La Semana Santa andaluza desde la filosofía de la religión
Por Javier Sádaba*
No voy a entrar en los múltiples significados de las ritualizadas y hasta militarizadas procesiones de Semana Santa. Lo ha hecho con detalle, entre otros ,el antropólogo Isidoro Moreno. O de la rentabilidad económica del espectáculo. No en vano se ha exportado como gancho turístico internacional. Pero me fijaré en dos aspectos que, se miren por donde se miren, no admiten justificación alguna.
Uno es la presencia del ejército, de los legionarios concretamente, junto con los Pasos del camino a la Crucifixión de Cristo. Son una vergüenza, un dislate y un esperpento. Ver a los legionarios con sus fusiles en alto, a paso firme y cantando Soy el Novio de la Muerte, es la negación de la religión; o, mejor, de una religión que no invada el terreno público con soflamas guerreras. Mientras contemplamos con horror los estragos militares en Gaza, es un insulto mezclar religión y guerra. La tradición, cuando atenta contra los valores antiviolencia, hay que rechazarla. Ningún argumento que quiera sostenerla es de recibo.
En segundo lugar, se dice que es un fenómeno popular. Se trataría del folclore religioso de los pueblos. Sobre la religiosidad popular se ha escrito ad nauseam. Más, si cabe, que sobre los toros. Pero todo ello suele ser un batiburrillo para que continúe el sometimiento de las bases pobres a la pirámide rica. Bien es verdad que en la religiosidad, como diria Chateaubrian, anida un fondo romántico; él era un reaccionario, y el romanticismo saca su cara reaccionaria en cuanto uno se descuida. Un defensor de la Laicidad y una visión desde la Filosofía no se alegrarán de que llueva. Pero sí de que se llame a las cosas por su nombre.
* Filósofo. Miembro del Grupo de Pensamiento Laico
– Ilustración de J.Kalvellido
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