Ofensa a Alberto Sánchez en Ferrol
Por Arturo del Villar*. LQSomos.
En el momento de redactar esta nota se ignora quién o quiénes han atentado contra la escultura de Alberto Sánchez Toros ibéricos, donada en su día por la Fundación de su nombre a Ferrol. Estaba instalada en la plaza de Armas, en un lateral del Palacio Municipal. Según informa el diario digital Ferrol360.es el 28 de setiembre, alguien la desplazó del pedestal con intención de que cayera al suelo, por lo que el alcalde ordenó retirarla mientras se garantiza su seguridad.
Se proponen dos hipótesis para explicar este acto de iconoclastia. La primera es que se trate de contrarios a las corridas de toros, una opinión que ha ido creciendo y ha permitido que sus propagandistas se hayan agrupado en asociaciones y hasta en un partido político. Resultaría absurdo, porque la escultura de Alberto, como era conocido, no tiene ninguna vinculación con la llamada “fiesta nacional”, que yo también detesto, pero no por eso atentaría contra una obra de arte, como lo son todas las realizadas por Alberto. Es ridículo perseguir a los toros, que son inocentes, en vez de hacerlo a los toreros, que son culpables. Dado que las derechas y ultraderechas del reino son partidarias de las corridas taurinas, de aceptar esta hipótesis habría que achacar el atentado a personas de izquierdas contrarias a los espectáculos con toros. Hay salvajes en todas partes, como se nos demuestra cada día en diversos lugares del reino. El arte es una cosa, las corridas otra diferente.
La segunda hipótesis tendría como protagonista a Alberto, debido a su condición de militante comunista, que vivió en Moscú y allí está enterrado. Los grupos de extrema derecha en los últimos tiempos han adquirido una preponderancia mediática excesiva. Igual que en los años treinta del pasado siglo, se pasean impunemente por las ciudades insultando y amenazando a quienes profesan otra ideología, como hemos visto en Madrid muy recientemente. El resultado de aquella permisividad a los ultraconservadores fue la sublevación militar en 1936, con la disculpa de imponer el orden público que las autoridades republicanas se mostraban incapaces de controlar. Parece que algunos desean repetir la historia.
Alberto fue un artista del pueblo. Ejerció varios humildes oficios, el más largo de panadero, hasta convertirse en un escultor muy cotizado. Fue uno de los impulsores de la mal llamada Escuela de Vallecas, porque no era una escuela, sino un grupo de artistas que en 1927 acondicionaron un local en Vallecas para trabajar allí juntos cada uno en lo suyo.
Se reunían en Atocha y se iban andando hasta Vallecas el escultor Alberto y los pintores Maruja Mallo, Juan Manuel Díaz Caneja y Benjamín Palencia, entonces militantes comunistas o próximos a su ideología. En ese tiempo Palencia era revolucionario, pero al quedarse en España tras la guerra se adaptó al régimen dictatorial, y así fue consolidándose como pintor oficial, premiado ya en 1943 con la Primera Medalla en la Exposición Nazional de Bellas Artes.
En cambio, el taller de Alberto en Madrid quedó destruido por una bomba fascista. Después de combatir en el frente de Guadarrama fue llamado a Valencia por el Gobierno leal, para que se encargase de varias actividades artísticas, y en 1938 le destinó a Moscú para dar clases de arte a los niños españoles refugiados, porque la Unión Soviética deseaba que los niños mantuvieran una relación plena con España. Y allí continuó trabajando en escultura y además en pintura hasta su muerte.
Sea cual fuere la incitación iconoclástica del bárbaro o los bárbaros, Ferrol está obligado a desagraviar a Alberto con actos en su homenaje, bajo la bandera tricolor republicana y la roja comunista.
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio
Más artículos del autor
Síguenos en redes sociales… Facebook: LoQueSomos Twitter: @LQSomos Telegram: LoQueSomosWeb Instagram: LoQueSomos