Los exorcistas del 15M
Exorcistas de lo políticamente incorrecto, inspirados por el botín institucional que ofrecen las próximas elecciones europeas de 2014, observan al 15M como oscuro objeto de deseo.
En estos pocos años de existencia del 15M, todos los intentos para hacerle descarrilar desde fuera han sido inútiles. Las intimidaciones de la policía, las campañas de descrédito de las instituciones, los intentos de fabricar liderazgos artificiales por los medios del statu quo y hasta las criminalizaciones inspiradas desde diferentes poderes se han saldado siempre con un rotundo fracaso. Incluso ha llegado un momento en que esas acciones, por esperpénticas y previsibles, han logrado el efecto contrario, reforzando aún más el espíritu del movimiento en una particular lectura del “ladran, luego cabalgamos”.
Pero ahora la estrategia que persiguen todos aquellos que -sobre todo dentro del bipartidismo dinástico político-sindical vigente- se sienten amenazados por su acometida cívico-democrática, se proyecta a intentar minarle desde dentro. Para ello se ha dado suelta a toda una plantilla de exorcistas que se han conjurado a fin de sacar al 15M del mal camino, tratando de insertarle en su plexo torácico la estaca que le redima de su recalcitrante condición antisistema. Una tarea que ha encontrado ángeles exterminadoras en los más variados ámbitos de la izquierda: la sedicente, la autotitulada y hasta la sinceramente anticapitalista.
El mismo PSOE, a las puertas de su propio funeral, ha tenido tiempo y humor de echar sus redes por si acaso. Primero fue la secretaria de sus juventudes, Beatriz Talegón, que terminó pifiándola cuando en tierra extraña dijo aquello de que detrás del 15M podía estar la derecha. Una lumbrera con sonrisa de presentadora de Telediario. Ahora, otra joven, promocionada como diputada alevín de origen humilde, busca la empatía con el frente del rechazo a través de una amable entrevista en el periódico global en español, con ocurrencias del tipo “Iluminaré mi boda con velas de Ikea”. Y no se descarta que en próximas singladuras el partido lance el liderazgo de Rosa Aguilar, tránsfuga de IU y ex pata negra del PCE, para mostrar todo el rojerío de que es capaz el grupo de Alfredo Pérez Rubalcaba & Joaquín Almunia, portavoz de la CE en la Troika.
Pero es en el ámbito de Izquierda Unida (IU) donde se las prometen más felices. Todas las encuestas le auguran un brillante porvenir. El ansiado sorpasso. Sólo que para conseguirlo tiene que captar voluntades en las profundas aguas del 15M, o al menos en sus aledaños y afluentes. Lo acaba de señalar su coordinador general al proponer un “bloque social y político para ampliar la base electoral”. Con bestial sinceridad: “la protesta es importante, pero las leyes se cambian en el BOE”. Será porque IU ya se siente en la liga de campeones con una miaja de 15M que ceda a sus encantos. Aunque para ello tenga que esgrimir algunas armas secretas, especie de drones ideológicos, como fichar a famosos y fantoches. Baltasar Garzón parece dispuesto de nuevo a ponerse al servicio de la izquierda para lo que sea menester (si su amigo Llamazares cede el testigo a Cayo Lara).
El problema con la coalición rojoyverde es que su carrera para alzarse con tan suculento activo no permite ocultar su pasivo. O sea: la complicidad con el gobierno de los EREs en Andalucía; el caso Mercasevilla; haber sido el factotum para coronar a Miguel Blesa como presidente de Caja Madrid; dejar caer al incómodo Defensor del Pueblo andaluz Chamizo; asistir de convidado de piedra a la traición de la Junta con los trabajadores de Dephi y otras más domésticas, como el abandono de los profesores interinos por el gobierno PSOE-IU o haberse fumado durante años la cuota laboral de sus propios empleados en las sedes de la coalición. Nada que impida su progresión hacia el podium, pero suficiente para poner en cuestión que su opción es radicalmente diferente a otras hechas para regalar los oídos.
Y luego están los flecos y exploradores de atajos. Esos ciberactivistas de Democracia Real Ya que desde que se constituyeron en asociación buscan con denuedo un salto a la política del cartel, jaleados por la prensa más progre, la misma que hace unos días peroraba contra los periodiflautas (“detenidos dos fotógrafos por agredir a la policía”, decía en un titular El País), sin otro contraste que los comunicados de la delegada del gobierno en Madrid Cristina Cifuentes. Al parecer ellos y otros grupos han recibido estos días adiestramiento de miembros del movimiento italiano de Beppe Grillo para su particular asalto al Congreso desde dentro. Veremos lo que da de sí, seguramente en los púlpitos del régimen la cobertura será extensa y profusa.
Lo que pasa es que el aquelarre que exorcistas de aquí y de allá intentan montar sobre las entrañas del 15M, propiciando una especie de nuevo Pacto de Estado que hunde sus raíces en el modelo de consenso tandem que trajo la funesta transición, se basa en una falsa hoja de ruta: el 15M no es un carnaval, sino un movimiento que responde a una profunda demanda social, como indican esas encuestas que señalan que el 78% de la población apoya sus motivaciones. Y como advirtiera el antropólogo Gregory Bateson” el mapa no es el territorio”.
¿Existe mayor contradicción, incoherencia y simpleza política que pretender concurrir en plan de oposición a unas elecciones europeas destinadas a reafirmar a las propias instituciones que han provocado el holocausto social vigente? ¿Como se pretende llamar impunemente a las urnas de una Unión Europea cuyas políticas están en el origen del movimiento de los indignados? ¿Cabe en la cabeza de alguien con un mínimo de sensatez política pretender que un sillón en un Parlamento que apenas tiene capacidad de decisión frente a los restantes organismos de la UE es una forma de luchar contra el sistema?
La derogación de las leyes antisociales, la refutación de la deuda odiosa, la reversión de los derechos usurpados, la anulación del artículo 135 de la Constitución y otras tantas medidas que llevan a la ruptura democrática pasan por empoderar una Gran Abstención en mayo de 2014 que termine de deslegitimar a la UE de los mercados y rubrique a nivel legal el abrumador de rechazo a las políticas del sistema que declaran todas las encuestas.
Cuando la participación nos hace cómplices, la abstención es el camino. Como Fuenteovejuna.