Manifiesto para el 17 de Abril de 2013. Día de las Luchas Campesinas
Agricultores y Consumidores Ecológicos frente al hambre y la comida basura.
El primero de los ocho Objetivos del Milenio fijados por la ONU para 2015 era reducir a la mitad los 1.000 millones de hambrientos que había en 1990. Este objetivo ha fracasado. Casi 900 millones de personas sufren el castigo del hambre y la desnutrición, al tiempo que aumenta la inseguridad alimentaria ligada al desarrollo capitalista. La enorme producción de comida basura industrializada, mercantilizada y globalizada causa hoy más muertes y enfermedades que el hambre.
El nuevo desorden alimentario internacional presenta perfiles paradójicos: nunca ha habido tanta información, políticas contra el hambre y controles y, al tiempo, nunca ha habido tanta inseguridad alimentaria. De esta contradicción se deriva una pregunta radical ¿POR QUÉ EL HAMBRE, LA OBESIDAD Y LAS EPIDEMIAS ALIMENTARIAS, SIENDO TAN NEGATIVAS, APARECEN COMO INEVITABLES?
Para superar la actual contradicción entre alimentación y salud hace falta una teoría que la explique de forma solvente. La globalización alimentaria, basada en la gran producción industrial y el libre comercio de alimentos, produce hambre en los países pobres, enfermedades alimentarias en los países ricos y epidemias de virus mutantes (peste porcina, vacas locas, dioxinas en aves, gripe aviar, gripe porcina, etc.) cuyo origen es la utilización de los animales como fábricas de carne, huevos y leche.
En los países desarrollados, los problemas alimentarios no están ligados a la escasez de alimentos sino a su exceso y nocividad. Este hecho se debe al cambio forzado de los hábitos alimentarios que, sometidos a los intereses de las grandes empresas, se alejan cada vez más de las necesidades nutricionales de las personas y de las tradiciones de los pueblos.
A partir de 1960, la “modernización” de la economía española propició modificaciones sustanciales en nuestro modelo alimentario y nuestras pautas de consumo. El tránsito entre el hambre y la escasez de la postguerra civil (1939 – 1960) y su posterior “satisfacción” por una comida abundante e industrializada, se inscribe en un proceso de cambios económicos, políticos y culturales cuyos principales rasgos son: a) Apertura de la economía y la agricultura española a la “economía mundo” de la mano de EEUU, la industrialización y “la revolución verde”, b) Destrucción de la pequeña producción rural y el pequeño comercio, a manos de la competitividad de la producción y la distribución de alimentos a gran escala, c) Sustitución del campesino por el empresario agrícola, cuyo producto por excelencia ya no son alimentos saludables, sino mercancías alimentarias rentables, d) Vaciamiento del campo y urbanización patológica con la aparición de problemas insolubles en el orden territorial, demográfico, ecológico y social, e) Implantación del consumismo de masas por la industrialización de la agricultura, la reducción del precio de los alimentos y el aumento de los salarios reales, f) Emergencia de la figura “del consumidor” como protagonista del progreso económico y social, g) Compromiso del Estado -tanto el franquista como la monarquía parlamentaria que le sucedió- con la dinámica mercantil e industrial de las instituciones alimentarias internacionales (FAO, UE, OMC).
El resultado de este modelo de desarrollo es una cadena de subordinaciones: el valor nutritivo de la comida está sometido a su precio, el campo sometido a la ciudad, el mundo natural al mundo artificial y la seguridad alimentaria al beneficio económico. La impunidad de las multinacionales y la impotencia de las víctimas de su violencia mercantil no son hechos naturales sino producto de las relaciones de desigualdad y de la coacción de los de arriba sobre los de abajo.
Cualquier medida que no aborde explícitamente la crítica de la mercantilización y la industrialización de los alimentos, es pura retórica. Las reclamaciones ecológicas y alimentarias dominantes son remiendos de “final de cañería” porque obvian el modelo de acumulación del capital que condiciona, con férrea necesidad la producción, distribución y consumo de alimentos. El resultado de esta disidencia alterglobalizadora es poco más que culpabilidad moral sin consecuencias prácticas significativas.
Las soluciones que se concentran en los efectos ignorando las causas, al desatender la educación alimentaria de l@s consumidor@s y la organización popular, dependen de favores y subvenciones, carecen de fuerza propia y pasan a formar parte del problema. El carácter testimonial de las muestras democráticas de desacuerdo con el hambre y la comida basura ha naturalizado los crímenes contra la seguridad alimentaria. Este fracaso conduce a los Movimientos sociales al salto compulsivo de moda en moda, de franquicia en franquicia, de campaña en campaña y de subvención en subvención, lo que dificulta cualquier proceso de acumulación de fuerzas. El respeto a los derechos humanos y a los límites de la naturaleza exige privar a las multinacionales de la libertad para atentar contra la soberanía alimentaria de los pueblos.
No se pueden acometer cambios en la producción sin cambios simultáneos en la distribución y el consumo de alimentos. Viceversa, no se pueden realizar cambios en los hábitos alimentarios de la sociedad sin contar con los agricultores que tienen que dejar de producir mercancías alimentarias globalizadas para producir alimentos ecológicos. Estos cambios solo pueden surgir de la organización y la Responsabilidad Compartida entre agricultor@s y consumidor@s.
17 de Abril de 2013 Día de las Luchas Campesinas
Un año más conmemoramos el 17 de abril el día de las luchas campesinas desde el lado del Consumo Responsable Agroecológico Anticapitalista. La agroecología, como máximo exponente de la cultura campesina, necesita el apoyo de los consumidores responsables para cerrar la brecha ecológica, metabólica, entre el campo y la ciudad. Os proponemos suscribir y difundir, si os parece adecuado, nuestro manifiesto: “17 de abril de 2013 Día de las luchas Campesinas. Agricultores y Consumidores Ecológicos frente al hambre y la comida basura”. Si deseáis incorporar la firma de vuestro colectivo a este manifiesto, podéis enviar vuestra firma a: lacestabasica@lagarbancitaecologica.org