Macron: la arrogancia como máscara del fracaso político

Macron: la arrogancia como máscara del fracaso político

Por Acacio Puig*

Si en lo social Macron optó por mirar a otro lado, en lo político volvió a ensayar la jugada que le facilitó la Presidencia de la República en 2017 y sobre todo en 2022, es decir, cargar contra “los extremos que han hecho caer al gobierno creando el desorden”…

El 5 de diciembre Macron, Presidente de la República Francesa, se dirigió a la ciudadanía en un breve discurso autojustificativo y egocéntrico, Macron pretendía camuflar la nueva situación derivada del éxito de la moción de censura que el día anterior, 4 de diciembre, expulsó al primer ministro Barnier y su equipo de gobierno mediante la acción de 331 votos en la Asamblea Nacional.

Tan solo tres meses después de la designación de un gobierno tan presuntamente manejable por las derechas como minoritario, bastó el intento de colar por decreto ley (mediante el recurso al art.49.3) del Presupuesto de Seguridad Social, para hundir el nuevo aparato gubernamental. La moción de censura impulsada por el NFP arrastró tras el voto de la izquierda, el de las ultraderechas y cerraba un ciclo mal iniciado con la designación de un primer ministro procedente de la fuerza política menos votada en las pasadas legislativas (47 diputados de LR).

El mismo día 5 más de 200.000 personas se movilizaban en todo el país en defensa de los Servicios Públicos, al tiempo que el índice de rechazo al Presidente Macron crecía según las encuestas hasta superar el 59%. Emmanuel Macron en su discurso, lejos de asumir cualquier responsabilidad y encajar las causas de las múltiples manifestaciones de descontento, repartió culpas y responsabilidades al electorado por “votar mal”, desconociendo sus auténticos intereses, tal y como se los vende el macronismo (“ese pueblo que no está a la altura del Presidente”, ha sido objeto de ironías en los medios alternativos de Francia).

Michel Barnier

Ignorando así las movilizaciones continuadas de los últimos años y las de los últimos meses –movilizaciones sociales, laborales, agrarias y entre las más recientes, las de Michelin hasta las impulsadas por la Confederación Campesina y las del propio día 5; movilización que habiendo tenido lugar antes de la comparecencia presidencial de las 8 de la tarde, tampoco mereció ninguna consideración de un Macron que sobrevoló la realidad, exhibiendo el estilo narcisista y ciego propio de un personaje que sigue manifestando la más completa incapacidad política cuando su partido deja de ser caballo ganador.

Las movilizaciones del 5, animadas por los sindicatos CGT y Solidaires (SUD) y en cierto modo apoyadas ya por la Intersindical (como se constataba en diferentes vídeos) denunciaban la pérdida de más del 20% de poder adquisitivo de los empleados públicos durante los últimos años, la brecha social creciente y el incremento de la pobreza, al tiempo que reclamaban una reforma fiscal progresiva y la adecuada financiación de la seguridad social al servicio de las necesidades ciudadanas en Francia y territorios de Ultramar.

La plataforma vindicativa, además de exigir un inmediato incremento del 10% en salarios, pensiones y jubilaciones, la igualdad salarial entre hombres y mujeres y un plan de inversiones públicas que reoriente un desarrollo industrial adecuado a las claves ecológicas, apunta la exigencia de multiplicar la inversión en infraestructuras de sanidad y enseñanza para frenar su deterioro y adaptarlas a las necesidades actuales. (Los manifiestos sindicales convocando a la jornada del 5 y la amplia agenda movilizadora que seguirá durante el mes de diciembre, dan cuenta de todo ello con precisión y son fácilmente localizables en las webs sindicales francesas).

Ilustración de Acacio Puig

Si en lo social Macron optó por mirar a otro lado, en lo político volvió a ensayar la jugada que le facilitó la Presidencia de la República en 2017 y sobre todo en 2022, es decir, cargar contra “los extremos que han hecho caer al gobierno creando el desorden”… contra gentes “que solo piensan en las elecciones presidenciales” y mucho bla-bla-bla… En definitiva volver a propagandear “un complot de los extremos que están aliados en un frente antirrepublicano”. Lamentable. Macron parafrasea así la frase atribuida a Luis XIV (el estado soy yo) para adjudicarse la versión: “La República soy yo”.

Pero la opción de puente hacia la extrema derecha, que el Gran Jefe asignó a Barnier…no funcionó, porque la extrema derecha quiere más y porque su populismo de rebajas tampoco puede permitirse echar por la borda completamente la defensa de alguna reivindicación social (como la que brindaba el rechazar el regresivo Presupuesto de Seguridad Social)…Porque es ese populismo de rebajas, junto a propuestas claramente fascistizantes y neoliberales, el que ha permitido al Agrupamiento Nacional (RN) encontrar apoyo en zonas obreras (en las diversas Marsellas de Francia) sobre todo en ausencia de la competencia de una izquierda contundente y creíble que ahora, con más de nueve millones de votos en la primera vuelta de las legislativas y tras el acuerdo en el NFP, modifica las reglas del juego político.

De modo que Macron, además de aferrarse a la Presidencia como una lapa (“¡me quedan 30 meses!”) se toma su tiempo y tras el paréntesis olímpico ahora se agarra a la “Gran obra de Reconstrucción de Notre Dame”, otro espectáculo con el que pretende distraer y también emular aquella Pirámide del Louvre que tanto brillo aportó a la presidencia de Mitterrand…porque Macron sigue tomándose por un gran presidente de la República Francesa.

Las maniobras continúan. El intento de romper el Nuevo Frente Popular persiste y ya aparecen sectores que vacilan, aunque el Primer presidente del PS, Oliver Faure, aún no haya claudicado y el día 6 en su visita a Matignon, conminó a Macron a designar un primer ministro de izquierdas y a recibir en consultas a todos los partidos constitutivos del NFP (también a los Insumisos, LFI).

Veremos. Las cargas de profundidad de todos los grandes medios siguen recitando la letanía del “maximalismo” de Francia Insumisa (LFI) y apelando a ser pragmáticos y excluirla, es decir… a continuar con más de lo mismo. Machaconamente repiten que la “aritmética parlamentaria” es lo que es y que el NFP no tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. etc. etc. etc. Presos en esa concepción alicorta, medios y voceros del centro derecha y el centro socialdemócrata, prefieren ignorar que la política transformadora lo es si además de aritmética parlamentaria, trabaja y construye lo decisivo y complementario, es decir: LA ARITMÉTICA SOCIAL. En ese ámbito y por el momento, Francia Insumisa tiene muy en cuenta esa aritmética social y por eso merece el mayor apoyo solidario de la izquierda europea porque su apuesta es por la base y a medio y largo plazo y está encarnado nuestro mejor futuro..

* Miembro del Colectivo LoQueSomos.
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