La Desbandá desde el alcázar de popa
Nònimo Lustre*. LQS. Febrero 2020
Hace pocos días, vimos unos cuantos reportajes que conmemoraban el 83º aniversario de La Desbandá –en palabras de Norman Bethune, “fue el hecho más criminal de la Guerra Civil: más que las matanzas de Badajoz, más que el bombardeo de Guernica”. Los hechos son conocidos… para el que quiera conocerlos. En pocas palabras: los franquistas cercaron Málaga y la inmensa mayoría de la población, inerme, sólo tuvo una vía de escape: la carretera hacia Almería, 250 kms. batidos por el fuego enemigo por tierra, mar y aire. Cuando los llamados ‘nacionales’ (italianos, alemanes y marroquíes) cortaron la carretera en Motril, algunos republicanos tuvieron que regresar a Málaga donde les esperaba la suerte que contemplaban al desandar: “Por la carretera vimos muchos muertos: milicianos ahorcados; una familia entera (el padre miliciano, la madre y tres niños) con tiros en la cabeza. Muchos prefirieron suicidarse y dar muerte a su familia antes de caer en manos de los nacionales” (testimonio de las sobrevivientes Natalia y Maruja Montasaroa)
Fue de justicia que, en los susodichos reportajes, apareciera destacado el inmenso Dr. Bethune y es posible que, en menor medida, también se nombrara al héroe-mártir Anselmo Vilar, lucense y farero. Ambos merecen una crónica personificada que acometeremos en otro momento. Pero fue de injusticia que ninguna noticia ni gacetilla siquiera recordara la otra cara de la Desbandá, su cara negra, su faz sangrienta, la cara de uno de los genocidas que, a distancia, sin mancharse las manos, asesinó a miles de republicanos. Nos referimos a Salvador Moreno Fernández (en adelante, SM), quien, desde la impunidad absoluta que, como comandante del barco, le proporcionaba el alcázar de popa del crucero Canarias, bombardeó sistemática y sádicamente a los desbandaos –repetimos, todos ellos civiles.
Como estamos hartos de que se recuerden las canalladas del franquismo pero sin citar los nombres de los verdugos, hoy queremos centrarnos en uno dellos, injustamente olvidado en estos días pese a que hizo méritos para ser recordado como quien –junto con otros marinos, aviadores y mandos de infantería- asesinó a no menos de 5.000 civiles desarmados en menos de una semana. Va por usté, señor SM porque, como dice la copla, “Quien te puso Salvador / no supo ponerte nombre / más le valiera haberte puesto / la perdición de los hombres”.
La Laureada de San Fernando
En las primeras horas del golpe de Estado nacional-católico de 1936, SM aprovechó la influencia de su clan familiar para obtener, en su primera acción bélica –o baño de sangre ajena, la más codiciada de las medallas militares, la Cruz de San Fernando, vulgo ‘la Laureada’. Tan alto honor –más bien, bajísima canonjía-, le cupo por haber sofocado el llamado por los franquistas ‘motín’ de la marinería republicana del crucero Almirante Cervera, entonces en el dique seco de El Ferrol. La oficialidad de aquel barco era golpista pero el capitán Juan Sandalio Sánchez-Ferragut dudaba –una indecisión que, pocas semanas después, le costaría la vida. Según narra Laruelo 2004 (ver infra):
“Sánchez Ferragut no se opuso al levantamiento militar, pero expuso su temor a que la dotación del “Cervera” no le obedeciese… Con el buque ocupado por gente del pueblo y la marinería de la dotación que confraternizaba con ellos y les entregaba armas, Sánchez Ferragut y el resto de los oficiales, pero sólo ellos, se empeñaron en la tarea de recuperar las armas que portaban los paisanos y echarles de a bordo.”
Treinta años después de los hechos, el periódico monárquico por antonomasia publicó el obituario de SM pero adornando su sangrienta biografía con anécdotas tan floripondiosamente apologéticas como inverosímiles:
“El crucero “Almirante Cervera” está anclado en El Ferrol en espera de ser reparado. Su dotación, roja, se ha hecho dueña del barco. Don Salvador Moreno entra solo en el barco, la marinería le rodea amenazante, pero el gran dominio del ilustre marino y sus dotes psicológicas le valen para hacerse con todos, dominarlos y adueñarse en forma inverosímil del buque. Los culpables son entregados a la justicia” (nuestras negrillas; ABC, 03.mayo.1966)
Y tan inverosímil. ¿En qué cabeza cabe que SM entrara solo en un barco republicano? Ni que hubiera sido un taumaturgo o un hipnotizador… Lo que realmente ocurrió queda claro gracias a una fuente que ya utilizamos en otro poste:
“Con las primeras sombras de la noche, el capitán de fragata Salvador Moreno, junto con personal técnico del “Cervera”, se acercó a la plancha para subir a bordo y hacerse cargo del crucero. Le dio el alto el fogonero Pedreira que se identificó a Moreno como “un marinero armado con fusil”. Fue suficiente para hacer recular al capitán de fragata y sus acompañantes que solamente se decidieron a regresar cuando pudieron llevar delante fuerzas de Infantería de Marina fuertemente armadas” (nuestras negrillas; ver infra)
Nos resta aclarar la frase final del obituario de ABC: Los culpables son entregados a la justicia. ¿Realmente es necesario detallar la suerte que corrieron aquellos presos republicanos? Todos los leales que no pudieron escapar, fueron torturados y fusilados entre 1936 y 1939. Véase una somera lista –muy incompleta- de aquellas víctimas del 1936, la mayoría, simples marineros:
Manuel Barreiro Rey, Manuel Antonio López Iglesias, Enrique Rodríguez Caro, Nicanor Martínez Fernández-Escalera, Manuel Lago Delgado, Eusebio Faramiña Conde, Daniel Varela Carral, Enrique Vigo Teijeiro, Castor Porta Beltrán, Eduardo Martínez Martínez, Pío Rodríguez Bouza, Isidro Grandal Bello, Bernardo Villa Fraguela, Eugenio Salgado López, Ángel Sanz Serantes.
Un año después, en 1937, fueron torturados y fusilados el cabo de Radio Antonio Miras Varela y el cabo de Marinería Antonio Romero Souto. Y, para subrayar la vesania franquista, conviene señalar que los fusilamientos relacionados con el Cervera se dilataron hasta marzo de 1939. Es decir, que mantuvieron presos a los republicanos durante más de dos años –huelga añadir, en condiciones de tortura sistemática.
¿Qué le sucedió al antes citado “fogonero Pedreira”, el marinero con fusil que, él solito, amilanó a SM? Pues no hemos conseguido saber su suerte porque hemos encontrado tres Pedreira relacionados con la represión contra los héroes del Cervera: a) la señora Matilde Elvira Pedreira García, huérfana del Cabo Fogonero Manuel Pedreira Leira, recibió una pensión mensual de 1.254,16 ptas. (BOE, 24.julio.1968) b) el fogonero preferente Nicolás Pedreira Cruz, fue condenado a reclusión perpetua. c) el marinero Ángel Pedreira Martínez, de 24 años, de Ares, fue fusilado en sept 36 en Ferrol.
Por fortuna, no todos los héroes resistentes del Cervera pudieron ser detenidos aunque sí condenados in absentia a penas feroces. Entre ellos, hay un caso que nos place recordar:
“También fue declarado en rebeldía el cabo apuntador del “Cervera” Domingo Lizoain Sanmartín, al que se tenía como uno de los principales dirigentes izquierdistas de a bordo. A Lizoain se le atribuía también ser el dirigente del complot que en Octubre de 1934 impidió que el “Cervera” bombardeara a los revolucionarios asturianos cuando se encontraba junto con otros buques de la Escuadra en El Musel (Gijón) Parece ser que Lizoain, en aquella ocasión, fue el que tiró al mar las “llaves de fuego”, sin las cuales no se podía utilizar la artillería del crucero.”
Por su parte, los oficiales republicanos se enfrentaron a aquellos infames “consejos de guerra sumarísimos” cuyas sentencias estaban dictadas de antemano. El leal teniente de navío Luis Sánchez Pinzón, fue torturado y fusilado. En cuanto a Sánchez Ferragut, dejó esposa, ciega, y cuatro hijos puesto que fue fusilado el 25-sep-1936, probablemente por su tibieza o, posiblemente, para no dejar testigos de la barbarie franquista… ni de la fanfarronería de SM (ver Marcelino Laruelo, Muertes Paralelas. Gijón, 2004. Los asesinos uniformados y togados que se prestaron a aquella cruelísima farsa jurídica fueron en este caso casi los mismos que asesinaron al almirante Azarola, ver poste “Franquismo y parentesco”, 26.sept.2019 )
A partir de su secuestro, el Cervera, ya bajo el mando de SM, fue apodado “el Chulo del Cantábrico”, por la impunidad con la que minaba puertos y cañoneaba ciudades y pueblos costeros como Gijón, Santander o Portugalete. Nunca está de más repetir que SM bombardeaba objetivos civiles –un argumento más para calificar su sublevación militar como Genocidio, léase, imprescriptible crimen de lesa humanidad.
El crucero pesado Canarias
Pero SM ha pasado a la Historia no tanto como carnicero mayor del Cervera sino como comandante del Canarias. La Historia es relativamente conocida: en febrero de 1937, cómodamente instalado en su camarote de lujo, SM y sus compinches de otros dos barcos de guerra –amén de la aviación ítalo-alemana y de las tropas ‘moras’ de tierra- perpetró la matanza de la carretera Málaga-Almería más conocida como la Desbandá. Nunca sabremos la magnitud exacta de aquel genocidio (¿5000 muertos in situ?) que, para mayor inri, fue continuado por el bombardeo de Almería a medida que los sobrevivientes llegaban a esa ciudad.
A corta distancia de la costa, el futuro ministro SM, repantingado en el diván de mando, podía ver con sus binoculares las siluetas de la multitud que huía acosada literalmente desde tierra, mar y aire. Todos eran civiles desarmados y la mayoría eran mujeres, ancianos y niños. SM les acribillaba según su capricho, antes, durante y después regar con buen vino los exquisitos manjares propios de su Kommamdantur.
“Durante todos los días del camino dos barcos nos estuvieron bombardeando… Murió mucha gente: no se me olvidará nunca una mujer con un niño pequeño en brazos; habían disparado desde el barco un proyectil, y las piedras que saltaron le dieron a la mujer en la cara: ella quedó muerta con el niño en brazos, al que no le pasó nada” (testimonio de las hermanas Montasaroa)
Durante varios días, despanzurró al Pueblo y, de paso, probó la letalidad del abundante armamento de su barco, en especial de las ocho piezas de 203 mm que portaba el Canarias. Esos cañones, disparaban de 2 a 4 obuses (c/u 124 kgs. de explosivos) por minuto con un alcance de 28 kms. Queremos significar que SM no necesitaba estar cerca de la carretera de la muerte, bien podía haber masacrado a los huidos desde lejos. ¿Por qué se acercó tanto a la costa? A nuestro juicio, por puro sadismo, porque se regodeaba contemplando las tripas de la matanza casi a simple vista.
Después del genocidio de la Desbandá, SM continuó asolando las ciudades republicanas; por ejemplo, en agosto de 1937, bombardeó Alicante y, en 1938, Barcelona. Todo ello sin contar los delitos de piratería que suponen sus innumerables hundimientos de barcos civiles de cualquier bandera, española u otra. Pero su mayor timbre de honor continuó siendo su ‘hostigamiento’ de la Desbandá, delito por el que fue ascendido a segundo jefe de Estado Mayor de la Armada. En 1939, fue proclamado Ministro de Marina, cargo que desempeñó en dos etapas (1939-45 y 1951-57), siendo ascendido a Almirante en 1950 y muriendo en 1966 a los 79 años de edad. En 2008 fue uno de los 35 altos cargos del franquismo imputados por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por Baltasar Garzón, por los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad cometidos durante la guerra civil y en los primeros años del régimen.
Sus herederos
Muy poco sabemos de los herederos de Bethune –y menos aún de los del farero Vilar. Sin embargo, con la prosapia de SM ocurre lo contrario: la encontramos hasta en la sopa. En pleno siglo XXI, cuando creíamos estar a salvo de los SM, nos topamos con varios de sus herederos –biológicos e ideológicos. Por citar un solo ejemplo, Salvador Moreno González-Aller (SMGA), miembro señalado del excelentísimo clan Moreno pero ahora emparentado con el clan de empingorotados almirantes (o vicealmirantes) de los Cristóbal y Benigno González-Aller y Acebal y Etcétera.
Si, en 1937, SM fue condecorado con la Laureada gracias a la influencia de su clan, décadas después, se reproduce el poder del Klan: en 1980, SMGA fue enviado a EEUU para formarse en un programa de entrenamiento de los Navy Jet Pilots. Entre 1982 y 1987, pilota los Harrier de la base gringa de Rota pero, en medio de su trabajo militar supuestamente exclusivo, en 1986 funda la empresa privada Swiftair englobada contractualmente dentro de la empresa Seur. Diez años, después, SMGA se independiza de Seur. Pero… en 1987 fue procesado junto con su hermano José Mª, por abandonar su destino para pasarse a la empresa privada. SMGA y José Mª, solicitaron pasar a la reserva y retirarse, pero la Armada no lo permitió argumentado que habían realizado un curso en Estados Unidos hacía sólo cuatro años y que, a partir de ese curso, debían pasar ocho años en la Armada. Entonces, los hermanitos exmilicos encontraron un resquicio legal: optaron por acogerse a otra norma legal, según la cual los militares que se afilien a partidos políticos tienen derecho a obtener el pase al retiro –sobra decir que se afiliaron a Alianza Popular, la antecesora del PP actual.
En 2013, Swiftair obtuvo un “contrato para el traslado de ciudadanos extranjeros y de los funcionarios policiales encargados de su custodia” –un ejemplo más de sus excelentes relaciones con el gobierno español. Hoy, la empresa de SMGA cuenta con 47 aviones, 600 empleados y un volumen de negocios de 150 millones de euros/año. No se cree que hayan destinado ni un euro de sus beneficios a paliar el crimen de la Desbandá –por ejemplo, financiando la exhumación de los restos humanos que, 83 años después, todavía quedan en las cunetas de ese viejo camino que su ilustre antepasado convirtió en la carretera de la muerte.
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