La justicia contra Jean Jaurès
Diego Farpón. LQSomos. Agosto 2016
Aquí y allá Jean Jaurès ruge contra el militarismo y la guerra. Este socialista francés se ha radicalizado por la vía de los hechos: los hechos de los estados contra la clase trabajadora y los hechos y acciones de la clase trabajadora en lucha por su emancipación.
Hecho a hecho se ha despojado de sus posiciones moderadas para convertirse en defensor de la clase trabajadora y hace más de una semana volvió la mirada sobre el gobierno francés y su política colonial. Tres días después comenzaba la guerra. Pero él no va a ser un patriotero, él no va a ponerse del lado de la burguesía: él no va a pedir a la clase trabajadora francesa que dispare contra la clase trabajadora alemana. Al contrario: llama a la unidad internacional de la clase.
Jean Jaurès es el gran enemigo de Francia. Pondrá dos balas Raoul Villain para solucionarlo.
Con la muerte de Jean Jaurès la izquierda ha perdido al gran defensor de la guerra a la guerra: las organizaciones de clase sucumben ante el nacionalismo y votarán los créditos de guerra y abrirán fuego contra otros pueblos. Aún está caliente el cadáver de Jean Jaurès y el reformismo y el oportunismo ya están escupiendo sobre su tumba.
La justicia llegará al final de la guerra: el 29 de marzo de 1919 el jurado absolverá al asesino. Dirán, entonces, que la muerte de Jean Jaurès fue necesaria para que Francia entrase en guerra. Y para que la izquierda no mantuviese una posición internacionalista y de clase.
La justicia contra Gramsci
Más citado que leído, Gramsci ni siquiera ha sido bien traducido. No sólo no ha sido bien traducido de una lengua a otra, sino que no ha sido bien traducido políticamente: hoy es un referente del postmarxismo y la izquierda populista y ha sido abandonado por las/os marxistas.
Gramsci debe estar revolviéndose en su tumba: Gramsci, aquel que odiaba a quien no tomaba partido, aquel que señalaba la necesidad de la formación, aquel que combatía las posiciones pequeño burguesas en el partido, aquel que arremetía contra parlanchines y reclamaba la praxis: aquel que anhelaba la transformación socialista de la sociedad descansa olvidado por las/os suyas/os, reclamado por las/os traidoras/es.
Gramsci, el filósofo de la praxis, fue parlamentario. Fue parlamentario y, añadimos, tenía inmunidad. Pero su posición jurídica no iba a ser un obstáculo para el régimen ni para la justicia: este italiano era muy peligroso. Un 5 de noviembre de 1926 el gobierno italiano disolvía los partidos y tres días más tarde encarcelaba a Gramsci.
El gobierno italiano, conocedor de las capacidades de Gramsci, pudo concretar su necesidad para que la justicia fallase de la forma que debía fallar: reclamó que el cerebro de Gramsci no trabajase durante veinte años. La justicia, atendiendo a las necesidades de la patria, cristalizó para satisfacer la necesidad política y no falló en su veredicto: Gramsci fue condenado a algo más de veinte años de prisión.
La justicia contra Grimau
Traicionado, Julián Grimau es detenido en noviembre de 1962. Dirigente del Partido Comunista de España, Grimau es juzgado y condenado a muerte al no morir durante las torturas, justificadas con el correspondiente montaje policial -con la típica caída por la ventana incluida- habitual en la historia y habitual en el presente.
Estado español, 1990. Más de diez años han transcurrido desde el final de la dictadura, pero como la justicia es justicia política y no una abstracción quienes cometieron crímenes y sostuvieron la dictadura fascista y franquista no han sido juzgadas/os. Amnistía, lo llaman: la amnistía orquestada por el poder para amnistiar al poder. Y Manuel Fraga alcanza en 1990 la presidencia de la Junta de Galicia. Fraga, el encargado de diseñar una campaña para justificar el asesinato de Grimau, el que cuando le llegó el turno levantó la mano para que su voto se sumase a favor de la ejecución en el Consejo de Ministros del 19 de abril de 1963.
Ese año de 1990 se pide la revisión de la condena a Julián Grimau. Entonces, casi treinta años después se hará justicia: la justicia de la Constitución de 1978, la justicia de la España de hoy, la justicia de siempre, la justicia de la burguesía: se vuelve a condenar a Grimau, se niega la revisión de la condena.
La justicia contra Alfon
Alfon es detenido en 2012, en el marco de una huelga general, mientras la crisis capitalista hace que se tambalee toda la estructura política y social de dominación de la burguesía: el bloque popular avanza, y lo hará hasta noviembre de 2014, momento álgido en el que al carecer de organización cae en el electoralismo y el movimiento se detiene. El día 25 será juzgado.
Jaurès, Gramsci, Grimau: tres nombres, tres lugares, tres momentos, tres ejemplos de la justicia de la burguesía. Burguesía a la que no le tembló el pulso para justificar explícitamente el asesinato de Jean Jaurès; no le tembló el pulso para llevar al fascismo a los gobiernos y frenar el movimiento obrero, no le tembló el pulso para alentar campos de exterminio y aniquilar comunistas.
Jaurès, Gramsci, Grimau: son una pequeña muestra de la historia de la incuantificable violencia de la burguesía por mantener el viejo mundo y su posición de poder que le permite controlar el poder judicial y su posición hegemónica que le permite hacer creer a las clases sociales subordinadas que los poderes de los estados son independientes y neutros.
Lo sé. Alfon no es Jaurès, Gramsci, Grimau. Por él no hay grandes campañas internacionales: no es ningún dirigente teórico ni de masas. Pero Alfon es mucho más importante, es la esencia sin la cual no hay Jaurès, Gramsci ni Grimau: es clase trabajadora. La misma clase que fue aniquilada en Francia, Italia o el Estado español, la misma que es asesinada en Honduras, Palestina o Siria. La misma que es juzgada y condenada por la burguesía cada día.
Abandonada la teoría marxista del Estado incluso por la izquierda abertzale, Alfon y la clase trabajadora del Estado español carecen de organización para enfrentarse al poder. La espada cae y enseña que el siglo XXI es como el siglo XX, pura lucha de clases, criminalización del movimiento obrero, burguesía contra proletariado, sentencias ejemplarizantes: Alfon es condenado.
#AlfonLibertad
2000 años después, lo cómodo es decirnos Espartaco. Lo incómodo en este momento es decirnos Alfón, Amaia Egaña; esa joven que es sancionada con 1440 € de multa por insultar al Rey. “Lo más cómodo es llorar al que muere en Bolivia, en vez de luchar en Madrid”, cantaba hace 50 años Adolfo Celdrán.