Otra guerra… otra vez la misma Historia

Otra guerra… otra vez la misma Historia

“Siento aversión a la guerra por lo que tiene de guerra”, dice Ortega y Gasset. Parece el cuento de nunca acabar. Hace poco el Obama, premio Nobel de la Paz y presidente de los EEUU de América, ha declarado: ¿Puede un dictador gasear a su población y no pagar por ello?. Supongamos que sea cierto que se han usado armas químicas, ¿matar a 2.000 personas se puede responder matando a 200.000?.

La fabricación de armas químicas se puede evitar, así como su exportación, pero el uso de las mismas cada vez será más difícil. Tales armas ya no son para guerras convencionales entre estados, sino para una guerra global que es lo que se perfila. ¿Qué sentido tiene?, es lo que nos deberíamos de preguntar si queremos evitar que el mundo se convierta en un infierno, porque hay gente sin escrúpulos, fanática, que hace de la destrucción, de construir el Apocalipsis el sentido de su vida, que encaja con lo que la humanidad ha impuesto a través de sus formas de organización social. La lucha contra la guerra ha de ser mucho más profundo si queremos reaccionar.

Es evidente que las guerras no se hacen entre músicos de un bando y de otro, que por otra parte se llevarían bien y hasta colaboran en sus actividades artísticas, como es el caso de violinistas estadounidenses y sirios, por ejemplo, pero igual sería con albañiles, campesinos, médicos, trabajadoras del hogar, electricistas, etc… ¿Quiénes hacen las guerras?, los señores de la guerra, que se preparan para ella, igual que la industria armamentística y su tráfico a nivel mundial. Poco importan los bandos, sino la guerra en sí. Parece que siempre tiene que haber guerras, por el mero hecho de que las hay. La de Siria lleva ya dos años, no empieza ahora, sino que entra en una fase de intervención directa. Pero es un movimiento de sables, para estrategias a más largo plazo con el tema de fondo del estado de Israel y la estrategia comercial  de la distribución de gas para Asia, pero mientras tanto la guerra internacional real se lleva a cabo en centro África, Congo, donde están las materias primas de la industria actual y del futuro. De la cual nadie habla y en la que hay el triple de muertos. Hasta tal punto estamos engañados.

Sin embargo el gran error en el que caí fue buscar una razón, un argumento, un motivo para la guerra. Lo mismo que analizar que hay intereses ocultos, que si el petroleo, que si los beneficios económicos… cuando siempre ha habido guerras sin que se conociera el petroleo, por ejemplo. Ya Freud llegó a la conclusión de que el ser humano no destruye para vivir, sino que vive para destruir. En el contexto de su obra observamos que es así en el individuo social. Lo cual desarrolla Herbert Marcuse en sus obras “Eros y civilización” y “El hombre unidimensional”. Según este autor la civilización recurre a la represión de las personas para poder instaurar un Poder sobre ellas. Se coarta y define o dirige el sentido creativo de las personas, para poder organizarlas y hacerlas productivas.

Deberíamos llegar a esta raíz que impulsa las guerras y reaccionar, como creo que se está haciendo espontáneamente. Hay una rebelión que surge de personas que cada vez se asoman más al mundo del arte, escriben, pintan, componen canciones, se expresan en general para dar forma a sus sentimientos, porque nos abocamos a la sociedad del arte frente a la sociedad tecnológica, como una reacción necesaria. Pero el mundo tecnológico, esa otra sociedad, se ve amenazada y por su propia inercia expande su acción. El ecologismo fue una reacción a su capacidad destructora y su manera brutal de organizar al ser humano en torno a enormes cada vez más inhumanas. El fondo del ser humano reacciona: poesía, arte en general, pintura, música…pero la organización social aprieta: crisis. Y para imponerse más: guerras. Ambas situaciones parecen que hacen inútil la poesía, el amor. Y se perpetúan las guerras, la violencia en general. 

Hoy es necesaria una revolución en la Historia, la cual se ha construido sobre la base de guerras.Como dice León Felipe: “¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra / al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?”. Parece que es consustancial a la especie humana, y no es así, es consustancial a lo que anula la individualidad del ser humano: la organización social.

Las personas somos las primeras víctimasde este proceso destructor, porque para que se lleve a cabo exige someter al individuo, al cual tecnifica el mundo moderno, se le hace unidimensional mediante la publicidad y toda una red mediática que forma una mentalidad. Lo cual lleva a cabo un mecanismo de Poder que funciona gracias a aquellos individuos que son asalariados de su función y normalizan esta estrategia.

No es algo nuevo esto que digo, pero se ha ocultado y siempre se han aplastado sus manifestaciones. Quizá debamos recuperarlas para ver el sentido de la lucha y qué hay en el fondo de nuestra libertad y nuestro goce. Por eso tenemos que reaccionar desde lo más profundo de nuestro ser.

Hace cinco siglos, el escritor Garci Rodríguez de Montalvo, contó en el prólogo de su obra, “Amadís de Gaula” (1508): “Los escritos antiguos sobre los grandes hechos de armas es breve lo que de verdad pasó. Las batallas de nuestro tiempo son leídas con admiración.  En las antiguas historias de griegos contra troyanos se ensalza la guerra (…) la santa conquista que nuestro rey esforzado (Fernando el católico) hizo del reino de Granada ¡cuántas flores, cuántas rosas en ella por ellos fueron sembradas! (…) esfuerzos, peligros…”. Comprobamos que critica el hecho de que las propias narraciones de la historia deforman los hechos y ensalza la guerra, el enfrentamiento de unas personas contra otras.

Todo lo que desemboca en las guerras, las impulsa y apoya ha destruido el planeta y la sociedad en tiempos de “paz”, más bien de armisticio, como dice Kant, quien en su obra “La paz perpetua” explica que mantener los ejércitos y la industria militar es preparar otra guerra para el futuro, pues la presión de los ejércitos y su volumen de armas es lo que empuja a la guerra. Cualquier excusa sirve.

En el fondo de las guerras está una sociedad organizada y preparada para la destruir al enemigo y a sí misma, su esencia es la guerra porque los estados se forman después de muchas.

Las guerras suponen cuerpos mutilados, cuerpos sin vida, cuerpos deformados, dolor, sufrimiento atroz, angustia y enfermedades mentales. Algo de lo que hace cinco siglos se dio cuenta Garci Rodríguez de Montalvo, criticó las guerras llevadas a cabo por los Reyes Católicos, pero dio un paso más, lanzó un mensaje en su novela que todavía hoy queda lejos, nos estremece. En su novela mueren miles de caballeros y soldados del imperio romano. Tal escabechina pudo haber continuado, pero decidieron hablar el emperador y Amadís, líder de la contienda, porque habían secuestrad a Oriana, su mujer gozada y amada. Se encontraron frente a frente en el interior de la tienda de campaña y: “el emperador de Roma siempre pasó con Amadís a su tienda y entreambos dormían en una cama, que nunca una hora eran partidos de en uno” (pg. 1035). Es curioso que catedráticos de literatura no recogen este aspecto de la novela, que las tesis sobre esta obra nada dicen, ni más cosas que aparecen en esta novela, como cuando los personajes van a folgar a la foresta. Pero más aún,¿nos imaginamos hoy que por ejemplo Bashar al-Asad y Obama hicieran lo mismo?. Es inconcebible, tanto para un gobernante como para otro.

Pero tampoco para la población de ambos países, ni para nuestra sociedad “libre”. Es curioso, no se ve normal ni lógico, no se concibe que se desnuden uno frente al otro y hablen de paz, pero sí las amenazas que nos hacen temblar, tanto de uno como otro, sí las matanzas de miles de seres humanos, ver desfiles de seres humanos uniformados. ¿Qué lógica es ésta?, ¿qué moral hemos construido?, ¿que mentalidad?.

Algún lector puede pensar que es exagerado lo que digo, pero Ortega y Gasset hace ya un siglo dijo: “las personas nos hemos acostumbrado a encerrar la vida erótica en una cárcel secreta del alma”, entonces me pregunto ¿qué queda libre?, lo contrario, que va de la destrucción de la naturaleza por la avaricia y la codicia de empresarios sin escrúpulos y al amparo de mercenarios de la política, a los maltratos, para llegar a la guerra. El mismo Scheler, el gran analista y defensor de las guerras asegura: “las causas últimas de las guerras llegan a las profundidades de la vida orgánica.

Y también analiza Ortega: “un puñetazo es después de todo una manera de ponerse en contacto con el prójimo”. Nos enfrentamos a la destrucción del ser humano, porque reprime su naturaleza y organiza su conciencia en torno a la violencia, la cual es diferente a la agresividad. La primera es una respuesta humana a un estímulo que le amenaza. La segunda corresponde a la organización social. Un soldado no mata a quien odia, sino a quien le manden, cumple objetivos.

Como dijo Bertolt Brecht: “La guerra mata lo que sobrevive a su paz”. Nosotros, lejos del campo de batalla estamos en su paz, sobreviviendo a ella, pero cuidado o hacemos nuestra la paz o su guerra llegará antes o después. Quien siembra vientos cosecha tempestades. Sembremos poesía y veremos crecer la esperanza…

* Ramiro Pinto

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