No va a escampar, solo el pueblo salva al pueblo
Una de las mejores maneras de saber lo que piensan los que realmente mandan es leer, ver o escuchar a sus paniaguados todólogos en los medios de comunicación. Tertulianos y juntaletras que desde sus modernos púlpitos de adoctrinamiento se ocupan de trasladar el pensamiento de las élites a los sectores correspondientes en esa división sociólogica fragmentada que llaman pluralidad informativa.
Ilusión de una pluralidad que esconde la concentración en torno a muy pocas empresas.Transmisión del análisis de la realidad como quieren los dueños. Asunción por parte de los pasivos consumidores de las ideas del propietario. Relato en bares, parques o calles. Discusiones de dos o tres ideas. De dos facciones. Dialéctica de falsa diversidad. Pocos patrones y muchos repetidores.
Una forma de desbrozar esta enmarañada trama de ficción supuestamente plural, es la defensa conjunta, llevada a cabo por los medios de comunicación y por los dos grandes partidos, de lo que llaman temas de calado, escenificado de una manera cardinal en el asalto de la Constitución mancomunado por PSOE y PP para aprobar, sin consulta popular, una reforma que blindó el pago de la usura a la banca privada.
Este ejemplo marca una pauta a aplicar en las cuestiones que cierran los consensos que las élites nos han impuesto: OTAN-Atlantismo, privatizaciones, desindustrialización… siempre defendidas desde las homilías de los templos informativos.
Recientemente hemos asistido a una misma sinfonía interpretada con diferentes variaciones de estilo, como marca la nebulosa falsamente diversa, sobre los resultados de las elecciones griegas.
Me ha sorprendido el nerviosismo y la preocupación compartida sobre el auge de fuerzas que cuestionan de manera tajante la Europa al servicio de la usura, concretamente sobre la coalición Syriza.
Con la tónica practicada en el antecedente francés de la subida del Front de Gauche, la primera idea-fuerza para inocular ha sido el mensaje de la equivalencia entre la izquierda real y la extrema derecha con la finalidad de contagiar la negativa percepción popular del fascismo a formaciones que son la negación absoluta del fascismo, que no deja de ser la versión extrema del sistema capitalista.
La segunda, y más repetida en esta primera fase, fue el uso reiterado de la alerta ante la subida de los extremos: Tanto la “extrema” izquierda como los neonazis son iguales y su finalidad es la de destruir la sociedad en la que vivimos. La tranquilidad reside en el centro moderado escenificado en el lado progre o carca del bipartidismo. Ten miedo y repélelos.
Pero la sociedad está empezando a identificar la alternancia como un mero trámite que, con diferente intensidad o pequeñas diferencias, aplica un mismo programa al dictado de poderes supranacionales atacando directamente las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Es aquí cuando se entra en una segunda fase que intenta desacreditar los programas de cambio apelando a un supuesto realismo frente a la utopía, una defensa cerrada de la inmovilidad frente a la posibilidad de tomar otro camino. La crisis, las privatizaciones, la venta de la sanidad, los despidos, el desempleo brutal, los salarios mermados… son fenómenos inmutables como lo son las catástrofes naturales. Nuestra única salida es resguardarnos y esperar a que escampe.
A pesar de la percepción creciente de que los culpables de la estafa son los mismos que aplican más estafa como supuesta medicina, los catequistas del sistema, desde sus bien pagados espacios, siguen insistiendo en que no debemos abandonarnos en manos de gente que vive fuera de la realidad y que pretenden tapar el sol con un dedo. Su discurso es la defensa a ultranza del realismo, aunque ese supuesto realismo sea la perpetuación de una cuesta abajo y sin frenos que termina en un abismo.
El problema es que en Grecia se ha producido una debacle de los partidos tradicionales con caída libre del bipartidismo, que ha imposibilitado la formación de un gobierno estable que mantenga la estafa, lo que hace necesario la convocatoria de unas nuevas elecciones. Comicios donde, a pesar de toda la presión mediática y los intentos de desacreditar, la izquierda real que abandera la ruptura con las condiciones leoninas de la Troika con el FMI, encabeza todas las encuestas.
Que están absolutamente preocupados lo escenificaba claramente la noticia que hablaba de una supuesta encuesta donde los griegos manifestaban su mayoritario deseo de permanecer en el euro y en la UE. Curiosa contraposición entre el resultado de las urnas y una encuesta. Cuando todo le falla al poder comprobamos su apego por la democracia ¿Elecciones para qué? Si ya tenemos think tanks y encuestas.
Como si se tratase de la puesta en escena de un guión perfectamente estudiado, en Europa se repite lo que sucedió en América Latina: doctrina del shock, recetas del FMI, empobrecimiento, tensión, contestación y la consolidación de fuerzas que cambian la dirección, que dicen NO, que se dotan de nuevas constituciones y revierten la deriva neoliberal. Y frente a esto, el mismo esquema: meter miedo, desacreditar, injerir, desestabilizar, ataques especulativos, asonadas, golpes… ¿Democracia? ¿Soberanía? Solo mientras convenga a sus negocios.
Syriza, en Grecia, nos transmite esperanza. De los nervios de los que crean los relatos del poder han de nacer nuestras sonrisas. El camino es largo y será difícil. Grecia, si se decide por el camino soberano, vivirá momentos duros y nos necesitará. Su gobierno deberá apoyarse en el pueblo, combinando la acción institucional con el refrendo activo de la calle. Es su única posibilidad de batir al FMI o a la OTAN. Que las alfombras de los ministerios no hagan olvidar la máxima de que solo el pueblo salva al pueblo.
El neofeudalismo financiero es como un gran trasatlántico que recorre muchas millas para frenar, del mismo modo, sus ataques necesitan meses e incluso años para que el daño se propague y sea percibido por una gran parte de la sociedad.
A veces, la ciudadanía se da cuenta y se levanta para, en las calles y en las urnas, conjugar un NO colectivo a usureros y propagandistas.
Tengo la confianza de que, más tarde o más temprano, ese viento liberador agitará nuestra querida piel de toro.