La Felap, el compromiso con la verdad
Tuve la inmensa suerte de asistir como invitado al XI Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) que se celebró a principios de septiembre en Caracas, Venezuela, bajo el lema «Nuestra comunicación no será censurada».
Y digo inmensa suerte, con cierta envidia sana añadida, por participar en un encuentro junto a periodistas que asumen el ejercicio de su profesión con un compromiso social opuesto a lo que se entiende en España por periodismo.
La Felap fue fundada en 1976 y mantiene a día de hoy, 36 años después, los mismos principios antiimperialistas y de clase que inspiraron su andadura. En un momento en el que los comunicadores del primer mundo, al calor de las teorías del “fin de la historia”, ya no se consideran clase trabajadora y asumen la ideología de los propietarios, oxigena ver la vitalidad con principios de una organización que cuenta con 80.000 afiliados y un ámbito de actuación que comprende toda América Latina y el Caribe.
En esos días de trabajo y confraternización que viví, pude reflexionar acerca del océano ideológico que separa dos modelos de periodismo que son como el agua y el aceite, uno al servicio de los pueblos y su libertad real de información y otro que, con soberbia occidentalista, se pretende detentador de una libertad que no deja de ser la “libertad” de los grandes emporios de la comunicación.
Los dos grandes ejes de trabajo que se abordaron en el XI Congreso fueron “La comunicación en disputa” y “La defensa de la vida de los periodistas”.
El primero de ellos, la disputa de la comunicación, constituye un verdadero conflicto en una América Latina que vive procesos revolucionarios de soberanía e independencia y que enfrenta a los grandes propietarios de los medios con ese pueblo empoderado, casi siempre sin voz.
Sobre esta cuestión se llegó a la conclusión de que, solo en el marco de una recuperación de medios al servicio de la independencia y con un acento imprescindible en los sectores de la comunicación social y popular, se puede resistir y plantar cara a las corporaciones de la mentira mediática. Eso que grandes empresas como PRISA, asociaciones pantalla del Departamento de Estado estadounidense o estrellas mediáticas de la progresía social-liberal llaman ataque a la “libertad de expresión” y que no es ni más ni menos que la defensa en el medio de esa batalla de la comunicación, de los procesos emancipadores atacados por esos mismos emporios que no quieren perder la hegemonía para contar un único relato, su relato.
Respecto a la defensa de la vida de los periodistas, se habló de cómo a la vez que los métodos de baja intensidad, se incrementan las tácticas violentas: Golpes de Estado, amedrentamiento, terror y eliminación física de periodistas. Fue demoledor el informe de la Comisión de Investigación de Atentados a Periodistas (CIAP) cuya exhaustiva investigación dio cuenta de una verdadera guerra contra los profesionales de la información, que solo en 2012 ha costado la vida a 32 periodistas.
Caso terrible y diferenciado es México que, en el marco de su desestabilización interesada amplificada por la guerra de la droga, acumula datos estremecedores de comunicadores asesinados. Resaltar el momento que vive Honduras donde, a partir del Golpe de Estado, los periodistas son objetivo prioritario del nuevo poder con 6 asesinatos este año o el clima de amenazas y persecución de los golpistas paraguayos hacia la prensa independiente.
Afortunadamente, iniciativas de seguimiento, denuncia y acompañamiento fueron decididas por la Felap con la esperanza de detener esta guerra sucia que tan poco airea la prensa occidental.
Motivo de celebración fue la incorporación a la Felap de la Plataforma de Periodistas de Venezuela que cubre el vacío dejado por este país tras la expulsión del Colegio Nacional de Periodistas a causa de su apoyo al Golpe de Estado que en 2002 pretendió abortar el proceso democrático que lidera el Presidente Hugo Chávez Frías.
La realización de este Congreso en una Venezuela inmersa en un proceso electoral crucial para los procesos emancipadores de la zona, supone un espaldarazo importantísimo para éstos, por parte de la asociación profesional más importante de América Latina cuyos integrantes se comprometieron con la voluntad del pueblo venezolano frente a la mentira transnacional.
De regreso a Madrid y mientras escribo esta reflexión me quedo con la ilusión renovada de haber podido trabajar junto al periodismo de la verdad en la tierra de un pueblo que ya inició el camino de la soberanía y la verdadera independencia.