Los tigrinos ponen contra las cuerdas al estado etíope
Por Guadi Calvo*. LQSomos.
“El equilibrio de fuerzas ahora está completamente a nuestro favor. Estamos en condiciones de marchar hacia Addis Abeba, sin una oposición real”
Etiopia, la guerra itinerante
Etiopía, la segunda nación más poblada de África, con 110 millones de habitantes, 10 Regiones (provincias) y ochenta grupos étnicos, se encuentra al borde de una crisis que sobrepasa la actual guerra civil de Tigray, corriendo un serio riesgo de balcanización.
En este contexto de guerra, se encuentra ahora involucradas las regiones de Amhara y Afar, con la que Tigray mantiene largas disputas territoriales. La escala muestra una compleja trama de razones, para que sus consecuencias sean todavía más críticas.
Lo que en noviembre del año pasado se inició como una protesta regional, que derivó en una breve acción militar en las que las tropas federales, tras la rápida toma de Mekelle, la capital de la regional de Tigray, que ha provocado miles de muertos y dos millones de desplazados e innumerables denuncias por violaciones a los derechos humanos contra civiles, por parte de las tropas enviadas por el Primer Ministro Abiy Ahmed, junto a efectivos de Eritrea que colaboraron en la represión. A finales de noviembre Ahmed, declaró la victoria sobre los rebeldes, que habían huido a las montañas, mientras los desplazados huían hacia Sudán y otros lugares fuera de la región alzada. (Ver: Etiopia, sin luz al final del Túnel)
Desde entonces la situación había quedado prácticamente en penumbras, ya que las autoridades de Addis Abeba, impidieron la llegada de periodistas , al tiempo que cortaron las comunicaciones telefónicas y de internet, por lo que poco y nada se conoció que sucedía en el interior de Tigray, hasta que el 25 de junio pasado, tras haber lanzado la Operación Alula, las Fuerzas de Defensa de Tigray (TDF), conquistaron Mekelle, junto a varias grandes ciudades de la región, poniendo en fuga a las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF) de las que los rebeldes tomaron más de seis mil prisioneros.
El nuevo estado de situación, para disimular el desastre, el gobierno nacional declaró unilateralmente un alto el fuego, que fue respetado por los insurgentes apenas por un par de semanas. Mientras que diferentes regiones, acordaron con el Primer Ministro Ahmed, enviar tropas a Tigray, para contener al TDF, que golpeando en caliente lanzaron una nueva ofensiva destinada a terminar de expulsar a las fuerzas de la provincia vecina de Amhara, con quienes los tigrinos mantienen una larga disputa territorial en el oeste y sur de su territorio.
La crisis militar está generando una situación de extrema gravedad humanitaria, que han puesto en condición de hambruna a cerca de 400 mil personas, mientras que casi cinco millones están necesitando ayuda de manera urgente. Según el director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, David Beasley, los suministros alimentarios en Tigray, se iban a agotar el pasado 30 de julio. Ya que 170 camiones vehículos del programa, han sido atacados el 18 de julio por milicianos pertenecientes a la provincia de Afar, lo que obligó al convoy a retornar a Semera, la capital afarí.
La dirigencia rebelde reclama al gobierno etíope que acepte sus términos antes de comenzar las conversaciones sobre un alto el fuego, que fundamentalmente se centran en que las fuerzas federales deben abandonar de manera absoluta Tigray. Mientras que en una demostración de fuerza han tomado el control de tres distritos en Afar.
Mientras que según informaciones llegadas desde Adi Arkay, una woreda (distrito) próxima a la frontera Amhara-Tigray, miles de combatientes amhara recién incorporados se concentran esperando órdenes para ingresar a Tigray.
Se conoce que en diferentes sectores se están producción fuertes combates entre las fuerzas federales, apoyadas por las tropas regionales de Amhara, contra las TDF, que en este momento lucha en tres frentes, Amhara, Afar, al este de Tigray, mientras intenta llegar hasta la estratégica ruta y línea ferroviaria que une Addis Abeba, sin salida al mar, con el puerto marítimo de Djibouti, vital para el abastecimiento de la capital etíope, que por otra parte ya ha sido amenazada por el general Tsadkan Gebretensae, jefe militar del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF).
Probabilidad absolutamente cierta, la que fue reconocida por funcionarios de Amhara, que entienden que de ser derrotados por los combatientes del TDF podrían transitar los 800 kilómetros que restan hasta la capital y derrocar al gobierno.
El general Gebretensae, declaró que: “El equilibrio de fuerzas ahora está completamente a nuestro favor. Estamos en condiciones de marchar hacia Addis Abeba, sin una oposición real”. Al tiempo que informó que: “las fuerzas de Tigrey, completaron una batalla de tres días y destruyeron divisiones de las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF) y de la guardia presidencial en el área de Kobbo-Weldiya en Amhara”.
Mientras que el gobierno de Ahmed, ha llamado a los jóvenes a incorporarse “voluntariamente” a las fuerzas armadas para defender al país. Algunas versiones indican que, dada la escasa repercusión del pedido del primer ministro, se estarían produciendo levas y razias en las calles de la capital y en diferentes centros urbanos, de la región de Oromo, donde se emplaza Addis Abeba.
Una cuestión de vida o muerte
Es difícil explicarse cómo a una fuerza regional, las Fuerzas de Defensa de Tigray, que fue velozmente barrida tras su levantamiento por el ejército etíope, uno de los más poderosos del continente, solo le bastaron siete meses para reorganizarse, tras haberse refugiado en la zona montañosa al norte de la ciudad de Axum. Para lanzar poco más de seis meses después, una fulminante operación, que en menos de una semana les permitió la reconquista de Mekelle, junto a las principales ciudades de Tigray, poner en fuga a las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (ENDF), a las que le tomaron más de seis mil prisioneros, junto a una importante cantidad de suministros militares, lo que significó un durísimo golpe al gobierno de Ahmed, además de permitirse poner condiciones, para negociar el alto el fuego e invadir sectores en disputas de las regiones vecinas de Amhara y Afar y amenazar con tomar Addis Abeba y derrocar a Abiy Ahmed.
Es cierto que los tigrinos, han dado esplendidos guerreros, que con éxito han llevado, a lo largo de su historia innumerables conflictos armados, incluso una guerra contra Eritrea, lo que le ha permitido dirigir los destinos del Etiopia por treinta años, pero sin duda, en este momento, se necesitaba algo más, para revertir drásticamente la situación.
Y es aquí donde hay que observar la etapa de finalización de la Gran Represa del Renacimiento Etíope, que se comenzó a construir en 2011, con fondos chinos, la que prácticamente terminará con los problemas de energía del país, aunque se desconocen los acuerdos sobre ese curso de 1929 y 1959.
La nueva central hidroeléctrica, pone en altísimo riesgo a la economía egipcia, ya que la represa tomará aguas del Nilo Azul, que aporta el 85 por ciento del flujo del Nilo, y eso acarreará gravísimos inconvenientes a toda la estructura agrícola establecidas desde hace siglos en los bordes del mítico río y donde se asienta la mitad de la población egipcia unos cuarenta y cinco millones de personas. Por lo que, para el presidente egipcio, el general Abdel Fattah al-Sisi, el flujo del Nilo es “una cuestión de vida o muerte”.
Por lo que sin duda hay que observar al Cairo, cuando se pregunta quién está detrás del resurgimiento de la insurgencia en Tigray, a los que habría que sumar otros dos jugadores Sudán, que también va a ser afectada por las consecuencias del funcionamiento de la represa, que además tiene con Etiopia disputas territoriales y los Estados Unidos, ya que no hay que ser un experto en política internacional para conocer acerca de la “guerra” que los Estados Unidos han declarado a China en todos los lugares en que la nueva gran potencia tiene intereses y sin duda África es uno de ellos.
Por lo que sumado al conflicto generado por las consecuencias que van a acarrear a Sudán y Egipto, una vez terminada la represa y teniendo en cuenta el conflicto larvado entre Jartum y Addis Abeba, por las fértiles tierras fronterizas de al-Fashaga, hoy bajo control etíope y que a partir del conflicto de Tigray ha empezado a reactivarse, han puesto a las dos naciones otra vez al borde de una guerra.
Los combates en las regiones de Afar y Amhara, con la posibilidad de extenderse hasta las puertas de Addis Abeba revelan el riesgo de que la guerra centrada en Tigray, se convierta en itinerante, precipitando a todo el país a una hoguera que será muy difícil de apagar.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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