Papúa Occidental: la guerra olvidada
El 31 de agosto de 2013 la granja Court Lodge en East Sussex, Reino Unido, auspició por tercera vez la recaudación de fondos para la campaña por una Papúa Occidental libre en el marco de un evento que incluyó la construcción de un horno de tierra y música en directo. Esto ha sido posible fundamentalmente gracias a la actitud comprometida de Clare Harding, quien creció en la granja. Sus padres administran una granja certificada de lácteos orgánicos y producen deliciosos yogures líquidos. Hace algunos años Clare recorrió Papúa Nueva Guinea y visitó la región de Papúa Occidental bajo ocupación indonesia, y corrió el riesgo de establecer contacto con algunos combatientes por la libertad. Desde entonces está comprometida con esta campaña, cuyo telón de fondo es el deseo de los papúes occidentales de ser libres y tener una vida pautada por la autodeterminación, es decir, liberarse de Indonesia.
Papúa Occidental
Nueva Guinea fue una isla unificada hasta principios del siglo XIX. A la fecha, muchos de sus habitantes viven de la cacería y la recolección, o de la agricultura de subsistencia. Son sumamente inteligentes, tienen conocimientos enciclopédicos de la flora y fauna de su entorno, son ingeniosos y poseen un increíble don para la música. Su unidad fue violentada por los colonizadores británicos y neerlandeses que tomaron posesión de la isla: la mitad occidental, Papúa Occidental, fue tomada por los neerlandeses y la mitad oriental, Papúa Oriental, quedó en manos británicas. Papúa Occidental consiguió la independencia en 1961, pero unos cuantos meses después Indonesia invadió el territorio y lo reclamó para sí. En 1969 se llevó a cabo una supuesta consulta con los auspicios de la ONU, el mal denominado “Acto de libre elección” que no fue sino una farsa: alrededor de 1.000 líderes tribales fueron obligados, a punta de pistola, a votar por la integración con Indonesia. Hasta ahora las fuerzas indonesias han masacrado a aproximadamente 400.000 papúes occidentales. La violación de los derechos humanos, la violencia, la tortura, el asesinato y los desplazamientos conforman la cotidianidad de este pueblo, al tiempo que miles de indonesios de otras regiones, mediante un programa de transmigración, se han mudado a Papúa Occidental, donde ocupan los mejores empleos. La situación puede con toda justicia describirse como un genocidio silencioso, olvidado por el resto del mundo.
¿Qué hay detrás de estos hechos? Papúa Occidental posee las mayores reservas de oro, petróleo y cobre de la zona, y su extracción es sumamente lucrativa. Sin embargo, el factor decisivo que explica la absoluta indolencia de Estados Unidos y sus compinches ante la guerra olvidada que sufre Papúa Occidental es que Indonesia ya está perfectamente integrada al orden mundial capitalista y hoy es un adalid del neoliberalismo, paraíso de inversionistas e infierno para las masas. De manera que una “intervención humanitaria” sale sobrando. Los servicios secretos estadounidenses se encargaron de ello en 1965 al propiciar el derrocamiento del gobierno democráticamente elegido del presidente Sukarno, e instalar en el poder a uno de sus títeres, el dictador Suharto. El posterior baño de sangre acabó con la vida de al menos medio millón o tal vez incluso más de un millón de indonesios.
El horno de tierra
Cuando llegué a la granja los papúes occidentales ya habían cavado un foso de gran extensión para el horno de tierra y las piedras empezaban a calentarse en una enorme fogata. Para entonces Benny Wenda, líder tribal y fundador de la campaña por una Papúa Occidental libre, acompañado de sus familiares y amigos, ya había dedicado varios días a la preparación del evento: juntos recolectaron hojas y yerbas, transformaron gruesas ramas de árbol en tenazas para llevar las piedras calientes de la fogata al horno de tierra, y trajeron especialmente hojas de plátano. Primero, recubrieron el foso con una fila de piedras calientes, colocaron encima una capa de hojas y después raíces y tubérculos como nabos, papas, chirivías, camotes, calabazas y mazorcas de maíz, seguidas de más capas de hojas, col rizada, col, calabacines, betabel y finalmente grandes trozos de cerdo (engordado en la granja y sacrificado esa mañana), dos conejos y, en medio de todo, capas de yerbas, hojas y piedras calientes. Una vez que la pila de carne y verduras ha formado un bonito montículo todo se cubre con un costal (en Papúa Occidental usan hojas de plátano) y comprimido con trozos de madera. Después de unas dos o tres horas la cena está lista. La comida está deliciosa y la disfrutamos hasta hartarnos. No tenía sal, pero no la echamos de menos: todo estaba rico y sabroso.
Benny Wenda y la campaña por una Papúa Occidental libre
Después de comer Benny Wenda habló sobre los planes de la Campaña por una Papúa Occidental libre de comprar un terreno en Papúa Nueva Guinea, donde viven muchos refugiados papúes occidentales. Papúa Nueva Guinea no los reconoce como tales debido a la presión del gobierno indonesio, sino como personas que han cruzado la frontera y, por ende, carecen de todo apoyo. La idea es desarrollar la infraestructura y las oportunidades para que los papúes occidentales cultiven huertos, vayan a la escuela y se capaciten o estudien, y puedan tener una perspectiva de futuro. El terreno cuesta 80.000 libras esterlinas.
Benny también nos contó parte de su vida. Cuando tenía dos años su aldea fue bombardeada por el ejército indonesio y muchos miembros de su familia murieron. Él no pudo más que huir hacia la selva, donde pasó cinco años. En sus años de juventud los ancianos de su tribu advirtieron su temperamento y lo nombraron líder. Su creciente influencia en Papúa Occidental llamó la atención de las autoridades indonesias y fue arrestado y llevado a juicio con la intención de imputarle una larga condena. Durante el juicio pasó varias semanas aislado y con grilletes en las muñecas y tobillo, y sobrevivió más de un atentado contra su vida. Tras una serie extraordinaria de azarosos acontecimientos logró escapar y ser llevado clandestinamente por la jungla hasta Papúa Nueva Guinea para reunirse con su esposa Maria y su hija Koteka en un campamento de refugiados. Sus compañeros lo ayudaron a huir hacia Inglaterra, donde solicitó asilo político. Ya radicado en Oxford fundó la campaña por una Papúa Occidental libre, iniciativa que hoy cuenta con oficinas en Holanda y Australia. Me impresionó enormemente la objetividad de Benny al compartir su historia, su temple carente de toda amargura. Sin embargo, en algún momento dijo “Aun cuando parezcamos alegres, por dentro siempre lloramos”. Después entonó algunas canciones dedicadas a la libertad con los Lani Singers. Koteka, una joven de 12 años, interpretó una canción de su propia autoría que nos conmovió profundamente, y Liz Ikamba y Beccy Elder también cantaron hermosas composiciones.
Papua Merdeka!
* Traducción para Tlaxcala por Atenea Acevedo
¿Cómo ayudar?
– Campaña por la libertad de Papúa Occidental
– Campaña por la libertad de Papúa, Costa Rica solidaria
– Survival International: los pueblos de Papúa