Negacionismo climático, bulos y discursos de antipolítica en la tragedia valenciana
Por Miguel Urbán*
La extrema derecha ha aprovechado el estado de shock después de la catástrofe para lanzar bulos y conspiraciones con los que reafirmar su negacionismo climático, esparcir su odio y atacar al Gobierno central. Existen coincidencias entre acontecimientos similares con pautas comunes que nos permiten hablar de un modelo comunicativo que la socio-lingüista Laura Camargo Fernández denomina “trumpismo discursivo”. Toda una “guerra de comunicación” orquestada por una red profesional de desinformación contra el gobierno, como ya ocurrió con las inundaciones en Porto Alegre (Brasil) en abril de 2024
En su discurso inaugural con motivo de la cumbre climática mundial de la COP29, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que el año 2024 se estaba convirtiendo en “una clase magistral de destrucción climática”. Un buen ejemplo de ello fue la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó especialmente a la provincia de València a finales de Octubre, y que se convirtió en la catástrofe climática más mortífera de lo que llevábamos de siglo XXI en el Estado español y posiblemente en toda Europa. Los episodios de lluvias torrenciales que se producen cuando llega el otoño en el litoral mediterráneo que tradicionalmente recibían el nombre de gota fría no son una novedad. Pero la comunidad científica coincide en que la crisis climática está intensificando tanto su frecuencia como su severidad. Un estudio a raíz de las inundaciones acontecidas en València publicado en la plataforma ClimaMeter señala que las DANAs son hasta un 15% más húmedas en el litoral mediterráneo español que en el pasado.
En este sentido, los expertos climatológicos señalan que los episodios de lluvias intensas, que pueden estar asociados a DANAs u otros fenómenos, se están dando cada vez con más frecuencia y más intensidad debido a la crisis climática. La carrera desmedida hacia la ganancia, la lógica productivista y mercantil de la civilización capitalista/industrial nos conducen a un desastre ecológico de proporciones incalculables. Cada día que pasa, las evidencias ya no solo científicas sino también las más empíricas como lo sucedido en Valencia, constatan la emergencia ecológica. A pesar de ello, el gobierno valenciano del PP y de Vox, hasta la salida de la ultraderecha en julio de este año, ha tenido una política activa de negacionismo climático. Desde la eliminación de la Unidad de Emergencias (UVE) prevista para atender los “nuevos escenarios de emergencia que se prevé que se siga presentando el cambio climático”, hasta el recorte del 99% del presupuesto de la Agencia Valenciana para el Cambio Climático. Por ello, no es de extrañar que la extrema derecha aprovechara el estado de shock después de la catástrofe en València para inundar las redes sociales de bulos y conspiraciones. Reafirmando su negacionismo climático, esparciendo su odio, atacando al gobierno y de paso intentando salvar al soldado Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, de su responsabilidad en la tragedia.
Negacionismo climático a golpe de bulos
Una batería de bulos, que van desde la nostalgia franquista con olor a naftalina de las presas y embalses que supuestamente ideó el dictador, al disparatado ataque meteorológico marroquí sirviéndose de un arma experimental norteamericana, la High Frequency Active Auroral Research Program (HAARP). Cualquier explicación, por disparatada que pueda sonar, con tal de negar la crisis climática. No podemos olvidar que muchos de estos distribuidores profesionales de bulos están dopados hasta las cejas con dinero público a través de las instituciones que controla el Partido Popular (PP).
La utilización del mantra popular del franquismo sociológico: “con Franco se vivía mejor”, se ha convertido en un recurso frecuente de la ultraderecha que conecta con la creencia reaccionaria de que todo tiempo pasado fue mejor, a la vez que reivindica figuras autoritarias. Una forma de exacerbar la inseguridad sobre el presente y el miedo al futuro que caracteriza un contexto marcado por la confluencia de diversas crisis interseccionales que generan una auténtica crisis sistémica marcada por la emergencia ecológica. Así, la figura de Franco emerge ante las inundaciones de estas semanas de la mano de una ultraderecha necesitada de un salvador y una figura fuerte que aporte seguridad. Reivindican el mito de su obra, las presas de Franco, que defienden como un muro contra las inundaciones y riadas que el fanatismo climático ha demolido. Según esta teoría, el Gobierno y las organizaciones ecologistas serían los verdaderos culpables de la tragedia y no la crisis climática.
El propio Santiago Abascal (líder de VOX) llegó incluso a señalar, en la red social X, a la Comisión Europea y a su presidenta Ursula Von der Leyen, de ser parte de los culpables de la tragedia de Valencia: “Si hay culpables… tú eres la primera con tu ley criminal de voladura de presas. Eres enemiga de los españoles”. La ultraderecha se ha opuesto en el Parlamento Europeo a cualquier medida, por tímida que fuera, que abordará la crisis ecológica, acusando al Pacto Verde Europeo impulsado desde la Comisión Europea de ser una propuesta de ecologismo radical «nefasta para el campo, la industria, el empleo y la soberanía energética y alimentaria de España.”
El bulo sobre la demolición de presas franquistas por parte del gobierno ha alcanzado tal resonancia en redes, llegando incluso a algunos programas televisivos, que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) ha tenido que desmentir que el Gobierno haya destruido ningún embalse en Valencia. A pesar de los desmentidos del MITECO, la extrema derecha ha hecho oídos sordos, no les vale el escrutinio de la razón sino la capacidad de movilizar las pasiones tristes. Así, la portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán, volvía a utilizar el bulo de las presas de franco derruidas, criticando las declaraciones de Pedro Sánchez, que afirmó, en el marco de la COP 29, que el cambio climático mataba, en referencia a la DANA. Millan, desde la tribuna parlamentaria, respondió a Sánchez que: «Lo que mata es haber derrumbado las presas por puro fanatismo climático. Eso es lo que mata y no el cambio climático.»
En su cruzada negacionista, la ultraderecha de Vox y la derecha radicalizada del PP, se marcaron como objetivo conseguir que caiga Teresa Ribera. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, entonces candidata a vicepresidenta de la Comisión Europea, era la cabeza de turco perfecta para la derecha. No solo porque de ella dependía la Confederación Hidrográfica del Júcar, que según los bulos de la derecha derribó presas franquistas, no limpió ríos para renaturalizarlos y no avisó en tiempo y forma del peligroso aumento del cauce de los ríos durante la DANA. Sino, sobre todo, porque su caída sería un golpe muy duro para el Gobierno. Su bloqueo por parte del PPE en la designación como vicepresidenta de la comisión fue una desautorización en toda regla de su figura. Atacar a Ribera era, en cierta medida, deslegitimar las políticas de acción contra la crisis climática, amplificando los discursos negacionistas. Y, sobre todo, suponía una cortina de humo perfecta para evitar que la desastrosa gestión de la DANA arrastrase a un PP que no terminaba de conseguir desembarazarse del lastre de Mazón.
Un fenómeno global: la monetarizacion de la tragedia y la pornomiseria
La tragedia de València no solo inundó las redes sociales y muchos medios de comunicación de bulos, sino que con ella también asistimos al surgimiento de un fenómeno relativamente nuevo en España, la monetarizacion de la tragedia. Una legión de influencers, vinculados directa o indirectamente a la derecha, desembarcaron esos días en València para espectacularizar, monetarizar e intentar agitar el tablero de la política española a costa de la tragedia. Una forma de publicidad y propaganda para conseguir seguidores, interacciones, visitas, notoriedad y legitimidad, mediante la viralización de su teórica caridad. Una vuelta de tuerca en la neoliberalizacion de las relaciones humanas, convertidas en un espectáculo constante que las cosifica y deshumaniza. Llegaron al punto de sortear por Instagram a qué pueblo llegaba la ayuda recaudada por sus seguidores: «Los dos pueblos que más ‘me gustan’ tengan será a los pueblos que vayamos».
Un paso más en el fenómeno conocido como poverty porn o pornomiseria: contenido creado en redes sociales para mostrar la lástima que genera la indigencia para lucrarse a través de ella por el morbo que suscita al viralizar sus contenidos. De esta forma, hemos visto cómo las redes se han poblado de comunicadores, políticos y empresarios de extrema derecha como Ángel Gaitán, Rubén Gisbert, Javier Negre, Bertrand Ndongo, Alvise Pérez o Vito Quiles que mientras recaudan donaciones y publicitan “su caridad”, difunden bulos y esparcen su ideología de odio. Eso sí, nunca gratis.
Antipolítica en clave neoliberal y antiestado
En este sentido, no deja de ser paradigmático el clima generado por la extrema derecha en el ecosistema de las redes sociales en el caso de la tragedia de València. Las coincidencias que existen entre acontecimientos similares muestran pautas que nos permiten hablar de un modelo comunicativo que la socio-lingüista Laura Camargo Fernández denomina “trumpismo discursivo”. En este sentido, en la catástrofe climática de las inundaciones en Porto Alegre (Brasil) de hace unos meses, influencers brasileños se desplazaron a la capital de Rio Grande do Sul monetarizando su caridad y propagando multitud de noticias falsas. Bulos que fueron catalogados por las autoridades brasileñas como una auténtica “guerra de comunicación” orquestada por una red profesional de desinformación contra el Gobierno. Una buena muestra de esa red son los datos que arroja la investigación de WorkPoliticsBIP sobre la vinculación de los creadores de contenido con la extrema derecha. Así, de los 212 influencers más importantes de Brasil, 187 se alineaban de una u otra forma con el bolsonarismo.
La similitudes en el ecosistema ultraderechista de las redes sociales son tantas que están utilizando bulos similares o incluso las mismas consignas «pueblo por el pueblo» en la tragedia de Porto Alegre y “solo el pueblo salva al pueblo” en el caso de Valencia. Un nuevo intento de reapropiación y reinterpretación de conceptos o lemas tradicionalmente de izquierdas. No solo como una forma de legitimación para grupos de extrema derecha, como Núcleo Nacional, Falange o Revuelta, que han utilizado ese lema en sus recogidas de víveres y enseres, sino, sobre todo, para cargar contra el Estado, contra la misma idea de lo público. La industria del bulo está aprovechando la descoordinación inicial en la respuesta a la DANA no solo para sembrar odio sino también para amplificar su particular guerra contra lo público azuzando la lógica del sálvese quien pueda, acrecentando la desconfianza popular contra las instituciones, la política y lo público. Quizás sea este el elemento más preocupante, el momentun antipolítico que se está incubando sobre el barro de la tragedia valenciana.
Respuestas desde la izquierda
La extrema derecha está construyendo una auténtica política de la posverdad, caracterizada por la aparición de burbujas informativas independientes entre sí́, inmunes a los pesos y contrapesos que funcionaban tradicionalmente como árbitros en el espacio público. Una batería de bulos que han secuestrado el debate público, generando un clima de desinformación y posverdad donde se comprometen los límites entre realidad y ficción. Por eso es tan fundamental mirar más allá de estas burbujas que genera el submundo online de las redes sociales y que amplifica el impacto real de la extrema derecha. Que el barro del bulo no nos impida ver a los movimientos sociales valencianos. Las redes de apoyo mutuo que se han desplegado durante estos días, el trabajo del sindicalismo alternativo, el tejido vecinal y organizaciones de izquierdas. Los miles de brigadistas solidarios que anónimamente, sin espectacularizar ni monetarizar su ayuda, han actuado ante la dejación de responsabilidades de unas instituciones que han respondido tarde y mal ante una de las mayores tragedias de este siglo XXI en España.
De hecho, la actuación negligente y criminal del Gobierno de la Generalitat Valenciana (PP) es más palpable cada día que pasa, los bulos no fueron capaces de ocultar las evidencias sobre la nefasta o en muchos casos falta de actuación de un gobierno que tenía a su presidente sin cobertura en el reservado de un restaurante mientras se producían las riadas. Pero la imagen del Gobierno central tampoco salió mucho mejor parada, bulos aparte, por cierta sensación de inacción por cálculos políticos. La idea de que Sánchez esperó demasiado para actuar previendo que la riada se llevara por delante no solo a Mazón sino también a Feijoo (presidente del PP) pesa entre una población que se ha visto abandonada a su suerte por el bipartidismo. Además, el debate bizantino sobre las competencias entre el gobierno autonómico y el gobierno central mientras el lodo cubría literalmente València, ha hondado en la deslegitimación del Estado de las Autonomías. Esa situación favorece ese momentun antipolítico del que hablábamos antes y que, más allá de las maniobras de la extrema derecha, se pudo comprobar en el cabreo popular que se expresó en la visita de Felipe VI, Mazón y Sánchez a Paiporta. Y la tragedia política es que ya no parece existir o al menos gozar de credibilidad popular ninguna alternativa electoral por la izquierda al bipartidismo.
Por ello es tan fundamental, contra el momentun reaccionario de antipolítica, poner en valor un movimiento de apoyo mutuo que se construye sobre una solidaridad que, como escribía Galeano, es horizontal y se ejerce de igual a igual, canalizando la rabia de abajo hacia arriba. No contra sus vecinos y vecinas sino contra los culpables por acción u omisión de la tragedia que azotó València. Un buen ejemplo de colectivos y plataformas solidarias que han nacido al calor del desastre, es la Red de Apoyo Mutuo DANA Valencia (Xarxa de Suport Mutu Dana València), fundada con el objetivo de canalizar las necesidades de apoyo y solidaridad. Una plataforma que “pone en contacto a la gente que necesita ayuda” con las brigadas de voluntariado. Coordinando la ayuda de primera necesidad que llega desde organizaciones sociales de otros territorios. Todo un ejemplo de auto-organización popular en tiempo récord.
Una buena muestra de la pujanza de estas redes populares, fue la masiva manifestación que convocaron el sábado 9 de noviembre y que congregó a más de 130.000 personas, según Delegación de Gobierno. Unos datos de participación que contrastan con los intentos de movilización por parte de la ultraderecha, que a duras penas han reunido dos centenares de personas, con lo que se demuestra el abismo que todavía existe entre la agitación en redes sociales y la presencia en la calle. Además, la manifestación multitudinaria convocada desde las organizaciones sociales valencianas iba más allá de la rabia contra la criminal gestión de la DANA o la exigencia de la dimisión de Mazón: ponía en el centro del debate público el nefasto papel que juegan el negacionismo climático y la especulación inmobiliaria depredadora del territorio en amplificar este tipo de tragedias. Reclamaba como una prioridad el derecho a la vivienda digna y accesible, prohibiendo volver a construir viviendas en zonas inundables. En definitiva, un cambio de políticas económicas y sociales que pongan la vida en el centro.
* Miguel Urbán Crespo. Exdiputado por Anticapitalistas en el grupo parlamentario The Left en el Parlamento Europeo (entre 2015 y 2024). Nota publicada en Rosa Luxemburg Stiftung. Oficina de Enlace Madrid
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