Memoria de clase
Por Fernando Rosso*. LQSomos.
En vísperas de un nuevo aniversario del 1° de Mayo, la nueva clase trabajadora norteamericana rinde el mejor homenaje a los padres fundadores del movimiento obrero en la tierra en la que fueron condenados a muerte hace casi un siglo y medio
En el último año Estados Unidos se vio sacudido por múltiples formas de protestas obreras que fueron desde “la Gran Renuncia”, pasando por varias oleadas de huelgas hasta llegar a un extendido proceso de sindicalización en empresas y lugares impensados. En el corazón del Imperio, la clase obrera vuelve al centro de la escena.
Primero fue el fenómeno de la llamada “Gran Renuncia”: la tasa de abandono voluntario del trabajo por parte de millones de personas alcanzó máximos históricos hacia finales de 2021. Las causas fueron la combinación de la indignación acumulada por las brutalidades laborales durante la pandemia y el aumento del trabajo. Era un movimiento difuso que parecía combinar bronca y desesperanza, como el movimiento ludita de los orígenes del movimiento obrero; en este caso se retiraba con rabia, en rechazo a todo, pero sin romper nada.
Inmediatamente después estalló la huelga de los 10 mil trabajadores de la fábrica de tractores John Deere. Una lucha que formó parte de un fenómeno más extendido bautizado como el “Striketober”: el resurgimiento inesperado de la militancia de la clase trabajadora con métodos bastante clásicos. Una ola que abarcó a mucho sectores: desde las enfermeras en huelga en Buffalo a los mineros del carbón en Alabama; desde los trabajadores de hospital de la cadena Kaiser Permanente en la costa oeste a los músicos en San Antonio o los graduados de Columbia. Incluso, hasta los técnicos de Hollywood fueron a una huelga aprobada con el 99% de los votos y acatada por el 90%. En este 2022, las huelgas continuaron entre los enfermeros de Chicago y Michigan, los docentes universitarios de Indiana y Chicago, entre los trabajadores agrícolas, petroleros, de la industria automotriz o de la construcción.
El tercer fenómeno se disparó cuando el recuento final de los votos para constituir un sindicato en la JFK8 (el almacén gigante de Amazon en Staten Island) dio un veredicto aterrador para los oídos de los empresarios: 2654 a favor frente a 2131 en contra (con 67 abstenciones). La multinacional más rica y poderosa del mundo perdió frente a la organización de trabajadores y trabajadoras que impuso la organización gremial.
Detrás de Amazon comenzaron los reclamos de sindicalización en las cadenas de tiendas minoristas como Starbucks, Apple o Verizon Wireless.
Sorprendido por el fenómeno, el diario The Washington Post explicó que “muchos líderes del movimiento tienen poco más de 20 años; se inclinan por el apodo de ‘Generación U’, por Union [sindicato]”. Además, el tradicional periódico informó que “la aprobación de los sindicatos es la más alta desde 1965, con un índice de popularidad del 68%, que aumenta al 77% entre los estadounidenses de 18 a 34 años, según una encuesta reciente de Gallup”.
En vísperas de un nuevo aniversario del 1° de Mayo, la nueva clase trabajadora norteamericana rinde el mejor homenaje a los padres fundadores del movimiento obrero en la tierra en la que fueron condenados a muerte hace casi un siglo y medio. En un par de meses parece comprimir etapas que se extendieron por décadas porque el tiempo no ha pasado en vano.
Cuando el gran cronista cubano José Martí vio morir a los Mártires de Chicago escribió: “…salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: ‘la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora’. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza de espanto…”.
Aquella voz metálica no se sofocó, pese a la escena patética y triste que Martí pudo cronicar al pie del patíbulo. Fue tan poderosa que hoy, 136 años después y desde el fondo de la historia, vuelve a hablar en su propio nombre.
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Ojalá sea un cambio de aires, y al igual que nos llega toda la mierda desde USA, nos llegue también un poco de rabia y dignidad a está España dormida y sumisa en la que estamos viviendo