que pueden aceptar sumas ilimitadas de individuos y a menudo trabajan en estrecha colaboración con las campañas de los candidatos, a pesar de las reglas que prohíben coordinar su publicidad con los mismos. De esa lista de personas, corporaciones, y PAC´s destacan las siguientes 16, que aportaron más de 30 millones de dólares en la campaña:
Destacan grandes empresarios de las finanzas, la industria y el sector tecnológico-digital. El décimo tercer donante en el ranking debe llamar la atención en Argentina. Es, ni más ni menos, que Paul Singer, la personificación de los “fondos buitres” que atentaron contra el virtuosismo proceso de reestructuración de deuda de los gobiernos kirchneristas.
A estos aportes legales, debería contarse la ingente cantidad de recursos utilizados fuera del control estatal o fuera del financiamiento directo a los Partidos. El propio Donald Trump acusó esta semana a Mark Zuckerberg de orientar el proceso electoral a favor de Biden en 2020, aportando fondos a dos entidades sin fines de lucro que buscaban fortalecer los procesos electorales en varios estados. “Era tan amable como cualquiera podría ser, mientras siempre conspiraba para instalar vergonzosas ‘cajas de seguridad’ en un verdadero complot contra el presidente”, escribió Trump en su libro Save America, en referencia a las donaciones de más de 400 millones de dólares que el dueño de Meta hizo durante las pasadas elecciones (RT, 29/08/2024).
Trump vs Harris
Del 19 al 22 de agosto se celebró en Chicago, Illinois, la Convención del Partido Demócrata. Tras el anuncio de Joe Biden de que no buscaría la reelección, respaldó a la vicepresidenta Kamala Harris para que fuera la candidata demócrata. El 81% de los delegados comprometidos con Biden siguieron apoyando a Harris en el Comité Nacional Demócrata.
Los demócratas hablaron más de las biografías de sus candidatos que de los planes de políticas públicas que guiarán su administración en caso de ganar las elecciones. Por ende, sabemos más de los orígenes humildes de Kamala Harris y Tim Walz, que de sus propuestas políticas concretas. En su discurso de aceptación formal de la nominación como candidata a la presidencia del jueves 22 por la noche, Kamala Harris avanzó en propuestas económicas bajo el rótulo de una “economía de la oportunidad”. Sin embargo, el volumen de políticas públicas anunciadas en el discurso del binomio Harris-Walz sigue siendo menor que en el de Trump-Vance.
La candidatura republicana de Trump quedó clara el 6 de marzo de 2024, el día después de ganar sólo una primaria de quince en el Súper Martes. El 13 de julio, durante un mitin en Pensilvania, sufrió un intento de magnicidio. Tras ser herido en una oreja por un disparo de un francotirador, fue escoltado por el Servicio Secreto con el puño en alto, repitiendo “¡luchen!” tres veces. Las fotos de Trump tomadas por fotógrafos tras sobrevivir al atentado se hicieron virales, y determinaron el actual escenario electoral.
El 23 de agosto, Trump consiguió el apoyo del candidato independiente Robert F. Kennedy Jr, y de la parlamentaria izquierdista Tulsi Gabbard, que llegó a ser vicepresidenta del Comité Nacional Demócrata entre 2013 y 2016. Ambos señalan un desplazamiento de votos demócratas al Partido Republicano. Kennedy y Gabbard sostienen, desde hace años, un discurso muy crítico contra el parasitismo financiero y el rol de EEUU en el mundo. Trump designó a ambos “Presidentes honorarios” de sus equipos de campaña, por lo que serán escuchados en una eventual transición presidencial.
Menciones especiales para los candidatos a vicepresidente
Tim Walz es el actual gobernador de Minnesota y su candidatura fue avalada por sus pares demócratas de otros estados. Su discurso intenta expresar y contener al “ala izquierda” del Partido, muy crítica con el manejo actual de la Casa Blanca en relación al tema Israel-Palestina. Un registro biográfico es llamativo: Vivió en China y habla chino mandarín. Algunos analistas sostienen que su designación pretende ser un guiño a Pekín, mostrando un Washington dispuesto a una “tregua” en la disputa mundial entre esos países.
James Vance es un joven Senador republicano por Ohio. En 2016, publicó el libro “Elegía campesina: una memoria de una familia y una cultura en crisis”, que estuvo en la lista de los más vendidos de The New York Times por dos años. Ese diario calificó su libro como “uno de los seis mejores libros para ayudar a entender la victoria de Trump”, mientras que The Washington Post llamó a Vance la “voz del Rust Belt” (cinturón del óxido), como se conoce a los estados industriales del centro-noreste estadounidense.
Vance, que supo ser muy crítico de su compañero de fórmula, es ahora un cuadro que proyecta al trumpismo más allá de Trump y su familia, y no tiene una mirada simplista de América Latina. Vance cofundó en 2019, Narya Capital con apoyo financiero de, entre otros, Peter Thiel, exsocio y amigo de Elon Musk, uno de los mentores de la ideología política autodefinida como Neorreaccionaria o NRX, de gran popularidad dentro de Silicon Valley, el famoso conglomerado tecnológico de la costa este norteamericana.
El escenario
Las encuestas y proyecciones sobre el resultado final de las elecciones cambian semana a semana. Según el sitio web RealClear, hoy Kamala Harris se impondría en el voto ciudadano con un 49,5% de los votos, apenas medio punto por encima de Donald Trump con 49%.
En relación al Colegio Electoral, las previsiones de esta página, que realiza análisis cruzando los datos de seis encuestadoras, Trump estaría teniendo seguros unos 219 delegados, frente a los 208 que obtendría Harris, y 111 delegados no repartidos por ser los aportados por estados que electoralmente aún no están definidos. Los conocidos como “swing states”, donde destaca Pennsylvania con 19 electores, Carolina del Norte y Georgia con 16, Michigan, Virginia y Arizona con 15, 13 y 11, respectivamente.
Ahora bien, según la misma página, esa distancia de nueve delegados al Colegio Electoral en favor de Trump se invierte, si la actual proyección de los “swing states” caen en favor del favorito al momento en cada territorio. De esa manera, Harris llegaría a 270 y Trump a 268 electores. En un final para el infarto, la elección de 2024 se convertiría, entonces, en la más reñida de la historia del país. En ese sentido, la elección continúa en un escenario abierto.
* Matías Cacciabue es licenciado en Ciencia Política y Secretario General de la Universidad de la Defensa Nacional, UNDEF en Argentina.
* Paula Giménez es Licenciada en Psicología y Magister en Seguridad y Defensa de la Nación y en Seguridad Internacional y Estudios Estratégicos.
Ambos son Investigadores del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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