La España del eterno retorno
Cuando un gobierno no tiene otro recurso mejor que el de repartir violencia gratuita entre los manifestantes pacíficos del 25-S o cualesquiera otros, ese Ejecutivo pone en evidencia su debilidad. Incurre en una brutal paradoja: queriendo mostrar fortaleza, se descalifica si mismo y muestra a las claras su auténtica faz. Esto no es eso que dicen electoralmente centro. Es ultraderecha con corbata de seda. La autoridad no tiene nada que ver con el autoritarismo. Más bien son opuestos. Cuando hay civilidad, las pelotas y los palos nunca deben sustituir a las ideas.
Lo que está ocurriendo en realidad es otra cosa. Tiene que ver con el pánico. Es el estruendo al caer de un edificio de muchos pisos de mayoría absoluta, cuyos cimientos se han ido diluyendo a medida que pasaban los días de incuria y arbitrariedad agresora. En la tumba de La Moncloa habita un cadáver político muy nervioso que huele a pretérito. Incluso la Prensa internacional lo ha corroborado. Era previsible. Mariano “fray” Rajoy se desinfla, no tiene categoría y nunca la ha tenido. Es un genuino subproducto del aparato de los partidos que tienen secuestrada la democracia y se dedican a permanecer en su ciudadela de poder; y, en bastantes casos, a la mangancia al por mayor y al por menor. Ha echado raíces una subcultura del trinque y que se jodan los que no pueden. Ellos los votantes y nosotros los figurantes. Nada de transformar a fondo el corral, eso resulta peligroso porque entonces habría más competencia y la banca no da crédito preferencial para financiar el aparato y las campañas publicitarias.
La auténtica crisis de España es la pésima calidad de sus políticos y su correspondiente carencia de ética. El cazo y el nepotismo que sustituyen a la inteligencia y a la igualdad de oportunidades se han hecho fuertes. El caso del perplejo Rajoy resulta patético. Este hombre tiene todo el aire de un simple sudoroso, al que uno ubica tomando el chocolate con picatostes con unas tías beatas suyas después del rosario. En los foros internacionales deambula como un zombie. Su única habilidad administrativa ha sido la de colocarse de felpudo ante todo tipo de fuerzas en liza: La Iglesia católica, la Angela Merkel de los intereses alemanes, sumisión a la oligarquía financiera hispánica…Y suma y sigue. A pesar de los buenos consejos como los de dos premios Nobel de Economía, se ha empecinado en el monolítico monotema neoliberal del déficit público. Y la ha cagado. Tal y como le habían advertido, España está en el vórtice de la depresión y no encuentra la salida del remolino.
En el paroxismo de un criterio genital de la política, los españoles del escroto rampante votaron a Mariano Rajoy por mayoría absoluta. Querían un cambio de rasante a toda prisa y se han estrellado.
En su constante y vertiginosa huida hacia adelante, Rajoy ha llevado hasta el extremo la capacidad de aguante del ciudadano de abajo: Sueldos que bajan, pagas que desaparecen, paro estratosférico, precios que aumentan sin control, recortes brutales en ámbitos sensibles como la sanidad y la educación, arbitrario despilfarro gubernamental, persistente exigencia de sacrificios a fondo perdido y sin contrapartida…Y luego, el baile de la yenka de la indecisión en el caso del rescate. Con España, los especuladores monetarios están de enhorabuena.
Eso en cuanto al panorama económico. En el plano político, este retal de gobierno carece de vitalidad. No tiene pulso ni cintura. Su encefalograma luce plano. El gobierno autonómico catalán y millón y medio de manifestantes se pronuncian a favor de la independencia y presidente Rajoy dice que son sólo “algaradas”. Todo está bajo control con una Constitución que se descose por momentos. En Euskadi las fuerzas sociales declaran una huelga general como preámbulo de unas elecciones donde triunfará con seguridad el voto soberanista, lo que supondría el respaldo al independentismo de Bildu… y el recuerdo del frustrado Plan Ibarretxe.
Es proverbial el hecho de que, cuando las aguas no fluyen, se oxigenan con nuevos aires de paisajes y se transforman, esas aguas se estancan en el ensimismamiento y se pudre la Historia. En España, los que mandan se han instalado desde siempre en la pachorra del terrateniente bellotero, echando barriga, fundando familias de larga descendencia y perpetuando así su clase succionadora.
Pero incluso más modernamente, desde la Sagrada Transición y la mal parida Constitución de 1978, prosiguen en el inmovilismo basáltico del post Movimiento nacional y de las JONS. El de las esencias del pan y toros; sin tener en cuenta que el mundo gira a toda velocidad y que existen cosas como Internet o You Tube o Twitter. Les había ido bien, acartonados en el typical spanish de "charanga y pandereta, cerrado y sacristía"; pero la quiebra del hormigón armado ha sobrevenido y la vaca se ha secado. Ahora se repite una pesadilla recurrente; como si fuera la maldición de un círculo vicioso, en el año 2012 estamos de nuevo en 1933. Catalunya y Euskadi siguen siendo el problema a resolver. Pero esta vez el Estado es monárquico y no republicano.
La frase ya la hemos dicho en otrospost de este blog, pero vale la pena repetirla porque viene al hilo y el aserto es llamativo por quien lo dice, dónde y cuando. Fue el relevante político conservador Antonio Cánovas del Castillo quien expresó aquello de que “español es el que no puede ser otra cosa”. Y, por lo que se ve, hay bastantes partidarios de ser otra cosa entre los catalanes y los vascos. Y quieren someter su voluntad a referéndum. El president Mas pretende hacer lo mismo que intentó el lehendakari Ibarretxe en su día y no le dejaron, por lo que dimitió.
Hay en el aire un cansancio y un repudio de ese modelo de España oportunista. Mentirosa, trapacera, retórica y cutre como cualquier caspa costumbrista de ala corta. Por eso el que puede se va a otros horizontes y el que no puede irse se cabrea y echa humo.
Un gran problema es la monárquica y la centralista Constitución borbónica. Concretamente, los paralizantes artículo Dos (la insoslayable “unidad de la nación española”) y el Octavo (“las Fuerzas Armadas son garantes y defenderán la unidad territorial de España”. Son los dos relicarios que introdujo el bunker franquista al redactarla y que la izquierda parlamentaria se tragó enteros sin rechistar. Ahora esa Constitución es un obstáculo mayúsculo para la apertura de ideas, cara a la convivencia. Somos rehenes de la incertidumbre y el miedo. El timonel no es fiable y la tempestad arrecia. Los ánimos se encrespan. La violencia se enseñorea en las calles.
Y por si sirve de referencia a los navegantes. Un poco lejos de España, aunque simétrica en calamidades, está la Grecia que inventó la democracia. Pero a raíz de los euro-recortes, ha crecido exponencialmente la extrema derecha fascista. El fascismo es un quiste agazapado que siempre espera su oportunidad a la hora del malestar y los bajos instintos.
Así las cosas de mal en su feudo, el rey ha viajado a los EEUU para salvar la fachada de España. Y tal vez para pedir orientación o alguna fórmula de vacuna para asegurar la pervivencia del trono del tronío y la fiesta. Esperemos que las indicaciones del imperio no sean del estilo del 23-F… La clase política norteamericana está embebida en sus elecciones presidenciales. ¿Spain? ¿Qué es Spain? ¿Dónde está Spain? Lo único que ha trascendido a los telediarios importantes es la restauración a católicos brochazos del Ecce Homo de Borja (Zaragoza).
Y el influyente diario “New York Times” ha respondido a la presencia de los Reyes con un ilustrativo reportaje de portada. En él se dice muy gráficamente que en España se está pasando hambre y que la gente escarba en las basuras para encontrar alimento. La Marca Esppaña es más bien un estigma. La Prensa siempre magnificando, ya se sabe. Según el Rajoy a la defensiva, lo que de verdad cuenta es la mayoría silenciosa. Es decir, los que se dejan hacer de todo sin decir nada.
Hambre de España en las basuras