No matarás, no mataré
Por Pepe Beunza*.
Me cuesta mucho entender como adornándose de palabras como honor, heroísmo, lealtad, condecoraciones y buenos sueldos, pueden justificar crímenes tan dolorosos y absurdos. En la guerra todos se defienden y matan al enemigo y los sádicos que florecen en esas situaciones además violan, torturan roban y cometen todo tipo de desmanes con mucha impunidad
La declaración de la Internacional de Resistentes a la Guerra (WRI 1921)) dice “ La guerra es un crimen contra la humanidad y he decidido no colaborar con ninguna guerra y a luchar contra sus causas”. Firmé esta declaración en 1969 y trabajo y emociones no me han faltado desde entonces. Consejos de guerra, cárceles, batallones de castigo, ayunos, denuncias, marchas, ocupaciones y también muchas alegrías pese a parecer que predicas en el desierto.
Dicen que cada generación tiene su guerra. La mía fue la de Vietnam. Guerra como todas terrible y por absurdo que parezca ahora Vietnam es un destino turístico para los americanos. Entonces el viaje era gratis, pero muchos volvían cadáveres, dentro de una bolsa de plástico negra. Como la mili era obligatoria en USA muchos jóvenes objetores iban a la cárcel o desertaban. Conocí a varios en Europa y preferían pasar penurias antes que obedecer órdenes criminales.
Estados Unidos quiso imponer un dictador sumiso a miles de kilómetros y el pueblo vietnamita les derrotó con imaginación y heroísmo. Recuerdo una pegatina que decía “La guerra es un gran negocio, emplea a tu hijo”. Muchos murieron, pero unos pocos se hicieron ricos y los hijos de los poderosos se libraron con trampas, entre ellos el presidente Bush hijo. Como en todas las guerras.
Tengo viva la imagen de cinco aviones bombarderos en línea, arrasando con el venenoso gas naranja, bosques enteros para destruirlos y que no fueran refugio de los guerrilleros del Vietcong. El problema de estos gases es que dependían del viento y varias veces cayeron sobre las tropas americanas causando muchas víctimas. Entre los muertos estuvo un capitán que era precisamente hijo del general que ordenaba los bombarderos. Al cabo de unos años en una entrevista al general, respondió que si fuera necesario volvería a hacerlo.
Me cuesta mucho entender como adornándose de palabras como honor, heroísmo, lealtad, condecoraciones y buenos sueldos, pueden justificar crímenes tan dolorosos y absurdos. En la guerra todos se defienden y matan al enemigo y los sádicos que florecen en esas situaciones además violan, torturan roban y cometen todo tipo de desmanes con mucha impunidad. Y cuantos más enemigos matas más medallas recibes.
En la guerra de Ucrania tenemos a Putin, agente del KGB que eliminaba a sus enemigos pinchándolos con paraguas envenados. Eso no era obstáculo para que los dirigentes de Europa le abrazaran no hace mucho y le llenaran de reverencias. Por otro lado, Zelenski, cómico elevado a presidente de un país con un nivel de corrupción notable según las listas internacionales. Luchas de poder, luchas de oligarquías corruptas buscando beneficios. Tenemos el petróleo que hace dos o tres años valía cero euros (repasemos hemerotecas, parece increíble) y ahora tiene valores astronómicos con unos beneficios para las petroleras récord.
Tenemos la OTAN que se fundó como defensa contra el Pacto de Varsovia pero que una vez se disolvió este, en vez de hacer lo mismo, languidecía buscando enemigos para justificarse. Es curioso que hace pocos años estaba a punto de desaparecer por ruina y ahora todos los países quieren formar parte de ella. Incluso países con fama de neutrales. También están los presupuestos militares que con la pandemia se habían estabilizado a favor de gastos sociales y de pronto tienen subidas nunca imaginadas en todos los países de Europa. Es sintomático y muy triste el acuerdo de los verdes alemanes, y no digamos de las izquierdas españolas. Hace reír por no llorar el eslogan gastos militares para gastos sociales. Todos se aprestan a enviar a Ucrania armas antiguas para eliminando stocks justificar la compara de nuevas.
El complejo militar industrial político, es decir el negocio de la guerra va viento en popa. Así son las guerras. En geopolítica USA intentará debilitar a Europa, Rusia ampliar su poder y fronteras y China espera ver que tajada le toca. Hay más matices y factores, pero solo con estos ya tenemos un buen rompecabezas. Resumiendo, unos pocos se hacen ricos, o riquísimos mientras unos muchos ponen los muertos. Y Ucrania letal terreno de juego.
Los pacifistas sabemos que caminamos por el filo de una navaja, recibiendo golpes de ambos bandos y que cualquier paso en falso nos cortará. Soñamos que un día se declarará una guerra y como dice la canción, nadie acudirá. El problema es que a partir de la bomba atómica el sueño se impone si queremos sobrevivir como especie humana.
No lo digo yo, lo ha dicho claramente Putin. Si aprieta el botón nuclear se acaba todo.
Cuando uno tiene el botón nuclear ha de estar dispuesto a apretarlo porque si solo sirve para amenazar tiene bien poco valor. En eso estamos, hay que dar gracias a la vida por ver cada día la salida del sol, en este mundo de dirigentes kamikazes.
¿Y si nos atacan? ¿Por qué tendrían que atacarnos si somos un pueblo pacífico, generoso, sensato? Pero ¿Y si nos atacan? Hay que preparar y practicar las técnicas de defensa popular noviolenta. Claro que no son negocio. Ninguna invasión sería capaz de resistir una campaña de desobediencia civil, una huelga total, una campaña de no cooperación. Hay buenos ejemplos históricos. Los invasores, jóvenes engañados por sus jefes, lejos de sus casas y familias desertarían pronto. No sería fácil pero es el único camino que tenemos.
¿Y si viene alguien y ataca a tu madre? Era lo que me preguntaba el capitán juez cuando estaba en el calabozo por no querer hacer la mili. Pues no sé lo que haría, respondía yo, procuraría tener muchos amigos y pocos enemigos. Tampoco llevaría una escopeta. Hay técnicas de aikido que permiten inmovilizar a un atacante sin hacerle daño. Matar a otro ser humano es el fracaso de la inteligencia, de la sabiduría. Es nuestra renuncia a ser personas. Por eso creo que no mataré ni ayudaré a la guerra.
* President de Associació Josep Vidal i Llecha. Objetor de conciencia en 1971, condenado en dos Consejos de Guerra.
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