¡La política internacional hacia Haití debe cambiar!
Agencia Mp3. LQS. Junio 2021
En octubre de 2020 se puso en marcha la campaña internacional Stop silence Haiti ¡Basta de silencio en Haití! Ocho meses después, ¿en qué punto nos encontramos? Todos los abusos, la violencia y las injusticias denunciadas en este llamamiento se han agravado. La pobreza ha aumentado, el hambre afecta a más de 4 millones de personas, los secuestros – agravados por violaciones – se han multiplicado y las bandas armadas han extendido aún más su poder. La inseguridad generalizada afecta a todos los segmentos de la población, comprometiendo aún más el acceso a los servicios sociales básicos, como la educación y la salud.
No ha habido ningún avance judicial en las masacres – se han registrado doce masacres desde 2018 – ni tampoco en los casos de corrupción, el principal de ellos, Petrocaribe, mientras nuevas investigaciones, nacionales e internacionales, confirman la implicación y complicidad del poder. El asesinato del presidente del Colegio de Abogados de Puerto Príncipe, el Sr. Monferrier Dorval, como tantos otros, sigue impune. La violencia y la impunidad se alimentan mutuamente, sumiendo a Haití en un círculo vicioso.
El deterioro de los derechos y las condiciones de vida de la población se ve catalizado por la crisis política. El 7 de febrero de 2021 finalizó el mandato presidencial de Jovenel Moïse. Pero éste último, se negó a abandonar el poder. Su intención es seguir al frente del Estado, el tiempo de organizar a toda costa un referéndum – prohibido por la Constitución – a finales de junio y elecciones en septiembre.
Actuando así, e inventando un intento de golpe de Estado para justificar la jubilación de tres jueces del Tribunal de Casación – lo que constituye (otro) acto inconstitucional –, Jovenel Moïse opta claramente por una estrategia de descomposición institucional, y consagra el autoritarismo de su régimen. Sin embargo, sigue contando con el apoyo del Core Group1 en general, y de Estados Unidos en particular.
En los últimos meses y en numerosas ocasiones, los movimientos campesinos y de mujeres, los sindicatos, los jóvenes de Petrochallengers, las iglesias, las ONG de derechos humanos, las organizaciones sociales, los sectores de la justicia y la educación y los intelectuales se han manifestado masivamente para exigir el respeto de la Constitución, la salida de Jovenel Moïse y una transición de ruptura.
Han sido apoyados y apoyadas por una movilización internacional, que se expresó en diversas corrientes. Así, desde el 7 de febrero de 2021, la Confederación Sindical Internacional (CSI), la Coordinación Europa-Haití (Co-EH) y la Asamblea Internacional de los Pueblos, por poner sólo estos ejemplos, se han posicionado apoyando las reivindicaciones de los movimientos haitianos.
También a nivel diplomático, las líneas comienzan a moverse. Sesenta y ocho miembros demócratas del Congreso de Estados Unidos han pedido un cambio en la política de Washington hacia Haití. El Parlamento Europeo acaba de aprobar una resolución de urgencia2. El Parlamento Europeo se negó a apoyar el referéndum y recordó que “la violencia en Haití está estrechamente relacionada con bandas armadas, de las cuales algunas son apoyadas y financiadas por la oligarquía local”, sin embargo sigue sosteniendo al mismo tiempo el mito de que las autoridades haitianas están en condiciones de organizar elecciones libres y creíbles.
Jovenel Moïse continúa así con su huida hacia delante, y la comunidad internacional, en nombre del “diálogo nacional inclusivo” y de la salida de la crisis mediante elecciones, cae en la trampa – incluso instrumentaliza esta trampa – de apoyar al presidente de facto. Un amplio consenso nacional se ha forjado sin embargo ya desde hace meses contra Jovenel Moïse. Llamar, una y otra vez, a éste a luchar contra la violencia, la impunidad y la polarización del país, cuando él es uno de los principales responsables, es ceguera o hipocresía.
Las condiciones para unas elecciones libres y democráticas, no están dadas ni tampoco para un referéndum sobre la Constitución. Jovenel Moïse no tiene ninguna legitimidad para organizarlas. En la situación actual, con el control de barrios enteros por parte de bandas armadas, y la instrumentalización por parte del gobierno de las instituciones y mecanismos electorales, estas elecciones no tendrán ninguna credibilidad. En todo caso, no tienen otro propósito que consagrar la reproducción de la camarilla en el poder y consagrar la impunidad, encerrando al país en un nuevo ciclo de violencia e inestabilidad.
Jovenel Moïse es parte del problema, no de la solución. Cada día que pasa con él en el poder es una oportunidad perdida para el cambio democrático, volviendo la transición más ardua y complicada. A la comunidad internacional no le falta información sobre lo que ocurre en Haití; le falta valor. La valentía de reconocer el fracaso de la diplomacia seguida en los últimos años, si no décadas, para enfrentarse a Estados Unidos, para defender los derechos humanos y para escuchar las demandas de los Haitianos y Haitianas.
En consecuencia, exigimos de los gobiernos, las instituciones internacionales y especialmente del Core Group:
1. Respetar la soberanía de los Haitianos y Haitianas y denunciar toda injerencia.
2. Escuchar a los actores de la sociedad civil haitiana, que se han pronunciado pública y repetidamente en contra de la celebración de un referéndum y de unas elecciones que, en las condiciones actuales, no serán ni libres ni democráticas, y sólo podrán ser una trágica farsa, con el riesgo de conducir a la restauración de la dictadura.
3. Denunciar la ilegitimidad del referéndum y del proceso electoral, así como la ausencia de condiciones para la celebración de elecciones libres y democráticas con Jovenel Moïse en el poder.
4. Apoyar un proceso de transición demandado e implementado por los Haitianos y Haitianas, basado en la Constitución de 1987.
5. Apoyar el trabajo de las organizaciones haitianas para garantizar que los responsables de las violaciones de los derechos humanos – sobre todo de las masacres y del despilfarro de los fondos de Petrocaribe – sean juzgados de manera justa y equitativa.
6. Revisar más ampliamente, con humildad y honestidad, sus políticas aplicadas en los últimos años, e incluso décadas, que han contribuido al actual estancamiento.
Se invita a sumar la firma individual o de organización, hasta el 13 de junio, haciendo clic aquí: http://bit.ly/stopsilencehaiti
También puede confirmar la firma por correo electrónico a stopsilencehaiti@gmail.com
Notas:
1.- Estados Unidos, Canadá, Alemania, España, Brasil, Francia, la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Representante Especial del Secretario General de la ONU.
2.- Resolución del Parlamento Europeo, de 20 de mayo de 2021, sobre la situación en Haití (2021/2694(RSP))
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