La precarización del trabajo turístico, entrevista a Daniel Albarracín

La precarización del trabajo turístico, entrevista a Daniel Albarracín

Análisis de cómo está evolucionando en España la ocupación y las relaciones laborales en el sector turístico, y en especial en la hotelería. Lejos de las visiones apologéticas, las investigaciones de la FECOHT muestran que durante la crisis se ha agudizado el deterioro en la calidad del empleo turístico.

Daniel Albarracín Sánchez es Doctor en Sociología (UCM) y Licenciado en Ciencias Económicas y empresariales (UAM). Su tesis doctoral trató sobre la sociedad salarial de servicios y la crisis que las atraviesa. Es especialista en relaciones laborales y políticas sociales. Trabaja como técnico del Gabinete Federal de Estudios de la Federación de Comercio, Hostelería, Turismo y Juegos de Comisiones Obreras (FECOHT). Ha publicado numerosos trabajos en el campo de la economía europea y española, política económica y las relaciones laborales, y en particular sobre el ámbito turístico, como por ejemplo, Las relaciones laborales en los establecimientos hoteleros (FECOHT-CCOO, Madrid, 2009), el comercio o la inmigración. Participa también como docente en un máster de economía en la UCM. Anteriormente trabajó para la Fundación CIREM como investigador durante seis años e impartió clases de sociología  en la Universidad Carlos III, Getafe.

Aprovechamos su conocimiento al detalle de qué está ocurriendo con el empleo y las condiciones laborales en el sector turístico y en especial hotelero, para conversar extensamente en Madrid sobre todas estas cuestiones.

En el actual contexto de crisis, con un nivel de desempleo masivo, se ha convertido en un lugar hablar del turismo como prácticamente el único sector que estaría creando empleo y ayudando a sostener la economía del país. ¿Qué tan cierta es esta imagen de la que se ufanan los empresarios del sector?

El sector turístico es de los pocos que capean el temporal, en especial el formato de sol y playa, en términos de negocio. Esto es fruto de una masiva afluencia de turistas que ha beneficiado hasta 2011, sobre todo al sector de alojamientos, merced no tanto a méritos propios sino a conflictos sucedidos en países competidores, especialmente en el Norte de África. En 2012 creció el número de turistas en un 2,7%, según datos del Instituto de Estudios Turísticos (IET), llegando a los 57,7 millones de personas, y un incremento de gasto por turista del 5,7% (Balance del Turismo en España, 2012, IET).

A pesar de la caída de precios, los ingresos del sector se sostuvieron gracias al turismo internacional en 2010 y 2011, tras un 2009 aciago, pero el 2012 ha sido de retroceso si analizamos el turismo en su conjunto (alojamiento, restauración y agencias de viaje), salvo el periodo de temporada alta que no fue mal. Tengamos presente que hay un desplome del turismo interno y que es el turismo internacional, tanto centroeuropeo y norte europeo como también el repunte de un turismo de fuera de la UE (Rusia, América Latina, etc…) el que está compensando la depresión de la demanda interna.

Por otro lado, los diferentes estudios apuntan a que no se está consiguiendo una transformación del sector turístico que diversifique sus formatos. Muy al contrario se está concentrando la actividad en el sol y playa tradicional y se está acentuando la estacionalidad. Sin duda alguna, se acusará más la sobreexplotación en los próximos años, en una perspectiva en el que en unos años el cambio climático, además, puede modificar pautas en este campo, como en otros.

En términos de empleo, el balance de estos años de crisis ha sido desigual, pero en el último año ha sido especialmente malo. A pesar de esta tendencia del negocio turístico, el empleo, más bien al contrario, se ha visto perjudicado, con una caída en todo el sectorde -5,2% de personal asalariado, y en términos de personal ocupado la pérdida fue del -4,4%, según datos del IET para 2012, especialmente por la destrucción de empleo en el sector de alojamientos y del transporte de viajeros. Esta destrucción se concentró precisamente en el segmento más joven y entre el empleo temporal.

Hablemos entonces grosso modo de las condiciones de empleo del sector turístico. ¿Cuáles son sus características generales? ¿De qué tipo de precariedad estamos hablando?

Debemos dejar de focalizar la atención en la temporalidad de la contratación, que solo es un rasgo de la inestabilidad del empleo y de la precariedad laboral. La temporalidad en el empleo en el sector está disminuyendo, fruto de un efecto composición: se destruye empleo temporal y, por tanto, la tasa de temporalidad es menor. Pero la inestabilidad laboral es mayor, porque este fenómeno abarca al empleo indefinido amenazado o eliminado. Además, en el nuevo empleo creado sobre todo predomina el empleo a tiempo parcial, a veces en forma de fijo discontinuo, como en Baleares.

Se observa un pequeño efecto sustitución del empleo a tiempo completo por un creciente recurso al empleo a tiempo parcial. También del empleo a tiempo completo por otro fijo-discontinuo. Y, claro está, se sigue recurriendo para el empleo estacional al empleo con contratación temporal. Sin embargo, sorprendentemente, apenas se ha recurrido al contrato de emprendedores (una forma supuestamente de empleo indefinido, pero con un año de periodo de prueba, para empresas pequeñas), que en la práctica es una forma incluso más precaria si cabe que toda la retahíla de las mencionadas anteriormente.

Entonces, las administraciones públicas ni están combatiendo la estacionalidad ni la están gestionando, a pesar de los intentos de negociación y denuncia de las organizaciones sindicales. De tal manera que se trata de un empleo vulnerable, peor pagado, con menos horas efectivas pagadas. Esto conduce a que, sobre todo muchas mujeres, se extienda un nuevo modelo de working poor, es decir, de trabajadoras pobres, que obtienen un empleo a tiempo parcial con bajo salario, trabajando en horas punta de carga laboral y de gran afluencia de público, que apenas sirve como complemento de los ingresos familiares y, desde luego, impide la independencia económica de las mujeres. Este modelo de empleo conduce a un incremento de productividad del trabajo cuyos frutos vienen a destinarse en forma de nuevas ganancias para el empresariado, en detrimento de las rentas del trabajo.

Por otro lado, se asiste a la expulsión de la población inmigrante del sector, que engrosa las filas del paro y empieza a hacerlo en las de la pobreza. Mientras tanto, la juventud obtiene, si lo consigue, empleos sumamente inestables que les impide involucrarse en una carrera profesional dentro del sector, aunque en general su problema es su permanencia en el desempleo.

¿Y de forma particular en la hotelería? ¿Cómo se está deteriorando el empleo?

El empleo en el sector hotelero observó un primer impacto negativo en 2009, aún así en ese año fue menor que en el resto de la economía. 2010 y 2011, a contracorriente, se generó empleo, para que el 2012 volviese a destruirlo de manera masiva. Sin embargo, el primer semestre de 2013 comparando con el primer semestre de 2012 ha sido muy bueno. Podemos verlo en estos cuadros.

Sea como fuere, nos encontramos con un volumen de empleo que vuelve a cifras que empeoran el peor valor dentro de estos años de crisis.

¿Por qué se produce este fenómeno? ¿Cómo lo explicas?

La razón es que se está aprovechando la reforma laboral, que facilita las causas y abarata indemnizaciones, y la situación de miedo para imponer condiciones que mejoren la productividad del trabajo (menos gente trabaja más). Además, el proceso de externalización laboral, o de parcialización del empleo, en el sector pasa muchas veces por un periodo de expulsión de plantilla que luego vuelve a ser contratada en peores condiciones.

El año 2009 coordinaste una investigación para la FECOHT-CCOO, publicada en 2010, sobre las relaciones laborales en los establecimientos hoteleros en España, en base a una amplia encuesta entre trabajadores y trabajadoras del sector. ¿Cuál es la radiografía que pudisteis hacer en aquel momento, cuando la crisis estaba en un momento álgido?

La situación reflejaba, en aquel estudio que denominamos “Las relaciones laborales en los establecimientos hoteleros”, con base empírica en 2009, el ascenso del miedo al paro y la inestabilidad laboral, inclusive de las personas con empleo indefinido, aún cuando en ese momento no se percibía, subjetivamente, todavía por los y las trabajadoras una destrucción del mismo. Ese caldo de cultivo parece que ha supuesto el retraimiento de las demandas de los y las trabajadoras, conduciendo a cierta aceptación resignada de unas peores condiciones de empleo, que se ha endurecido con las últimas dos reformas laborales de 2010 y 2012. Lo que entonces sí se reflejaba nítidamente era una mayor intensificación del trabajo.

Ya por entonces, el principal motivo de insatisfacción laboral eran los bajos salarios. Se calculó que hasta un 33,9% de las personas empleadas obtenían menos de 1.000 euros mensuales y un 46,7% se encontraba con unos ingresos que oscilaban entre 1.000 y 1.300 euros. Hasta un 19,3% obtenía, o así lo afirmaba, ingresos fuera de nómina. Este tipo de asuntos, según la encuesta, propiciaba que hasta un 24,4% de los y las trabajadoras estuvieran dispuestos a movilizarse para mejorar su situación económica. Otros motivos que sobresalían era el prolongado tiempo de trabajo que se desarrollaba y la propia temporalidad en el empleo. Las horas extraordinarias eran frecuentes (un 44,1% las realizaban), así como la realización de funciones no previstas por su categoría y contrato (43,3%), algo que se incrementará al desdibujarse las pautas sobre movilidad interna en la regulación de la clasificación profesional, debido a la última reforma laboral.

Por entonces, se estimaba que un 14,4% estaba afiliado a un sindicato, con CCOO como principal organización del sector en España. Hasta un 28,8% de los trabajadores le valoraban como su sindicato favorito y hasta un 32,4% tenían una imagen favorable de él.

A parte de estos aspectos que mencionas, resulta de especial interés lo que explicáis sobre la percepción de los sindicatos por parte de trabajadores y trabajadoras. Decís que a pesar de la simpatía o relación instrumental que es posible detectar, predomina el distanciamiento y la apatía. ¿A qué lo atribuyes? ¿Existe alguna particularidad en el sector hotelero con respecto a la percepción de los sindicatos por parte de la mayoría de los trabajadores en España?

Son varios los factores que causan este relativo distanciamiento, advirtiendo que el recelo al mundo sindical es insignificante por parte de los y las trabajadoras (9,2%), y lo que hay es un fenómeno de indiferencia mezclado con miedo a la acción colectiva. En primer lugar, la hostilidad mediática y empresarial, así como del gobierno del Partido Popular, al mundo sindical genera confusión, estereotipos y falsedades en torno a él. Segundo, una cultura práctica en la que muchas personas están a habituadas, antes que la organización sindical, a otras vías de mejora de sus condiciones laborales a escala individual: la promoción personal, alianzas corporativas con su departamento profesional, o directamente la búsqueda del favor y la relación personal-clientelar con sus superiores.

Un dato relevante es que hasta un 42,3% de los y las trabajadoras encuestadas decían que no tenían (o desconocían) la presencia de representantes legales en su lugar de trabajo, lo que supone una barrera (que sobre todo padecen las PYMES) para obtener mecanismos de representación sindical eficaces e influyentes. Hay una mayoría que se mueve entre la desinformación acerca de sus derechos y cierta pasividad. Cuando se recurre al sindicato la aproximación es desde cierta “simpatía, si bien delegacionista”.

Desde mi punto de vista, influye también la propia debilidad del sindicato, al que le resulta muy difícil llegar a todos los centros de trabajo, aunque sea partiendo de primero concentrar fuerza desde las empresas más grandes para luego llegar a las pequeñas. Esto fragmenta una lucha necesariamente solidaria entre trabajadores que están en diferentes centros y empresas, que, si nos fijamos, ya hoy funcionan en forma de grupo o de red en cada vez mayor medida. También hay carencias a la hora de contactar con nueva afiliación o delegados, pues no siempre se les orienta y apoya debidamente y no se encuentran encuadrados dentro de fórmulas participativas, de tal modo que la mayor parte se confía a la negociación sin involucrar directamente a los y las trabajadoras, salvo ocasionalmente.

¿De qué manera la crisis está cambiando el escenario que pudisteis captar en 2009? ¿Cuáles son las tendencias de transformación que se han producido en estos años?

El sector turístico está asistiendo a un ascenso del empleo a tiempo parcial, el trabajo por horas, los contratos “extras”, y se ha iniciado un proceso de externalización de departamentos clásicos del sector (el de camareras de pisos, entre otros) rompiendo la columna vertebral de la profesionalidad hotelera. La devaluación salarial es el hecho más palpable, al mismo tiempo que una mayor intensidad del trabajo en una nueva estrategia empresarial de disciplinamiento (entre el paro y las exigencias de obtención de mayor productividad por hora a menor coste).

La hotelería es un sector que, como destacabas anteriormente, tiene una presencia de mano de obra femenina muy destacada, ¿cómo están viviendo ellas este proceso de deterioro de la calidad del empleo y precarización que subrayas?

Fundamentalmente, la extensión del empleo a tiempo parcial, las conversiones del empleo indefinido a tiempo completo en empleo fijo-discontinuo y los bajos salarios son la tónica que más les afecta, algo que se añade a los obstáculos a la promoción en las empresas.

¿Cómo ha afectado la reforma laboral en el sector?

La reforma laboral, que posibilita la negociación empresa por empresa, ha bloqueado la negociación de los convenios colectivos. Ahora, en el sector de hostelería, que por lo general tiene convenios únicos de ámbito provincial, se ha conseguido la renegociación de los convenios aceptando en muchos casos o bien la congelación salarial o subidas simbólicas en torno al 0’6%.

A su vez, en ese ámbito, se ha conseguido introducir la cláusula de ultraactividad que el gobierno había eliminado a través de la reforma, para conservar ese derecho. El conflicto está ahora centrado en el esfuerzo patronal para romper con el sistema de clasificación profesional con el que hasta ahora se contaba. La devaluación salarial y la inestabilidad laboral, conjuntamente con el ascenso del paro y el empleo a tiempo parcial (o desempleo a tiempo parcial) está deteriorando gravemente las condiciones laborales de un sector, que, sin embargo, no es el que sufre la misma contracción que el resto de la economía. Esto ha aliviado las perspectivas de actividad y negocio, cuanto menos en la costa e islas, así como ha extendido la problemática de saturación de este monocultivo estacional y nada sostenible ecológicamente.

También observamos el recurso a despidos colectivos, dadas las facilidades de la reforma laboral para justificarlos. Aunque el Acuerdo Laboral Marco para la Hostelería (ALEH) se ha sostenido como referencia, en algunos puntos la patronal pretende degradarlo, excusándose en la reforma laboral.

¿Podrías destacar alguna experiencia sindical de negociación colectiva especialmente positiva para los trabajadores y trabajadoras? ¿Nos la explicas?

Hasta hace bien poco en Illes Balears y Canarias nos encontrábamos con algunas buenas prácticas. La reforma laboral ha dificultado especialmente su desarrollo. Fuera del ámbito de la negociación colectiva, sí podemos decir que la experiencia del nuevo gobierno andaluz ha cambiado las perspectivas institucionales del turismo, pues se está llevando a cabo un gobierno abierto y participativo que toma en cuenta una línea de diversificación, desestacionalización muy atenta al futuro del empleo, que es muy seria, y creo que dará buenos resultados, a pesar del contexto de crisis.

Para terminar, ¿cómo crees tú que debería desarrollarse el trabajo sindical en el ámbito de la hotelería?

Desde mi modesto punto de vista, a sabiendas de que yo soy un mero técnico y que no me compete, creo que habría que operar con una nueva forma de organizar el trabajo sindical. Hay que organizarse concentrándose en tres espacios laborales principalmente: actuar a escala de grupo de empresa, organizando la solidaridad en todos sus centros como si fuera uno sólo; a lo largo de toda la cadena de valor de la actividad –lo que ha de incluir a trabajadores externos, económicamente dependientes y de subcontratas; y de territorios donde se concentra este tipo de actividad; y, a nivel territorial, destinar efectivos para intervenir en grandes zonas de ocio, destinos turísticos, etc… No se puede admitir la frontera administrativo-jurídica de los CIF empresariales, es preciso organizar los intereses comunes, organizando una solidaridad que vaya más allá del centro de trabajo. Se trata de repensar la proximidad de la acción sindical, para dar respuestas a las formas del capital hoy.

Para eso hay que constituir secciones sindicales fuertes en las grandes empresas, desde las cuales establecer una base sólida y solidaria, no sólo para actuar en dichas empresas, sino también en su derredor, con fórmulas participativas que den espacio de actuación a la afiliación de empresas menos grandes.

Por otro lado, hay que hacer una fuerte labor específica sobre las PYMES, propiciando su asociacionismo, y facilitando que se estrechen lazos entre sus trabajadores. Para eso, en mi opinión, hay que construir órganos de base participativos que no abarquen solo el centro de trabajo, sino que agrupen a trabajadores de diferentes fases de la actividad, de diferentes centros y empresas del grupo, e incluso de ámbito territoriales concretos, y, claro está, con conexiones y mayor solidaridad internacional.

Muchas gracias. 

*  Publicado en Alba Sud

Daniel Albarracín en LQSomos:

LQSRemix

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