Modi logró su tercer mandato, tras apretadas elecciones
Por Maxime Doucrot*
El primer ministro de India, Narendra Modi, aseguró su tercer mandato consecutivo en las recientes elecciones generales del país, en resultados que no reflejan la holgada victoria esperaba su partido, el Bharatiya Janata Party (BJP).
La oposición, aunque fragmentada, ha logrado obtener una cantidad significativa de escaños
Tras un largo y complejo proceso, y después de seis semanas de votaciones en los distintos distritos indios, el electorado de la democracia más grande del planeta dio la sorpresa tras conocerse el resultado de los comicios parlamentarios, donde el partido de Modi no logró los escaños suficientes para formar gobierno por sí mismo, aunque si conseguirá liderar el país por tercera vez gracias a su coalición aliada.
Sin embargo, el bloque opositor reunió los votos necesarios para convertirse en un contrapeso clave, algo que Modi no ha experimentado en ninguno de sus mandatos anteriores. Se esperaba una aplastante victoria electoral de Modi, pero ha resultado ser un triunfo agridulce. Aunque el BJP aseguró inicialmente 244 escaños de los 534 en juego, se ve obligado a establecer nuevas alianzas para garantizar la viabilidad del gobierno, ya que no alcanzó su objetivo de 400 escaños.
A pesar de este revés, Modi ha calificado su victoria como «histórica», mientras que la oposición celebra unos resultados que le otorgan alrededor de 100 escaños en la Cámara Baja del Parlamento, aunque insuficientes para formar gobierno. Esta situación podría crear un contrapeso crucial al poder del BJP y potencialmente debilitar su coalición gobernante.
Durante los últimos diez años, el BJP ha gobernado la India con una clara mayoría. Sin embargo, ahora tendrá que trabajar con socios de coalición. Esto podría dar lugar a una ralentización en la elaboración de determinadas políticas y a políticas potencialmente más populistas.
La orientación nacionalista hindú del gobierno de Modi ha generado preocupaciones entre la minoría musulmana de la India, que constituye aproximadamente 200 millones de personas en la democracia más grande del mundo. Sus comentarios controvertidos sobre esta comunidad han recibido críticas de la oposición y han aumentado la ansiedad entre los musulmanes indios.
El proceso electoral, que involucró a casi 650 millones de votantes en siete fases durante más de seis semanas, ha sido el mayor ejercicio democrático del mundo. A pesar de los desafíos logísticos de organizar votaciones en megaciudades y regiones remotas, la Comisión Electoral de la India ha elogiado el «increíble poder de la democracia india» y ha declarado un «récord mundial» con 642 millones de votantes, casi la mitad de ellos mujeres.
Si bien Modi sigue disfrutando del favor popular después de dos mandatos, los desafíos internos y externos persisten para su gobierno. La oposición, aunque fragmentada, ha logrado obtener una cantidad significativa de escaños, lo que podría complicar la agenda legislativa del BJP en el futuro cercano.
El discurso etnonacionalista de Modi le permitió hacerse del poder en la India durante 10 años, pero los malos manejos del gobierno en materia laboral y económica han comenzado a fracturar el convencimiento general de su electorado, mostrando que la ideología llega hasta donde la realidad lo permite.
“El BJP cometió un error de cálculo. No se dio cuenta de que en un país donde solo el 11,3% de los niños recibe una nutrición adecuada, el orgullo hindú no se puede comer; en última instancia, lo que importa es el precio de las patatas y otros productos básicos.”, explicó Sumit Ganguly, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Indiana.
La India de Narendra Modi es la economía con más crecimiento en el planeta y el mandatario tiene en la mira posicionarla como la tercera más importante del mundo en los años siguientes. La innegable explosión económica de la India, propiciada por las reformas económicas impulsadas desde los años 90, se ha vista opacada por una igual de innegable brecha de desigualdad en la sociedad india.
Los altos índices inflacionarios, el creciente desempleo y la peor desigualdad en los ingresos indios desde la época colonial han mermado la legitimidad de Modi dentro del electorado, especialmente en los jóvenes, que son los principales afectados por la falta de empleo y los más preocupados con la calidad democrática del país.
“La visión que el BJP tiene del hinduismo se basa en la ‘gran tradición’ del norte de la India, que cree en la trinidad de Brahma, Visnú y Shiva como dioses creador, sustentador y destructor. Los estados del sur son también motores del crecimiento económico y acaban subvencionando a los estados más pobres del norte. Como consecuencia, hay resentimiento contra el BJP,”, sentenció Sumit Ganguly.
El votante indio ha demostrado una vez más que puede estar dispuesto a soportar algunas cosas, pero no otras. Los votantes indios han demostrado en el pasado que, cuando ven amenazada la democracia, tienden a castigar a los líderes con tendencias autocráticas, añadió.
La sorpresiva caída electoral del BJP fue materializada en pérdidas de votos dentro de regiones como Uttar Pradesh, la más poblada y pesada políticamente del país, que en las dos primeras victorias de Modi había funcionado como un bastión electoral qué practicante le aseguraba la victoria. Esta vez, el partido gobernante solo consiguió 33 asientos, de los 80 posibles en la región, cuando en 2019 había arrasado con 67 escaños.
Con mayoría hindú, los habitantes del norte de la India han sido seducidos por el discurso etnonacionalista que profesa el actual primer ministro, que ha utilizado la rivalidad histórica entre hindúes y musulmanes indios para apelar al voto de los primeros.
Modi ha creado un relato sobre la población musulmana, construyendo una clase de ‘enemigo’ al que achacarle todos los males existentes en la sociedad india, calificándolos como infiltrados en la sociedad y refiriéndose a ellos como “gente que tiene muchos hijos”.
* Analista francesa de la Agencia Latinoamericana de Información y Análisis-2 (Alia2)
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