La Poesía deja Volar
Por Fabiola Calvo*
Cada una de nosotras y de nosotros lleva dentro sus propias locuras e inquietudes, sus amores y desamores, sus mezquindades, sus duelos quizá sin hacer, sus rabias que podemos transformar en creación, en poesía
Casi seguro que alguna vez has escrito un verso o lo dejaste guardado en ti o en algún rincón… Terminó en Bogotá el Encuentro Internacional de Poesía con un homenaje a la artista y poeta Patricia Ariza.
¡Ah! ¿Qué para qué sirve la poesía? Se vende poco, no da dinero, no está en la lista para el éxito económico… ¿Entonces?
La Poesía deja Volar, desnudar el alma y contar el estado de nuestro espíritu, escribir un poema es dejar sobre papel lo más íntimo, un algo de tu ser profundo, es plasmar el orden simbólico con el que actuamos o los resortes más profundos que nos impulsan a vivir y a descifrar los códigos para estar.
Durante siglos estuvimos sin derechos recluidas en la casa, en la huerta, en el convento y nos quedó la palabra, la palabra para expresar nuestros sentimientos, para educar a los hijos, para pensar y arrebujar nuestras cuitas y enojos en lo más hondo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto/ me ha dado el sonido y el abecedario/ con él las palabras que pienso y declaro…” escribió y cantó Violeta Parra, la legendaria chilena que nos regaló su saber mediante la palabra.
Dijo María Zambrano, la pensadora y filósofa española, que el pensamiento griego surgió con la separación entre lo sagrado y el pensamiento lógico, por lo que el pensamiento contemporáneo se encuentra basado en la razón ciega, lo que para otros es la irrupción de la conciencia en Atenas.
Ella considera la necesidad de abrirnos a lo divino y lo “divino” está dentro, para otros es la autonomía del individuo que podrá proyectar lo que pertenecía a lo sagrado sobre un individuo de carne y hueso.
De cuanto si estoy segura es de la urgencia de airear el inconsciente, sacarlo y convertirlo en palabra, y esa palabra transformarla en versos, en poesía, no importa que para el mundo esté devaluada porque ella en sí no pide ni produce bienes materiales, con ella damos, nos entregamos. Parafraseando a María Zambrano necesitamos expulsar esa nada del paraíso de la razón.
Dejar nuestro imaginario plasmado, darle vida a los fantasmas que nos enfrentan al espejo, a ese otro yo o ese ser desconocido que nos dota de alas para llevarnos lejos a conocer otros mundos, al mundo de la creación.
Frida Kahlo lo representó con su pintura, otro camino para reconocerse. “Pies para que os quiero si tengo alas para volar”. Yo diría que la pintura, la fotografía artística, la escultura es poesía
Alfonsina Storni, la poeta argentina nos dejó confidencias y reflexiones. “Anda, date a volar, hazte una abeja/ en el jardín florecen amapolas, y el néctar fino colma las corolas; mañana el alma tuya estará vieja.”
Alejandra Pizarnik, también argentina, se confiesa en “Esta lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra, Alejandra, no lo niegues/. Hoy te miraste al espejo/ y te fue triste, estabas sola, / la luz rugía, el aire cantaba/ pero tu amado no volvió.”
Ellas lo han podido expresar, contar, discernir, ellas y otros poetas han conectado con el mundo que traían desde lejos muy lejos y que se instaló en sus seres o desconectaron de la tierra para poder volar, o quizá otras posibilidades que hoy no comprendo o no veo.
Cada una de nosotras y de nosotros lleva dentro sus propias locuras e inquietudes, sus amores y desamores, sus mezquindades, sus duelos quizá sin hacer, sus rabias que podemos transformar en creación, en poesía, y en poesía podemos convertir hasta el silencio o el silencio mismo es poesía.
En poesía podemos convertir la cotidianidad y dedicarle un poema a la panela, sí porque “Esbelta y sensual/ la caña volcó su savia/ en la vieja paila como cadera/ en la vieja paila de cobre…/y con su color de otoño/ masa sólida quedó panela/…/ muchos males cura y… las penas…/ y las penas no quita, pero/ les da sabor a miel”, escribí alguna vez para mis nietos. (Léeme un poema).
Escribirle a ese o esa caminante que viene de allá y que me recordó que “Tanto caminé fronteras/que borré su línea real/. De tanto caminar fronteras/ perdí mis zapatos/. Hoy calzo los tuyos, / aprendí a verme con tus ojos. /Sin perder mi mirada” (Léeme un poema).
Y escribiendo o recomponiendo este artículo recordé un himno que escribió Eugéne Pottier y música de Pierre Degeyter, lo cantaron hace más de un siglo los “pobres del mundo”, un himno que es altruista y llevó a soñadores y soñadoras a luchar por ello, pero que en todo caso es poesía y hablo de “La Internacional”
“El día que el triunfo alcancemos/ ni esclavos ni dueños habrá/ los odios que al mundo envenenan/al punto se extinguirán. /El hombre del hombre es hermano/derechos iguales tendrán/ la tierra será el paraíso/ bello de la humanidad”.
Nota: Varios apartes de esta columna corresponde a la introducción de mi libro de poemas “Amazonía entre sombras”.
* Periodista, escritora, poeta, docente, investigadora, ha trabajado en temas de paz. Doctorada en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad Complutense. En 2007 fundó la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género, tras regresar de su exilio a causa del conflicto colombiano.
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@fabicalvoocampo
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