Luces y sombras
A propósito de las “luces y sombras” que, al decir de los grandes medios han acompañado los 39 años del monarca español, quizás fuera bueno considerar que el Vampiro de Dusseldorf, cuando regresaba a su hogar después de haber satisfecho sus homicidas correrías por las luces y sombras de la ciudad, reunía a su familia en torno a la mesa y daba gracias a Dios por los frutos recibidos. Y Jack el Destripador, todavía con su filoso cuchillo goteando luces y sombras, acudía presuroso junto a la cuna de sus retoños para arrullarles el sueño con sus más dulces y tiernas nanas.
El conocido como “Doctor Muerte”, médico inglés que superase la mejor marca mundial de defunciones en un hospital, tenía tal respeto por sus pacientes que incluía sus fotografías en su propio álbum familiar para celebrarles sus luces y sombras en sus aniversarios.
Cada vez que “El Estrangulador de Boston” se veía en la necesidad de despojar del aire a alguna anciana por Navidad, mientras apretaba sus luces y sombras alrededor del cuello, entonaba un entrañable villancico y aprovechaba los estertores de sus víctimas para desearles un próspero año nuevo. La única fotografía que se conserva del “Carnicero de Milwaukee”, tomada unas horas después de que destripara a dos niñas de la localidad, nos lo muestra compartiendo alegremente con sus vecinos, en el jardín de su residencia, mientras daba buena cuenta de una parrillada de luces y sombras. Hasta Josef Mengele, también llamado “El ángel de la muerte”, una vez terminaba su agotadora jornada laboral gaseando judíos, gitanos y comunistas, al regresar a su dulce hogar en el autobús siempre cedía su asiento a alguna anciana o mujer embarazada.