La teoría y la práctica
A veces he escuchado comentar que aquellos que optan por la vida académica y la elaboración teórica son unos cobardes. Se considera que quieren evitar la incomodidad de tener que adoptar las medidas en el "mundo real”. Pero esta es una opinión equivocada.
Es cierto que en algunas ocasiones, el reino de la teoría no está conectado con el "mundo real". A pesar de esto, la mayoría de las veces, su influencia en este “mundo” es significativa. Ahora, por ejemplo, han aparecido muchas teorías sobre la crisis económica que quieren hacer creer que esta crisis se debe a que “hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades”. Esto ayuda a extender un sentimiento de culpabilidad entre las clases populares, las acobarda y las desarma ideológicamente. Si estas teorías tienen tanta difusión es porque los poderosos tienen interés en hacerlas circular. He aquí la razón de su influencia sobre el “mundo real”.
Precisamente, la supuesta desvinculación entre teoría y práctica permite a los economistas vulgares engañar a sus alumnos, a sus oyentes y, en muchos casos, a ellos mismos, al pretender que sus teorías son apolíticas. Esta difusión sobre una supuesta ideología científica y neutra es a la vez deshonesta y perjudicial para los estudiantes y para todos aquellos que se tragan las predicciones y los análisis de estos economistas.
La pretensión de presentar una teoría bajo el envoltorio de la neutralidad, ya sea en las teorías dominantes o no, es en sí misma una decisión política que sigue difundiendo la ideología hegemónica. En economía no existe un mundo diferente del de la política, del de la cultura y del de la cuestión social. Pretender que la elección política no forma parte de la teoría económica que se imparte en el aula, que se comunica desde la radio y la televisión o que se publica en los medios, es casi una locura. Ya que la teoría económica que se presenta en las aulas y los medios no puede dejar de avalar una concepción política determinada, todos aquellos que apostamos por una política diferente a la de la corriente neoliberal, tenemos que ser mucho más cuidadosos en nuestra forma de actuar y ser capaces, a la vez, de apostar por una concepción teórica alternativa.
Podemos minusvalorar la teoría y dedicarnos a seguir los acontecimientos, adaptándonos a la realidad y arrastrándonos conforme van sucediendo las cosas. En este caso, nos situaremos a remolque de las teorías de los otros, que suelen ser las teorías de las clases dominantes.
También podemos adoptar el punto de vista contrario y convertirnos en unos “esencialistas teóricos”, afirmando que sin las teorías, los acontecimientos nunca pueden suceder. Ahora bien, difícilmente podremos sostener nuestras teorías si la realidad las desmiente repetidamente y si no interesan a nadie.
Cuando queremos confeccionar una teoría trabajamos con la cabeza, la pluma (o el ordenador) y las manos, mientras que en la práctica “luchamos con la espada”, o sea, en la calle, el barrio, la fábrica… o en la contienda electoral.
El resultado final se decide en la práctica. Por esta razón, la lucha con las manos y la pluma no puede ser más poderosa que la lucha con la espada. Pero la pluma es una condición necesaria para tener claro cuándo, dónde y cómo “empuñar la espada”.