La desmemoria: vivir fuera de contexto

La desmemoria: vivir fuera de contexto

Lilith Rojo*. LQS. Marzo 2018

La hemeroteca es un bien imprescindible y nunca ha sido más fácil acceder a información como en este momento, que lástima que el deseo de conocimiento se cotice tan a la baja en tiempos de programación televisiva y redes basura

Últimamente es alarmante la descontextualización en las que nos movemos absolutamente desubicados. Somos víctimas del hurto por parte del poder del marco en el que almacenamos nuestro álbum fotográfico vital haciéndonos vivir en las realidades de turno que a él le interesa. Circulamos a ciegas aislados de las causas que provocaron las consecuencias en las que tenemos que combatir cada día por nuestra supervivencia material e intelectual. Todo eso pasa cuando la desmemoria es el arma de destrucción masiva de un pensamiento crítico elaborado a partir de la búsqueda de la verdad, del preguntarse el porqué de todo y el saber no tanto a donde vamos sino de donde venimos. Porque, ¿hasta cuándo podemos seguir perdidos en el laberinto de lo inmediato, de la desinformación, de los acontecimientos surgidos de la nada que guían nuestro presente y nos mediatizan el futuro?

Cuando la agenda viene dada por los intereses de quienes te quieren vender su humo a precio de oro nos diluimos en una colectividad que no rige sus destinos. Cuando nos dicen que el presente es hijo de circunstancias que se producen por generación espontánea unos segundos antes de vivirlo estamos atrapados en la tela de araña de la desmemoria y nos convertimos en moscas indefensas a merced de los intereses de mercados, de estados vendidos y/o pusilánimes, de políticos corruptos y/o interesados, de medios de comunicación mercenarios y/o serviles, en alimento para todo parásito del sistema. Cuando eso ocurre la venda no solo nos tapa los ojos, también nos tapa la boca sin ser conscientes de vivir amordazados.

Nos movemos en la era de la estadística, del dato congelado, del consumo inmediato de información numérica, matemáticas sin filosofía, en el blanco y negro, en el juego de las casillas y las etiquetas, en el vaciado del lenguaje, en la corrupción de los significados, en la superficialidad y ambigüedad de los significantes. Lo que hoy es dictaminado como A, mañana es B y pasado es X sin tener que excusarse, ni justificarse, porque ¿quién se acuerda de ayer o de anteayer?. Sin memoria la mentira es totalmente gratuita para el embaucador y una factura desorbitada para nuestro futuro. Somos carne de manipulación, barro en manos de los tiranos, los cínicos y los cobardes.

La hemeroteca es un bien imprescindible y nunca ha sido más fácil acceder a información como en este momento, que lástima que el deseo de conocimiento se cotice tan a la baja en tiempos de programación televisiva y redes basura, porque ¿quién quiere saber de quién es hija esta coyuntura si puede disfrutar en bucle de ver un gato subido en una aspiradora ovni?
Así tenemos a gente militando en siglas históricas que desconocen totalmente su historia, gente que opina de cualquier cosa, pago o no mediante, sin conocer los antecedentes de lo que están juzgando haciendo categoría de la anécdota, gente que repite como loros la propaganda machacona de los medios como creyente de una secta, gente que traga con todo: con políticos estúpidos e indecentes, con cargos electos de alta representación pérfidos y/o rozando el ridículo más espantoso, de opositores que no hacen oposición, de oportunistas sin decoro, de repetidores de argumentarios de lo uno, lo otro, lo contrario y lo que usted quiera en el mismo discurso.

Vemos el mundo a través de los ojos de los intereses de turno, vemos las guerras que ellos quieren cuando ellos juzgan y bajo su prisma. Los conflictos son a los informativos como río Guadiana que asoman, se esconden para volver a salir justo cuando a los que hacen negocio de la desgracia ajena les parece oportuno. Así hay conflictos asépticos de su contexto histórico que hoy son, mañana no y pasado sí. Aquí ya no existe el imperialismo, ni el colonialismo, ni tan siquiera como hecho histórico para explicar las realidades de las que somos fruto, así como tampoco las clases, ni su lucha, ni la opresión, ni el capitalismo como yugo, ni el negacionismo de los detractores de los derechos humanos, ni las transiciones traidoras, ni el patriarcado, ni el terrorismo de estado, todo eso son anacronismos para quienes viven grotescamente enriqueciéndose de nuestra descontextualización salvaje.

Y mientras nosotros sigamos viviendo en este presente surgido de la ignorancia impuesta, suspendido en el tiempo, aislado de sus orígenes y cada día sea una página a escribir en un libro siempre en blanco, nunca nos emanciparemos ni como seres humanos, ni como ciudadanía, ni como colectivos o pueblos. Mientras dejemos en manos de quienes tienen a su alcance los medios de difusión y propagación el altavoz de su verdad efímera, sin ponerlos frente al espejo de la verdad histórica y de sus propias mentiras seremos esclavos complacidos y complacientes, rehenes del neoliberalismo atroz con síndrome de Estocolmo, contribuyentes y consumidores siempre de rodillas.

No podemos permitir que sigan manipulando a su antojo y sin sonrojo a los que son llamados a conveniencia masas silenciosas, a los que no se rebelan contra la tiranía del discurso único y contaminado, a los incautos creyentes y a los convencidos sin uniforme, a los votantes útiles y luego desechables. Y esto va para todos, para quien profese cualquier ideología, aunque sea la de los valores que yo comparto. Si una vez conocida toda la historia hay quien decida ser un fascista, que lo sea convencido, públicamente y sabiendo lo que significa para que no vayan de demócratas y patriotas de pandereta.

Algunos podrán pensar que con mis palabras no concedo el crédito de pensante a una gran mayoría y que es un acto de soberbia por mi parte, pero solo hay que leer esos titulares que critico para darse cuenta de la deriva fascista-festiva-xenófoba-dictatorial-represora por la que nos estamos despeñando sin remedio ante el ascenso de quienes la patrocinan o la permiten por omisión o claudicación.

Con el calor de la huelga del 8 de marzo en un estado donde las mujeres son explotadas y asesinadas, con las y los pensionistas en las calles diciendo que sus pensiones son una mierda, con muchas republicanas y republicanos cabreados con los que nos vendieron revoluciones arrodillándose ante el Régimen, solo nos queda salir a la calle despojados de la desmemoria impuesta y poniendo en contexto todas esas luchas de tanta desahuciada de esta sociedad excluyente que solo ama al rebaño cuando sigue al líder. Es sumamente urgente.

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