No me llames lumpen, imbécil
Celia Castellano*. LQSomos. Agosto 2015
Tenemos un problema. Ojalá sólo tuviésemos uno. Tenemos unos cuantos. Gran parte de nosotros somos profundamente elitistas. Y el elitismo es clasismo. Criticamos a Errejón por su tweet indescifrable pero reproducimos la misma lógica que él aunque con menos vocabulario y sin cobrar por ello. No llegamos a demasiados sectores de la sociedad. Somos paternalistas. Insultantes. Profundamente egocéntricos y narcisistas. Nos encanta salir juntos, follar entre nosotros y debatir de birreo sobre conciencia política, hegemonía, vanguardia y ahora, encima, centros de un tablero que ni sabemos dónde están. Decimos que no pero nos mofamos de la gente que no está politizada. Nos movemos en una comprensible rabia por el inmovilismo general pero a nivel práctico no hacemos nada para solucionarlo. Nos peleamos entre nosotros, la mayoría de veces sin sentido alguno, porque queremos dominar en los espacios políticos, perdiendo los objetivos mayores por el camino. Objetivos que ni siquiera hemos planteado bien. Nos definimos como comunistas, independentistas, anarquistas y otros “istas” porque parece que haya que dejar claro “el palo del que vas” desde el comienzo, dando pie a los prejuicios. Chavales, sabréis con quién comulgo cuando discutáis conmigo… no necesito un puto cartel.
Hablamos como una burguesía que ha leído a Marx. Utilizamos palabras como “lumpen” para designar a ciertas personas de estamentos muy bajos de la sociedad con nula conciencia política. Yo lo he dicho, de coña en ambiente distendido pero lo he dicho. Y es un error. Actualmente, el que entiende el concepto de “Lumpenproletariado” no lo utiliza gratuitamente y mucho menos de forma descalificativa, a lo Pablo Iglesias /Nega. Eso sí, luego nos llenamos la boca con buenas intenciones y alardes de pedagogía pero la superioridad moral y pedantería nos traicionan. Una pedantería a veces protagonizada por gente que no ha pasado de la primera página de la Wikipedia. Y aunque haya pasado. Puedo haber entendido más teoría política, para que me guíe y pueda aplicarla, pero no soy más que tú por mi conocimiento. ¿Y los ensayos políticos en blogs y páginas web? Raro es el día que no me pierdo a mitad de un texto. Mi hermana pequeña entendería los Principios del Comunismo de Engels como si fuesen los putos Tres cerditos. ¿Y Politzer? Más claro imposible.
Señores y señoras con pendientes, rastas y zapas de Quechua: no hemos entendido la lucha de clases. Sino no se explica que al movimiento estudiantil, tan endogámico él, no se le ocurra que debe integrar a la gente que no puede acceder a la Universidad. O que la presencia en los institutos sea ridícula. ¿Y por qué? No podemos siquiera concebir integrar a los de fuera de una estructura si no somos capaces de centrarnos y crear discurso entre los de dentro…Del mismo modo ocurre en otros movimientos.
No haremos nada hasta que dejemos de hablarnos a nosotros mismos. Arreglemos nuestros problemas de autoestima, va. Luego si eso socializamos el conocimiento, en lugar de dar lecciones y hacernos pajas en un bar pensando en “conquistar los barrios”, vaya tela de frase, y asaltar los nuevos Palacios de Invierno.
* Jaque Doble
@17Mn
– Ilustración de J. Kalvellido
Comparto totalmente la reflexion de este articulo : por desgracia (y no entendido como concepto de fatalidad sino como error vital que no hemos sabido corregir) perdemos nuestro precioso tiempo en definiciones tribales,buscando la diferencia,la posesion de la unica verdad, el “control” por que no hemos aprendido a confiar,compartir y delegar y sobre todo conunicarnos abiertamente sin dobleces. Nos enmierdamos en luchas cainitas (aun cuando no hay nada que repartir)…mientras tanto la monstruosa apisonadora sistemica continua con su trabajo implacable. Has dado en la clave de uno de nuestros grandes males que nos impedira si no corregimos a tiempo la construccion o al menos los cimientos de ese mundo nuevo al que aspiramos:el gran error consiste en perder el objetivo entre las miserias. Gracias.