La medalla de Ramón y Cajal
Por Varias Autoras. LQSomos.
En mayo se cumplieron los 170 años del nacimiento de Ramón y Cajal (1852-1934). Al celebrarse su centenario, el 1 de mayo de 1952, Eladio Esparza, subdirector del golpista Diario de Navarra, se deshizo en elogios por el “patriotismo” de Cajal y por su “empinada cima científica conseguida”. Pero lamentaba que “no fuera católico, a pesar de ser un devoto lector de Menéndez y Pelayo y de Balmes”. Esparza no entendía que, tal y como “él pensaba políticamente de la situación de España en 1934 en que solo un milagro de Dios veía la salvación, no creyera en ese Dios que trajo la salvación a España”. ¿Significaba que Cajal era, entonces, republicano y de izquierdas? Republicano, sí, pero lo de izquierdas es harina de otro costal. Pero sigamos.
Precisamente, con motivo de esos 170 años de su nacimiento, el Gobierno ha declarado este año como Año de investigación Santiago Ramón y Cajal 2022. Su vicepresidenta, Nadia Calviño, firmó y publicó una orden en el BOE dando a conocer la acuñación de una moneda en plata, cuyo anverso y reverso respectivamente reproducen el retrato de Felipe VI, rey de España, y el de Santiago Ramón y Cajal.
Conviene saber que en la solicitud de la estampación y reproducción de la medalla ha colaborado la Unidad de Innovación Social de Navarra, perteneciente al Gobierno de Navarra. No en vano Cajal nació en Petilla de Aragón el 1 de mayo de 1852, perteneciente a Navarra desde los primeros años del siglo XIII aunque hoy sin contacto territorial con Navarra. De hecho Cajal no se sintió navarro, aunque a Navarra la llamó “la noble Navarra”.
Que en este justo homenaje al ilustre histólogo y Premio Nobel le acompañe Felipe VI en el anverso de dicha medalla nos parece un mal chiste socialista. La memoria gubernamental parece olvidar que este Borbón subió al trono tras la abdicación de su padre, quien, a su vez, fue nombrado rey por el dictador.
En cuanto a lo que pudiera deducirse de la opinión de Esparza relativa a lo que Cajal “pensaba políticamente”, es pertinente recordar que el histólogo navarro fue presidente de la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) desde su fundación en 1907 hasta su muerte en 1934. Que dicha junta se creó bajo la inspiración de la Institución Libre de Enseñanza con el fin de promover la investigación y la educación científica en España. Y que fue desmantelada y expropiada en 1939 tras la derrota republicana en la guerra.
JAE fue el organismo que mayor impulso dio al desarrollo y difusión de la ciencia y cultura españolas a través de un programa muy activo de intercambio de profesores y alumnos y el establecimiento de becas para estudiar en el extranjero (pensionados), en un intento exitoso de salir del pesimismo decimonónico y abrirse al extranjero estableciendo un diálogo abierto con los países más modernos de Europa como el único medio de avance y progreso. Esta labor fue liderada por su presidente, Santiago Ramón y Cajal, pero, sobre todo, por su secretario y eminencia gris, José Castillejo. En la JAE se formaron los mejores intelectuales y científicos entre 1907 y 1939: Rafael Altamira, Odón de Buen, Américo Castro, Samuel Gili y Gaya, María de Maeztu, Tomás Navarro Tomás, Juan Negrín, Severo Ochoa, Federico de Onís, José Pastor, José Royo, Julio Rey Pastor, Luis Zulueta, Pío del Río Hortega y Luis Calandre, entre otros…
Tratándose de un Año de Investigación, lo lógico hubiera sido que el vallisoletano Pío del Río Hortega acompañara a Cajal en el anverso de la moneda, pues éste, y no el Borbón que sepamos, sí realizó aportaciones fundamentales sobre las células giales, parte esencial del sistema nervioso, y fue nominado dos veces para el Nobel de Medicina y rechazado por ser republicano y homosexual. Fue compañero de Cajal, aunque terminaron enemistados.
El Gobierno de Burgos decretó la disolución de la JAE el 19 de mayo de 1938 (BOE de 20 de mayo) con una ley completamente ilegal, porque la Junta seguía funcionando en la zona republicana. Paradójicamente, dicha ley franquista aún no ha sido derogada ni por Felipe VI, ni por la ley de Memoria Democrática.
Al terminar la guerra, una ley del 24 de noviembre de 1939 dispuso la creación del CSIC. En ella se lee que “todos los centros dependientes de la disuelta Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, de la Fundación de Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas y los creados por el Instituto de España, pasarán a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas”.
CSIC y JAE fueron dos instituciones antagónicas. Al CSIC golpista le acompañaba “la voluntad de renovar su gloriosa tradición científica asentándola sobre la restauración de la clásica y cristiana unidad de las ciencias destruidas en el siglo XVIII.” Y acusaba a la JAE de “pobreza y paralización de la ciencia proponiendo como alternativa “la recuperación de las energías espirituales de la hispanidad a fin de crear una cultura universal”. Lo que se hacía extensivo obviamente a Cajal.
Más aún. En octubre de 1940, el discurso inaugural de su primer presidente, José Ibáñez Martín, entonces ministro de Educación, lo dejó muy claro. CSIC se fundó para “liquidar todas las herejías científicas que secaron y agostaron los cauces de nuestra genialidad nacional y nos sumieron en la atonía y la decadencia… Nuestra ciencia actual, en conexión con la que en los siglos pasados nos definió como nación y como imperio, quiere ser ante todo católica”.
La JAE, o por decirlo de otra manera, la escuela de Cajal fue desmantelada por el franquismo, sus miembros represaliados, encarcelados, multados, depurados y exiliados. Y quiera o no quiera reconocerlo, Felipe VI es heredero de la devastación de dicha escuela hecha con premeditación y alevosía por Franco, gracias al cual el Borbón puede ser hoy rey de España y jefe del Estado. Por lo que parece inconcebible que la sensibilidad política del Gobierno se manifieste de forma tan poco delicada y respetuosa con la memoria de quienes un día formaron parte de la Escuela Cajal y fueron vilmente represaliados por quienes, con el tiempo, impondrían la monarquía actual, sin salirse de los imperativos del Glorioso Movimiento Nacional.
* Las autoras son: Víctor Moreno, Clemente Bernad, Jesús Arbizu, Pablo Ibáñez, Carolina Martínez, Carlos Martínez, Laura Pérez, Orreaga Oskotz, José Ramón Urtasun, Ángel Zoco y Txema Aranaz, del Ateneo Basilio Lacort
Nota relacionada: Extraños compañeros de viaje, moneda conmemorativa de Cajal
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Bufff, que barbaridad!
/// ENHORABUENA Y FELICITACIONES POR ESTE MAGNÍFICO ARTÍCULO, QUE VIENE A ABUNDAR MÁS SI CABE Y COINCIDE -COMPLETAMENTE- CON EL ANTERIOR DE DÑA. CRISTINA CALANDRE HOEGNISFELD, TITULADO:” EXTRAÑOS COMPAÑEROS DE VIAJE, MONEDA CONMEMORATIVA DE CAJAL” PUBLICADO TAMBIÉN EN ESTA IMPORTANTE WEB DE “LQSOMOS”. SUSCRIBO -ÍNTEGRAMENTE- EL CONTENIDO DE AMBOS ARTÍCULOS POR SER VERDADEROS, AJUSTARSE A LA VERDAD HISTÓRICA, JUSTOS Y ÉTICOS. ///
UN CORDIAL SALUDO REPUBLICANO.
MÁLAGA, A 6 DE OCTUBRE DE 2022.
ARTURO FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ
(HIJO DEL EXILIO REPUBLICANO, SOCIALISTA E “INSTITUCIONISTA” (INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA) ESPAÑOL)
(LICENCIADO EN DERECHO POR LA UNIVERSIDAD DE GRANADA (UGR), DOCTOR EN DERECHO Y EXPROFESOR TITULAR DE HISTORIA DEL DERECHO ESPAÑOL DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA (UMA), Y EXSECRETARIO JUDICIAL JUBILADO).