La guerra de las mamushkas: Sudán

La guerra de las mamushkas: Sudán

Sudán

Por Guadi Calvo*. LQSomos.

A tres semanas cumplidas del inicio del conflicto y tras haber fracasado, prolijamente, uno tras otro, los altos el fuego acordados por las partes, y sin que ninguna fuerza internacional, regional, haya podido impulsar una propuesta que al menos detenga la muerte, los sudaneses se siguen matando con fervor en los diferentes focos de combate activos a lo largo del país

La historia ya cansa, aburre, dos generales ambiciosos, el general y jefe de las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF), Abdel Fattah al-Burhan y el autodenominado, general Mohamed Hamdan Dagalo, mejor conocido por el diminutivo de Mohamed: Hemetti, patrón del grupo para militar conocido como Fuerza de Apoyo Rápido (FAR). Ambos jefes han sido hijos putativos del antiguo dictador Omar al-Bashir al que ayudaron a derrocar en 2019.

Con los, qué pródigos e infinitos fondos, que han sabido acumular, en varias décadas de saqueos, a los recursos naturales, particularmente el oro y el petróleo, y a la corrupción estatal, sin importarles un pimiento, los cuarenta y siete millones de sudaneses a los que solo le ha quedado la opción de huir, hacia algún lugar donde los proyectiles de los bandos rivales no lleguen o elegir algún bando, ante que el bando los elija a ellos, se siguen matando. Incrementado la crisis que escala día tras día, sin alcanzar hasta ahora su cenit.

Desde el quince de abril pasado, día del inicio de lo que ya puede ser definida como guerra civil, han comenzado a emerger, como el juego de las muñecas rusas, una guerra que contiene a otra y otra y así repetidamente, no sólo en el interior del país, sino de interés extranjero.

La más evidente, claro, es la guerra que siguen librando el ejército en Darfur, donde una vez más, cómo lo viene haciendo Hemetti, desde principio de este siglo, en que con la anuencia de al-Bashir, masacró a cerca de medio millones de darfuríes, en una campaña de limpieza étnica, contra la etnia masalit y la zaghawa, afincados en la región desde el principio de los tiempos, en lucha contra los rizeigat, una tribu de origen árabe que llegaron siglos más tarde y a la que pertenece Hemetti, y sus Janjaweed (jinetes armados) que tras el “éxito” en la guerra de exterminio que se extendió de 2002 a 2012, al-Bashir elevaría a la condición de fuerza paramilitar, reconvirtiéndose en las FAR, que se había reactivado hace unos meses y tras el estallido del día quince alcanzando niveles pavorosos con combates en la capital de Darfur Occidental. el-Geneina y otras ciudades cercanas cómo Nylan, capital de Darfur Oriental, además de en el-Obeid, el-Fasher y otras en las mismas áreas.

En Nylan, que prácticamente quedó dividida en dos, los combates recrudecieron el pasado sábado seis, con uso de armamento pesado, tras el intento de comandos de las FAR, de infiltrarse en depósitos del ejército en el barrio de al-Nahda. Por lo que la segunda ciudad más poblada de Sudán, con cerca de 600 habitantes, después del eje Jartum-Omdurmán que supera los cinco millones, el ejército controla el lado occidental, donde se ubican los edificios gubernamentales y el comando del ejército, mientras que en el este las fuerzas de las FAR, dispone no solo del aeropuerto, las oficinas de los servicios de inteligencia y el cuartel central de la policía, cuya toma, significó duros combates con un número desconocido de bajas.

Ambos grupos, están pugnando por abarcar la mayor cantidad de territorio, no solo en Darfur, sino en todo el país donde se disputan importantes combates; en vista de que el último sábado, arribaron Jeddah, Arabia Saudita, los grupos de negociadores. Que se apuraron a aclarar que no estaba allí para discutir ningún acuerdo de alto el fuego, sino para establecer pasos humanitarios, por los que tantos civiles como insumos de medicamentos y víveres en general, pudieran circular sin riesgo.

Detrás de este encuentro, no solo figura Riad, uno de los principales interesados en resolver la crisis, dada la cercanía con Sudán a través del Mar Rojo, con un ancho medio de 280 kilómetros, sino, además los Estados Unidos, que en atención de la fuerte presencia, tanto de China y Rusia en la región, no quiere dar posibilidades a esas dos potencias de tener injerencia en el conflicto.
Mientras los combates en Darfur se intensifican, Naciones Unidas, informó que, en el sur de esa región, más de un millón de vacunas, contra la poliomielitis, para las campañas de vacunación planeadas tras el brote de finales del año pasado, fueron destruidas, tras los múltiples saqueos, que han provocado daños en las instalaciones sanitarias, rompiendo así la cadena de frío.

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud, informa que ha registrado una treintena de ataques contra instalaciones de atención médica, desde el comienzo del conflicto, habiéndose perdido, además de grandes cantidades de medicamentos, han desaparecido, según lo declara el Programa Mundial de Alimentos, suministros por unos catorce millones de dólares. Debido a los ataques centrados contra hospitales Médicos sin Fronteras (MSF) informó que ha paralizado su trabajo en Darfur del Oeste.

El campamento para desplazados de Aba Dhar, al igual que otros veinte centros de refugio, habían sido atacados a principios de este mes, por lo que miles de civiles han debido huir a Chad, sumándose a los más de 20 mil, que habían llegado en los primeros días de combates.

Muchos de ellos en primera instancia habían sido localizados al sur de la ciudad chadiana de Adre, pero ya superados las instalaciones, se han abiertos campamentos en cercanías de las aldeas de Taktakli, Darta, Gidenta y Denta, donde las condiciones humanitarias son extremadamente precarias, teniendo en cuenta que Chad es una de las naciones más pobres del mundo.

La desolación de Jartum

Tampoco en la capital del país se han detenido los combates a pesar del alto el fuego, donde según diferentes organismos internacionales mencionan que los muertos, apenas estarían entre los quinientos y setecientos muertos, mientras rondaran en cinco mil los heridos, para todo el país. Por lo que algunas entidades locales, como el siempre activo políticamente desde 2019, el Sindicato de Médicos, rechazan esas cifras, denunciando que los números reales son otros, mucho más elevados. Informado que los cuerpos se amontonan en las morgues, y muchos más se pudren en las calles, sin que nadie los pueda levantar y mucho menos contar, por el gran espacio en que están diseminados, sin contar a quienes han quedado bajo los escombros tras los bombardeos. Teoría para nada descabellada, si se considera la crudeza de los choques, lo prolongado en el tiempo de los combates y las zonas en que se llevan a cabo, fundamentalmente urbanas. Habiendo destruido la mayoría de los hospitales de la capital y múltiples centros de abastecimiento para las necesidades básicas de la población. La que también, tras la liberación de miles de delincuentes de las prisiones, en los primeros días del conflicto, bandas compuestas por estos elementos, han empezado a atacar a la población, habiéndose constituido en autoridad en algunos barrios de Jartum.

Entre tantas penurias que está soportando la población civil también hay que agregar la caída de la red eléctrica, que ha dejado importantes sectores sin ese servicio, a lo que se le suma la escasez de agua potable, lo que ha producido que el precio de los bidones de agua potable, se haya cuadruplicado, mientras otros jartumies, han debido recurrir al Nilo Blanco, que transcurre junto a la orilla oriental de la ciudad, para abastecerse.

Algunas toneladas de la poca ayuda humanitaria que ha llegado se introduce al país por el Puerto Sudán, sobre el Mar Rojo, a unos 800 kilómetros, por ruta de la capital del país, y 1600 a Darfur. A pesar de las exigencias de la ONU, sobre la seguridad para poder transportarlas, el pasado día tres de mayo, seis camiones que se dirigían con esa ayuda a Darfur, fueron saqueados.

Se calcula ya en más de 300 mil personas, que se han debido desplazarse por los combates, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU, que considera que dicha cifra se podría triplicarse en poco tiempo más. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima en 115 mil las personas que ya se han refugiado en países vecinos. Mientras más milicias armadas regionales, se han ido sumando en el transcurso de las semanas a los dos grandes bandos, repitiendo en pequeña la escala no solo el gran conflicto en sí, sino también cobrándose viejas deudas con todo tipo de venganzas.

Las fuerzas beligerantes de Sudán, parecen tener la voluntad de prolongar esta guerra, que parece siempre, como las mamushkas, tener siempre otra dentro de la última.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional

Sudán – LoQueSomos

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